2021 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA.
LA
EUCARISTÍA: CENTRO, CULMEN, FUENTE DE VIDA
“Yo soy el pan de vida, dice Jesús. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6, 48-51).
A los pies del
sagrario queremos saborear palabra por palabra y afecto por afecto estos
pensamientos encerrados en estos versículos.
Cuando nos
dices Yo soy, te miramos, Señor,
desde la ventana de la fe que nos has dado, y confesamos que te reconocemos
como Hijo de Dios que has venido hasta nosotros. Tú eres el Amor, la Vida, la
Amistad, la Salvación.
Tú eres Pan
vivo bajado del cielo, pensamos que te ofreces a nosotros como un manjar en la
mesa del banquete, amistad, conversación, abrazo. ¡Tan humilde te haces que
llegas a nuestra tienda pobre para invitarnos!
En la Sagrada Escritura, y en toda la tradición cultural, la simbología
del pan es muy clara: representa el alimento básico que necesita todo hombre
para vivir. Es un modo más concreto de decir comida, tomando la imagen más
frecuente en todas las culturas. Cristo usa esta imagen aplicándola a la vida
humana, más allá del mero subsistir biológico. Igual que todo hombre necesita
comer, alimentarse, para que su cuerpo se desarrolle con normalidad, de igual
modo todo hombre necesita a Cristo para crecer y vivir como ser humano, que ama
y es amado, que conoce y es conocido, que se interrelaciona con todo lo que le
rodea.
Comer de tu
pan es tener vida para siempre, nos haces olvidar nuestras apetencias de
placeres y manjares terrenos. Tú ofreces otros tan elevados y nobles que
mantienen la vida para siempre en tu felicidad. ¡Danos Señor, hambre de tu pan
de vida, hambre de vivir en ti!
Jesús nos recuerda expresamente: Si no coméis mi carne y no bebéis mi
sangre, no tendréis vida en vosotros. Si descuidamos los sacramentos, si nos
creemos tan fuertes que pretendemos ser santos con nuestras solas fuerzas,
vamos a fracasar. Seamos humildes, sencillos, y acerquémonos a recibir el
alimento de la Eucaristía, este maravilloso regalo que Dios nos ha dado para
acompañarnos en nuestro peregrinar por esta vida, en camino hacia el cielo.
Jesús no es sólo alimento; es también nuestra mejor compañía. Una
alegría compartida es mayor alegría, y una pena compartida es más llevadera.
Por eso el Señor nos dejó un modo de acompañarnos más íntimo que su presencia
como Creador del mundo. Dios está en todas partes; pero su amor delicado le
llevó a quedarse cerca de nosotros de un modo especial en la Eucaristía. Esta
presencia, esta compañía, es tan íntima que nos permite tenerle dentro de
nuestro corazón. Ya no es sólo un Dios cuidador que está cerca de su creatura;
ni siquiera un buen amigo que está a nuestro lado. Es alguien que entra en
nuestro interior más profundo, que nos acompaña desde lo más íntimo de nuestro
corazón, desde el fondo de nuestra alma.
Señor, tu nos
invitas a comer para saciar nuestra hambre y a beber para saciar nuestra sed.
Mas no a comer y beber de la cosecha de nuestros campos y de nuestras viñas,
sino a comer y beber de ti mismo: de tu cuerpo y sangre. Porque sin
participar de su banquete, en su carne y en su sangre, nuestra vida fluye sin
sentido, por ríos que nacen en manantiales turbios.
Tu concedes
fecundidad a nuestra vida eucarística, a la comunión espiritual-sacramental
contigo, al compromiso sellado en la intimidad de un banquete de bodas.
Te doy
gracias, Señor. Vivir en ti y contigo, alimentándonos en la corriente viva de
los sacramentos, y en el amor que se derrama en caridad, es ponerse en camino a
la vida eterna.
Comer tu
cuerpo y beber tu sangre es vivir en ti, y que viviendo en ti hay que
prodigarse en las obras de amor que quedaron selladas en la mesa del banquete
eucarístico.
No hay traje
de boda sin caridad, no hay invitación al banquete si no media el amor y la
solidaridad, no hay nacimiento a la eternidad venturosa si no se lleva en la
frente el sello del amor universal, generoso, oblativo...
¡Gracias
Señor, por tu palabra, por tu verdad, por tu Eucaristía!
No hay comentarios:
Publicar un comentario