2021 ADORACIÓN EUCARISTICA:
El León y el Ratón
Metidos ya en pleno calor y en el
descanso veraniego nos presentamos ante ti Señor llenos de confianza y
serenidad. El descanso nos hace bien para alejarnos un poco de la vida
rutinaria y diaria y así poder contemplar la maravilla de la creación y del don
de la vida. Te pedimos que durante este tiempo seamos capaces de irradiar tu
Reino de amor y de paz a todos los que nos encontremos y se relacionen con
nosotros.
Todos hemos oído el refrán «Haz el bien sin mirar a quién». También
Lucas 6, 33-34 nos dice: «Si hacéis bien
a los que os lo hacen a vosotros, ¿Qué mérito tenéis? ¡También los pecadores
hacen otro tanto! Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿Qué
mérito tenéis? También los pecadores prestan a los pecadores para recibir lo
correspondiente»
Jesús nos ha enseñado que nunca debemos
hacer el bien solo a aquellos que tendrán alguna forma de pagarnos el favor.
Eso es lo que hará la diferencia como cristianos ante el mundo. Escuche esta
historia: El León y el Ratón.
Después
de un largo día de caza, un león se echó a descansar debajo de un árbol. Cuando
se estaba quedando dormido, un ratón salió de su madriguera y tuvo la
ocurrencia de esconderse entre la melena del león, con tan mala suerte que lo
despertó. Muy malhumorado por ver su siesta interrumpida, el león atrapó al
ratón entre sus garras y dijo dando un rugido:
-
¿Cómo te atreves a perturbar mi sueño, insignificante ratón? ¡Voy a comerte
para que aprendáis la lección!
El
ratón, que estaba tan asustado que no podía moverse, le dijo temblando:
- Por
favor no me mates, león. Yo no quería molestarte. Si me perdonas la vida te
estaré eternamente agradecido. Déjame marchar, porque puede que algún día me
necesites.
- ¡Ja,
ja, ja! – se rio el león mirándole – Un ser tan diminuto como tú, ¿de qué forma
va a ayudarme? ¡No me hagas reír!
- Pero
el ratón insistió una y otra vez, hasta que el león, conmovido por su tamaño y
su valentía, le dejó marchar.
Unos
días después, mientras el ratón paseaba por el bosque, oyó unos terribles
rugidos que hacían temblar las hojas de los árboles.
Rápidamente
corrió hacia lugar de dónde provenía el sonido, y se encontró allí al león, que
había quedado atrapado en una robusta red. El ratón, decidido a pagar su deuda,
le dijo:
- No te preocupes, yo te salvaré.
El
león quiso reírse del ratón, pero prefirió callar e, incrédulo, esperó a ver
cómo aquel minúsculo animal podría sacarlo de tan grande red. El ratón empezó
entonces a roer la cuerda de la red donde estaba atrapado el león, y el león pudo
salvarse. El ratón le dijo:
- Días
atrás, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por ti en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidores.
El
león no tuvo palabras para agradecer al pequeño ratón. Desde este día, los dos
fueron amigos para siempre.
El león, el gran rey de la selva, nunca
se imaginó que una criatura tan pequeña podría devolverle el favor de
perdonarle la vida. En los estratos sociales se tiende a favorecer o ayudar a
aquellos de nuestra misma clase, pero poco se hace por aquellos de quienes no
tenemos una garantía de recibir algo a cambio.
La experiencia nos demuestra que en la
vida nunca debemos menospreciar a nadie, puesto que, por muy pequeño, frágil e
insignificante que parezca, algún día podemos necesitar un favor suyo.
Hay casos reales de personas que han
sido jefes y ocupado grandes cargos; pero la vida les ha dado vuelta y, de repente,
se encuentran como un empleado más. Es así, la vida nos puede dar un giro
inesperado y necesitar de la ayuda que venga de donde venga. Es en esos
momentos cuando podemos cosechar lo que hemos sembrado. Amén