Cuando más
ten necesito, Señor, eres cayado en el que me apoyo para sujetarme para nunca
caer y siempre levantarme.
Cuando, veo
que mi nombre se pierde en el abismo, suena tu voz clara y nítida: ¡AMIGO!
Y, compruebo
una y otra vez, que eres Pastor que guarda mis pensamientos de día y velas mis
sueños en la noche.
Jesús, siempre
surges en el momento oportuno.
Conoces mi
vida como nadie y, a pesar de estar tan llena de briznas, la pones sobre tus
hombros para, una y otra vez, redimirla de sus pecados y dolencias.
Tú, Señor, Pastor
diligente, oportuno y puntual te haces el encontradizo cuando más te necesito me
cubres con tus brazos y me rodeas con tus Palabras de liberación y susurras
palabras de consuelo a mis oídos.
Cuando confundido
por mil ideas, temo desertar me confirmas en la fe verdadera: ¡YO SOY!
Si, añorando
poder y riquezas, dirijo mis ojos hacia el escaparate del mundo me llevas ante
el tesoro de tu amor.
Tú, Señor,
como Pastor, no quieres que me pierda y me vaya lejos de tu rebaño.
Por eso y
por tantas cosas, Señor, te doy gracias, bendigo tu nombre y, hoy como ayer, te
digo:
¡TÚ ERES EL
BUEN PASTOR!
Amén.
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