2021 AÑO C TIEMPO DE ADVIENTO I
Comenzamos un nuevo año, según el calendario litúrgico; y empieza con un fuerte período de espera: es lógico pues cada año que comienza se reactivan expectativas, despiertan nuevas ilusiones.
Pero no es una espera
pasiva, como alguien sentado en una sala de espera, sino una espera activa, vigilante,
a la expectativa, preparando la casa, la habitación cuando esperamos que
alguien querido llegue.
¡Estar atentos!
exhorta san Pablo escribiendo a los hermanos de Corinto. Mirar, otear es un
componente fundamental de la fe; ¡no con miedo, sino con confianza!
Tener fe significa ser
consciente de una doble presencia: la de Dios y la del mundo. Ser conscientes de
que Dios Padre está presente hoy en la comunidad de humana. Ser conscientes del
mundo, pero no del mundo en general y menos del mundo virtual, sino del mundo
que hoy se muestra a nuestros ojos, del mundo que nos encontramos todos los
días, del que formamos parte.
Es una vocación común
de toda la Iglesia y de todo cristiano transformar
el tiempo del hombre en tiempo de salvación, aceptando vivir los desafíos
del presente a la luz de la fe. Aunque nuestro mundo esté marcado por un
relativismo salvaje, que a menudo conduce a un vacío de ideales, a la ausencia
de sentido y orientación, a un pensamiento débil. Ya no hay nada sólido,
estable y definitivo, ni siquiera relaciones. De hecho, hoy hablamos de
relaciones líquidas (Bauman). El individualismo y la soledad crecientes son las
consecuencias fatales.
No es extraño que, a lo
largo del evangelio, escuchemos tantas veces su llamada insistente: «vigilad», «estad atentos a su venida»,
«vivid despiertos». Es la primera actitud del que se decide a vivir la vida
como la vivió Jesús. Lo primero que hemos de cuidar para seguir sus pasos.
Vivir despiertos
significa no caer en el escepticismo y
la indiferencia ante la marcha del mundo. No dejar que nuestro corazón se endurezca. No quedarnos solo
en quejas, críticas y condenas. Despertar activamente la esperanza.
Vivir despiertos
significa vivir de manera más lúcida,
sin dejarnos arrastrar por la insensatez que a veces parece invadirlo todo.
Atrevernos a ser diferentes. No
dejar que se apague en nosotros el deseo de buscar el bien para todos.
Vivir despiertos
significa vivir con pasión la pequeña
aventura de cada día. No desentendernos de quien nos necesita. Seguir haciendo
esos “pequeños gestos” que
aparentemente no sirven para nada, pero que sostienen la esperanza de las
personas y hacen la vida un poco más amable.
Vivir despiertos significa
despertar nuestra fe. Buscar a Dios en
la vida y desde la vida. Intuirlo muy
cerca de cada persona. Descubrirlo en todo lo noble, bueno, recto y
sensato.
¡Feliz Adviento a
todos!
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