miércoles, 24 de noviembre de 2021


 

2021 MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

 EL CABALLO Y EL DEMONIO

En esta tarde Señor, en un ambiente de fin de tiempo litúrgico y anhelando el nuevo periodo del Adviento, como nueva oportunidad para ir trasformando nuestra vida y nuestras inquietudes. Nos damos cuenta que muchas veces dejamos salir de nuestro interior los más voraz y destructivo que todos tenemos: nuestra maldad puede alcanzar cotas inimaginables, y a veces provocada por un simple acto. Unas palabras, unas miradas disonantes, unas actitudes deshonestas pueden provocar un sinfín de acontecimientos negativos a nuestro alrededor. Oigamos esta curiosa historia:

 

EL CABALLO Y EL DEMONIO: Una vez un caballo estaba amarrado y se jaloneaba para soltarse, y vino un demonio y lo soltó.

El caballo se metió en la finca de un campesino y comenzó a comerse la siembra.

El dueño de la finca se enojó tomó su rifle y mató al caballo.

Entonces el dueño del caballo también se enojó tomó su rifle por venganza mató al dueño de la finca.

Después la mujer del dueño de la finca lo vio y mató al dueño del caballo.

Entonces el hijo del dueño del caballo se enfureció fuertemente y mató a la Mujer del dueño de la finca.

Los vecinos enardecidos, mataron al Muchacho y quemaron su casa; entonces le preguntaron al demonio;

¿Porque hiciste todo eso? El demonio respondió, yo sólo solté al caballo.

 

EL Diablo hace cosas simples, porque sabe que la maldad está en nuestros corazones y solitos hacemos el resto. Por eso es bueno pensar antes de actuar, no sea que una cosa sin importancia cause mucho daño.

En ocasiones el enemigo o nuestro adversario el diablo hace pequeñas cosas en nuestra vida, solo para probar el nivel de maldad que tenemos los hombres. A veces nos justificamos echándole la culpa al diablo de todo lo que nos pasa, pero tenemos que tener en cuenta que nosotros mismos somos responsables de nuestros actos.

Ya lo decía el libro de los Proverbios: El que fácilmente se enoja hará locuras; y el hombre perverso será aborrecido (Prov.14, 17)

Somos nosotros los que estamos tan llenos de maldad que olvidamos ser buenos, algunos dicen que el diablo se toma unas largas vacaciones a costa nuestra, de vez en cuando viene sopla un murmullo y regresa a sus vacaciones, y nosotros que ya estamos llenos de maldad explotamos el problema y sigue la confrontación. Él descansa mientras nosotros hacemos todo el daño que Él debía estar haciendo.

Recordemos que la palabra tiene poder, para dar vida y para dar muerte, para bendecir o para maldecir... Pensemos antes de actuar, no sea que una cosa sin importancia, cause mucho daño. Pensemos antes de hablar

Las críticas, los miedos, las culpas, los resentimientos causan más problemas que cualquier otra situación que pueda vivir el ser humano, e incluso producen enfermedades psicosomáticas.

El sentimiento o emoción del resentido es originado por el hecho de culpar a los demás en lugar de asumir la responsabilidad de nuestras experiencias interiores, o sea, lo que estás sintiendo. El resentimiento es un estado emocional propio del ser humano por el cual nos dolemos por lo que otros dijeron o hicieron, y al apropiarnos de ello sentimos dolor.

Señor Jesús ayúdanos a perdonar y reconocer nuestros fallos para tú los puedas curar junto a nosotros. Somos nosotros los que nos tratamos mal, dejando surgir los sentimientos negativos y vengativos. Que a Tu lado podamos sentirnos bien y a gusto, reconocidos y amados, para poder así amar a los demás, nuestros hermanos, amigos y enemigos. El perdón nos hace bien a nosotros en primer lugar y después a los otros

Ayúdanos a eliminar de nuestra vida todo resentimiento y vivir siempre en agradecimiento y en reconocimiento del don de los demás. Amén.

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