domingo, 20 de junio de 2021

2021 AÑO B TIEMPO ORDINARIO XII

 

La imagen que hoy nos presenta el evangelio me parece extraordinaria para hablarnos del sentido de la Iglesia y su misión. Una pequeña barca que surca los mares y con Jesús a bordo.

- Lo primero que yo destacaría son las palabras de Jesús: vamos a la otra orilla. Quizá sea esta la misión de la Iglesia formada por Jesús y sus discípulos, ir a la otra orilla, no parar nunca, anunciar el Reino a todos los pueblos. Salir siempre de sí mismo para ir al encuentro de los demás. Quizá para muchos ir a la otra orilla sea atravesar el rellano de la escalera y saludar a aquel vecino o encontrar las cosas positivas de mi compañero de trabajo etc…

- Las barcas pequeñas o grandes están a salvo amarrados en el puerto, pero no fueron construidos para eso. Están hechos para navegar, y también para hacer frente a las tormentas. Navegamos sobre madera frágil en el mar de la vida, sobre cáscaras de nuez. Pero hay que ir siempre más allá: Hay un más allá que habita las cosas.

- La buena noticia no permanece a salvo, atracada en el muelle o anclada. Nuestro lugar no está en los éxitos, sino en un barco en el mar, mar abierto, donde tarde o temprano, durante la navegación de la vida, habrá aguas turbulentas y vientos en contra. La verdadera pedagogía es la de Jesús: transmitir sin miedo la buena noticia, navegar por el mar abierto, navegar hacia adelante, y con la alegría del mar infinito.

- En la breve navegación, Jesús se duerme exhausto. Y de repente surge la tormenta. A todos nos gustaría un cielo siempre despejado y luces claras para indicar la navegación, un puerto seguro y cercano. Pero en ciertos momentos nos asalta la percepción de que estamos abandonados en cuanto se levanta el viento de la enfermedad, una crisis familiar, relaciones dolorosas, esta pandemia. Nos sentimos náufragos en una historia donde Dios parece dormir, en lugar de intervenir de inmediato, ante los primeros signos de fatiga, ante el primer mordisco del miedo, en cuanto el dolor nos desgarra como un depredador.

El grito de la humanidad: ¿No te importa que muramos? Entonces Jesús se despertó, amenazó el viento y el mar ..., porque de verdad se preocupa por nosotros. Le preocupan los gorriones del cielo y nosotros vales más que muchos gorriones.

Dios está con nosotros. Dios no nos salva de la tormenta sino en la tormenta. No protege del dolor sino en el dolor. No salva al Hijo de la cruz sino en la cruz (P. Bonhoeffer). Él está con nosotros, para salvarnos de todos nuestros naufragios. Porque no tenéis fe. Jesús está con nosotros y con todos aquellos que, juntos, realizan los gestos sencillos y humildes que protegen la vida.

 

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