miércoles, 29 de junio de 2022


 

2022 junio. MEDITACIÓN EUCARÍSTICA:

Rezando el padre nuestro frente a la eucaristía

 

Estoy frente a ti, Señor, en esta tarde de cielo azul y sereno. Me dispongo a rezar, después de saludarte y empiezo:

"Padre Nuestro... me detengo y llega hasta mi como un relámpago la escena en que tú, Jesús, les decías a aquel grupo de hombres que habías escogido, que te seguían y que te veían orar. Te preguntaron cómo debían orar y tú dijiste:

“Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal” (Mt 6, 9-13)

Y añadiste: Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco el Padre os perdonará a vosotros. 

Su comienzo es toda una maravilla de grandeza, de fuerza, de ternura... y revelada por ti, Señor, porque sino ¿quién se atrevería a llamar PADRE, al Omnipotente, al Creador del cielo y de la tierra, a la Divinidad, al Todopoderoso, al que dijo: "Yo Soy El que Soy"? Pues bien, Jesús, tú que eres su Hijo, dijiste que es así como le podemos llamar, con plena confianza, con respeto, pero con mucho amor: Padre.

También nos dices que hay que santificar ese NOMBRE, que debemos darle todo el respeto y la gloria de que es merecedor y después añades una petición: Que venga tu Reino, ese Reino por el que Tú te hiciste hombre y es el que viniste a anunciar y que fue el causante de tu muerte y nos sigues pidiendo que recordemos que es también nuestra misión el anunciarlo.

Y lo que sigue, ¡qué bien lo sabes tú, Jesús! Cada día, en todos los rincones de la Tierra hay alguien que te dice, aún con lágrimas en los ojos y el corazón roto de dolor, ¡hágase tu Voluntad! ¡Qué difícil, cómo cuesta dejar todo en tus manos y aceptar tu Voluntad!

Y sigue otra petición: Nuestro pan Señor que no nos falte. ¡Que todos tus hijos, sin distinción de razas y credos, tengan el alimento de cada día, ya que a ti te preocupaba y apenaban aquellos hombres que te seguían y no tenían que comer y que tenían hambre... y lleno de piedad hiciste uno de los milagros más hermosos! Ahora nos toca a nosotros luchar porque llegue el día en que no exista el hambre en esta Tierra.

Y lo más importante, que nunca nos falte TU Pan, la Eucaristía, que siempre podamos recibirla, que aumentes nuestra fe para amar cada día más Tu presencia en ese pequeño pedacito de Pan donde quieres quedarte con nosotros para siempre.

Y luego, la petición de la humildad pidiendo perdón de nuestras ofensas, pero ese perdón, lleva una condición. ¡Ay, Jesús, esa condición, tú lo sabes porque conoces nuestro corazón, cómo nos cuesta! Mira que le ponemos al Padre, el ejemplo de que nos perdone "cómo nosotros perdonamos" y nosotros somos los que siempre decimos: "¡yo eso no lo voy a perdonar, no puedo, me han hecho demasiado daño o es una persona que no la soporto, me cae muy mal y no la voy a perdonar!" o "yo perdono, pero... no olvido". ¡Jesús!, tú que sabes y recuerdas que diste hasta la última gota de tu preciosa sangre para que fuésemos perdonados y sabes también que esa es la condición del amor por nuestros semejantes. Perdonar y olvidar, porque así es el perdón que Dios, nuestro Padre, nos da. Y nosotros sabemos muy bien cómo es nuestro perdón...

Y terminamos pidiendo: Que no nos dejes caer en la tentación, qué seamos fuertes para no rendirnos a los mil sortilegios y engaños del enemigo de ese Dios que tanto nos ama y ¡líbranos del mal! Si, líbranos de ese mal y de tantos males para que no echen raíces en nuestro corazón, y nos puedan alejar de nuestro Padre Dios.

