DE LA SANTISIMA TRINIDAD
Hoy es la fiesta de nuestro Dios, un Dios que es UNO y TRINO. La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús, que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos.
No intentamos conocer a Dios como
buenamente podamos, sino que Dios mismo ha tomado la iniciativa y se nos ha
dado a conocer. Y lo ha hecho por medio de Jesús, de sus palabras, de sus
enseñanzas, de su trato con la gente, de su dedicación al Reino, de su muerte y
de su resurrección. Gracias a Jesús hemos conocido de cerca de ese Dios, y
podemos establecer con Él un trato personal, algo no sólo impensable, sino
escandaloso para otras religiones.
La Iglesia nos presenta en este domingo
la fiesta de la Trinidad, ese profundo misterio asumido solamente desde la fe,
no hay otro camino: tres personas distintas y un solo Dios. Cada vez que nos reunimos
el Día del Señor para celebrar la Eucaristía, celebramos el acontecimiento
pascual, que no es otro que la muerte y resurrección de Cristo que nos ha
salvado. Celebramos también el amor de Dios que nos quiere y da su vida por
nosotros; un amor que hoy miramos desde una perspectiva distinta, la
trinitaria. Jesús nos revela el misterio de Dios, el rostro de Dios, nos acerca
a Él, y nos dice:
- Que Dios es, antes que nada y por
encima de todo, Padre; o, mejor dicho, que esa es la actitud que Dios tiene con
toda la humanidad: la de ser Padre amoroso. Un Dios que dice de sí mismo “aunque tu padre y tu madre te abandonaran,
yo no te abandonaré jamás”. Esta es la primera perspectiva desde la que hoy
podemos mirar al Dios que nos ama.
- Y ese Dios amor, no se ha quedado en
el cielo, ha decidido hacerse cercano y dejarnos pronunciar su nombre y nos ha
dejado ver su rostro, el de Jesús de Nazaret. Es el Dios hecho Hijo que da su
vida por todos y cada uno de nosotros. Es el Dios que ha acortado tanto la
distancia con nosotros que se ha hecho uno de los nuestros, es un Hijo hecho
hombre que nos indica el camino para llegar a la verdad, a la libertad y a la
vida.
- Y ese Dios sigue amándonos que decide
entregarnos su propio Espíritu, su propio aliento para que viviera en nuestros
corazones. Porque los hombres somos pequeños, pobres y débiles, y necesitamos
una buena ayuda para ponernos a trabajar y dar la talla de lo que Dios espera
de nosotros; y esa ayuda nos la da el mismo Dios siendo para nosotros el
Espíritu Santo que nos anima, nos guía y nos ayuda a descubrir la voluntad de
Dios y a vivir de acuerdo con ella. En este Domingo de la Santísima Trinidad,
en el que nos sentimos queridos por este Dios Trino, revisemos cómo nos
queremos entre nosotros, y cómo hacemos realidad ese amor que Dios nos tiene.
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