2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XI
FESTIVIDAD DE SAN ANTONIO,
FIESTA
DE LA PARROQUIA
Hoy celebramos la
fiesta de San Antonio de Padua, nuestro patrono y nuestro modelo como comunidad
cristiana, seguidora de Jesús.
Dos pequeñas parábolas:
la semilla enterrada en la tierra y que brota sola y el grano de mostaza que es
muy pequeña, pero que llega a ser enorme. Son historias tomadas de la tierra pero
que en Jesús se convierten en historias de Dios. Jesús con palabras sencillas
que saben a casa, a campo, borra la distancia entre Dios y la vida. Estamos
convocados ante el crecimiento y desarrollo de la vida.
Lo que sucede con la tierra
es semejante al Reino, y tenemos que estar atentos para contemplar las maravillas
de la naturaleza y el nacer de un sentimiento que se convierte en actitud de
vida. Es conmovedor y fascinante leer el mundo con la mirada de Jesús, mirando
de abajo hacia arriba. Es liberador interpretar el Reino de los Cielos desde
abajo, pegados al suelo y a la realidad.
El crecimiento de la
planta no es consecuencia de una acción externa sino de una evolución de los
elementos que ya estaban en ella. Este aspecto es muy importante por dos
razones:
- 1ª porque nos
advierte de que lo importante no viene de fuera;
- 2ª El Reino no es
algo estático sino un proceso que no tiene fin, porque su meta es el mismo
Dios.
Nuestra tarea no es
producir el Reino, sino hacerlo visible.
Las semillas por muy
pequeñas que sean tienen un enorme potencial de vida, apreciamos el dinamismo
de la vida, ella produce por sí sola, tanto si duermes como si vigilas: las
cosas más importantes no hay que buscarlas, hay que esperarlas, no dependen de
nosotros, no hay que forzarlas. Dios está actuando y el mundo entero es un río
de vida que fluye hacia la plenitud.
La confianza inquebrantable
del Creador en los pequeños signos de la vida nos llama a tomarnos en serio el
camino de la pequeñez y nos lleva a mirar el mundo, nuestras heridas, de otra
manera. Hay que tomar muy en serio a los jóvenes y niños, cuidar el eslabón
débil de la cadena social, encontrar méritos donde nadie los ve.
San Antonio representó
bien este misterio de la pequeñez y del crecimiento. Nuestro patrón que
falleció a los 36 años ya había alcanzado un crecimiento humano y cristiano
enorme. Su existencia se basaba en la donación total de su vida al servicio del
Reino. Tenía una gran preocupación por los pobres y desvalidos. Él les da la
importancia que tienen a los ojos de Dios.
Hoy en especial nos
sentimos parroquia, comunidad que se reúne para plenificar la vida, para
sentirnos vivos, y que crecemos constantemente hacia lo mejor y lo más auténtico.
Todos somos necesarios, nos necesitamos para construir Iglesia y comunidad
reunida en el nombre del Señor Jesús. Os invito a participar de ella, a tomar
parte. Animo. Que san Antonio nos acompañe.
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