2021 AÑO B TIEMPO DE PASCUA V
Nos encontramos con una
metáfora especial. La imagen de la vid es muy significativa para Israel. Evoca
todo un mundo: Una vid con sarmientos, un viñador que corta las ramas y los
frutos y, por último, quema los sarmientos cortados. La imagen sugiere una
forma física de vida en común, de crecimiento conjunto, de ser juntos
fructíferos.
Esto supone una unión
estrecha entre dos realidades físicas, prácticamente una total identificación:
la vid no es distinta de los sarmientos, la vid no solo indica el tronco
desnudo de un árbol, es un todo junto con los sarmientos. El concepto de unidad
entre Jesús y los suyos está expresado de un modo muy profundo. No solo dice
vosotros estáis muy unidos a mí, sino que vosotros sois una parte de mí.
La palabra que más se
repite es el verbo permanecer, ser con Jesús y quedarse con él. El permanecer
en Jesús como condición para dar fruto. Solamente los sarmientos unidos a la
vid darán fruto, tendrá vida, serán auténticos. Solamente cuando estamos con
Jesús nuestra vida no es estéril. Porque son precisamente los sarmientos los
que dan fruto, no el tronco. Jesús es el tronco y sus discípulos son los
sarmientos. El continúa a producir frutos agradables al Padre, a través de los
cristianos. Para que eso pueda acontecer es necesario que los discípulos
continuemos unidos a Cristo, bajo pena de volvernos ramos secos, morir y no
producir nada más.
Los sarmientos unidos a
la vid dan fruto, ahí está comprendida toda la humanidad: una humanidad
lograda, que se expande y que da fruto, irradia. Pero los sarmientos que no dan
fruto y se cortan y se secan son la humanidad fallida, anquilosada sobre sí
misma, encerrada en su propia soledad, incapaz de amar, desfigurada y desolada.
La vid necesita muchos
cuidados. Todos los años debe ser podada, todos los sarmientos son cortados
para que la savia se concentre en pocos ramos bien robustos y bien vivos. Si no
cuidamos lo importante y lo esencial de nuestra vida pareceremos ramos secos. Los
sarmientos secos solo ocupan espacio, y causan incomodidad, hacen sombra e
impiden a los otros sarmientos el extenderse. Quien ve los sarmientos secos
solo en los otros, es un hipócrita que ve la paja en el ojo de su hermano y no
ve la viga que está en el suyo. Todos tenemos un poco de sarmientos secos y
sarmientos con fruto.
- La vid no produce
uvas para sí misma, sino para los otros. Los sarmientos se auto-realizan s
cuando producen frutos sabrosos para los otros. Los cristianos no producimos
obras de amor para tener un premio, sino, como nuestro padre celestial: amar
sin esperar nada a cambio. La recompensa del discípulo es la alegría de ver el
amor de Dios manifestarse a través de nosotros. Lo esencial del evangelio es la
fecundidad y no la observancia escrupulosa de las normas. Tenemos vida. Amén.
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