sábado, 20 de noviembre de 2021


 2021 AÑO B 

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY DEL UNIVERSO

Pilato, el hombre que ostenta el mayor poder en Jerusalén, y el joven rabino desarmado: frente a frente, frente a la historia del mundo.

¿Eres el rey de los judíos? ¿Es posible que este galileo de ojos claros y rectos sea el líder de una revuelta, que de ella surja un peligro para Roma? No, ese hombre indefenso es un peligro para las tramas del sanedrín, para los juegos de los políticos: te han entregado a mí, quieren matarte. ¿Qué has hecho? Jesús me conmueve con su coraje, con su estatura interior, mientras hace que un viento real de libertad y orgullo se eleve sobre el pretorio. Y ahora abre el mundo de Pilato, lo amplía, introduce otra dimensión, otra latitud del corazón: mi reino no es de este mundo, donde hay luchas, violencia, abusos, engaños y devoraciones. En mi reino no hay legiones, ni espadas, ni depredadores. Para los reinos de este mundo, para el corazón de este mundo, lo esencial es ganar, en mi reino lo más importante es servir. Mi Reino pertenece a los pobres, a los claros, a los libres, a los artesanos de la paz y la justicia... He venido a levantar a los reyes del mañana de entre los pequeños de hoy. "He venido al mundo para dar testimonio de otra verdad". La palabra de Jesús es verdadera precisamente porque está desarmada, no tiene más fuerza que su luz. Él está ahí delante, la verdad; es el hombre en el que las palabras más bellas del mundo se han hecho carne y sangre, se han convertido en verdad.

 

Hoy no celebramos la subida al trono del amo del mundo, Jesús no es eso: es el autor y el servidor de la vida. Que cambia la lógica de la historia mediante la revolución de la ternura, la última palabra sobre el sentido de nuestra existencia y, al mismo tiempo, sobre el corazón de Dios. Entonces, ¿quién es mi Rey? ¿Quién es mi Señor? ¿Quién da órdenes a mi futuro? Lo elijo a él, a él de nuevo, al Nazareno, con la certeza de que nuestro retorcido corazón, esta enmarañada historia, sigue, a pesar de todas las negaciones, un camino de salvación. Porque Dios está involucrado, está aquí, tiene sus manos enredadas para siempre en la espesura de cada vida. Pilato toma la afirmación de Jesús: soy rey, y la convierte en el título de su condena, la inscripción burlona que se clavará en la cruz: éste es el rey de los judíos. Quiso burlarse de él, pero en cambio fue profeta: el rey está visible allí, en la cruz, con los brazos abiertos, donde lo da todo de sí mismo y no toma nada nuestro. El verdadero poder, el que cambia el mundo, es la capacidad de amar así, con amor desarmado, hasta el final, hasta el extremo, hasta el final.

 

Que venga tu Reino, Señor, y que sea tan hermoso como todos los sueños, tan intenso como todas las lágrimas de los que vivieron y murieron en la noche para forzar el amanecer.

 

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