miércoles, 10 de noviembre de 2021

2021 Noviembre

 ADORACIÓN EUCARISTICA, AMIGOS DE VERDAD

 Hermanos, amigos en esta tarde en que nos colocamos delante de Jesús sacramentado, nos asaltan tantos sentimientos de bondad, de gratitud, de generosidad. Nos sentimos amados y queridos hasta el fondo del alma, en lo que somos y en los que nos falta para ser mejores. El Señor nos ama igual, y nos ama, así como estamos y como somos. La fuerza de ese su amor nos pone en pie y nos coloca en el camino del regreso a la casa del Padre. Cuentan una historia curiosa sobre la verdadera amistad, oigámosla:

AMIGOS DE VERDAD

Un hombre transitaba por un camino con su caballo y su perro, cuando de pronto se encontraron en medio de una tormenta muy fuerte. Para cubrirse, se refugiaron debajo de un enorme árbol, pero cayó un rayo y los tres murieron.

El hombre no se dio ni cuenta de lo que había pasado y prosiguió su camino con sus dos amigos, sólo sabía que los tres estaban sedientos.

En el camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza. En el centro había una fuente de donde manaba abundante agua cristalina, así que el hombre se dirigió a quien custodiaba la entrada:

- Buenos días. ¿Cómo se llama este lugar tan bonito?

- Esto es el Cielo.

Sin hacer mucho caso dijo:

- Tenemos mucha sed, necesitamos beber.

- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera -y le señaló la fuente-.

- Pero mi caballo y mi perro también tienen sed.

- Lo siento mucho -dijo el guardián-, pero aquí no se permite la entrada a los animales.

El hombre, a pesar de tener muchísima sed, dijo que no bebería si sus amigos no lo podían hacer también, se despidió del guardián y siguió.

Después de caminar un buen tiempo cuesta arriba, ya exhaustos, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una vieja puerta de madera que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.

A la sombra de uno de los árboles, había un hombre descansando.

-Buenos días, -dijo el caminante-.

El hombre respondió con un gesto.

- Tenemos mucha sed.

- Hay una fuente entre aquellas rocas, -dijo el hombre, indicando el lugar-. Podéis beber toda el agua, que necesitéis.

El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y bebieron hasta saciarse. El peregrino volvió atrás para dar las gracias al hombre.

- Podéis volver siempre que queráis, le respondió.

- A propósito -dijo el viajero-, ¿cómo se llama este lugar?

- Aquí es el Cielo.

- ¿El Cielo? ¡Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que el Cielo estaba allí!

- Aquello no era el Cielo, era el Infierno, -contestó el guardián-.

El caminante quedó perplejo.

- ¡Deberían prohibir que utilicen su nombre! ¡Esta falsedad debe provocar grandes confusiones!

- ¡De ninguna manera! En realidad, nos hacen un gran favor, ya que allí se quedan todos los que son capaces de abandonar… a sus mejores amigos.

Señor tu eres nuestro mejor amigo, contigo queremos caminar asidos de tu mano, buscando el agua viva, el agua que calma todo tipo de sed. Solo contigo encontremos lugar para refrescarnos y disfrutar de la amista de todo lo creado, todos somos tus criaturas y todos nos encaminamos felices hacia ti. Nunca nos abandones y que nunca sintamos flaqueza para seguir buscándote siempre.

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