Bendita, como ninguna, la oración del Padre Nuestro, que siendo tan hermosa la decimos todos los días, pero tan rutinariamente que no le podemos dar todo el maravilloso sentido y poder que ella encierra. Te pedimos Jesús, que la recemos despacio, con calma, con amor, sabiendo que la dirigimos a nuestro Padre Bueno que nos escucha y nos ama. Gracias por estar presente en la Eucaristía... gracias por Tu Pan de cada día.

sábado, 25 de junio de 2022


 


 


 

2022 AÑO C TIEMPO ORDINARIO XIII

 

El tema que abunda hoy en las lecturas es el del seguimiento. Pero los cristianos de hoy en día nos preguntamos ¿Merece la pena seguir a Jesucristo? Se nos propone reflexionar sobre las condiciones de este seguimiento que el evangelista pone en boca de Jesús, y que resultan ser algunas de las expresiones más duras que aparecen atribuidas a Él. Hoy aparece un seguimiento fuerte, decidido, resolutivo.

- Lucas relata el gran viaje de Jesús hacia Jerusalén, hacia la cruz. En la primera parte de la caminata aparece un pueblo de Samaria que se niega a aceptarlo. Entonces Santiago y Juan, los mejores, los más cercanos, elegidos quieren usar violencia contra esa ciudad. Jesús abre de par en par las mentes de sus amigos: muestra que no tiene nada en contra de los seres humanos, lo acepten o no, aunque sean herejes o enemigos, Dios nunca se venga.

Es el icono de la libertad, incluso defiende los que no piensan como él. Defiende ese pueblo para defendernos a todos. Para él el hombre está antes que su fe, el hombre cuenta más que sus ideas.

"¡Vamos a otro pueblo!" Tiene el mundo por delante, peregrina sin fronteras, un mundo de encuentros; a la vuelta de cada camino de Samaria hay siempre una criatura a la que escuchar, un hogar al que desear la paz; todavía un ciego al que curar, otro pecador al que perdonar, un corazón al que vendar, un pobre al que anunciar que es el príncipe del Reino de Dios.

- En la segunda parte del evangelio, entran en escena tres personajes que nos representan a todos. Los zorros tienen madrigueras, los pájaros nidos, pero yo no tengo dónde reclinar la cabeza. Pero Jesús tenía un montón de casas de amigos felices de recibirlo para compartir el pan y los sueños. Con la metáfora de los zorros y los pájaros, dibuja un retrato de su existencia amenazada por la institución, expuesta. El que quiere vivir tranquilo y en paz en su nido no puede ser su discípulo.

El que ha puesto su mano en el arado... Cada discípulo, está llamado a arar una pequeña porción de tierra, a mirar no siempre hacia sí mismo, sino hacia los grandes campos del mundo. Hacer surcos y nada más, tal vez incluso un surco poco profundo, tal vez no muy recto, pero sabe que el Señor pasará entonces y sembrará de vida los campos de la vida.

Seguir a Jesús no significa huir hacia un pasado ya muerto, sino tratar de vivir hoy con el espíritu que le animó a él. Como ha dicho alguien con ingenio, se trata de vivir hoy «con el aire de Jesús» y no «al viento que más sopla». Por eso, seguir a Jesús implica casi siempre caminar «a contracorriente», en actitud de rebeldía frente a costumbres, modas o corrientes de opinión que no concuerdan con el espíritu del Evangelio.

Por eso, seguir a Jesús exige estar dispuestos al conflicto y a la cruz. Estar dispuestos a compartir su suerte. Aceptar el riesgo de una vida crucificada como la suya, sabiendo que nos espera resurrección. ¿Seremos capaces de escuchar hoy la llamada siempre viva de Jesús a seguirlo?

miércoles, 22 de junio de 2022


  2022 JUNIO, ADORACIÓN EUCARISTICA.
 La arboleda

Dentro de unos días celebraremos la fiesta del Sagrado corazón de Jesús. Una fiesta muy significativa dentro del universo de la fe. Pues celebramos ese corazón roto y coronado de espinas que Jesús entregó por cada uno de nosotros.

La devoción al Sagrado Corazón siempre ha estado íntimamente ligada a la Eucarística. La Misa es la expresión plena del amor de Su Corazón por Su Padre y por nosotros. La Liturgia Eucarística hace presente sin cesar el deseo de Cristo al compartir su vida: "Este es mi cuerpo entregado y esta es mi sangre derramada por vosotros"

El Sagrado Corazón es símbolo de la vida interior de Jesús en su totalidad. Nos recuerda Su invitación a que vayamos a Él y acojamos su yugo suave y su carga ligera. En la Eucaristía vamos a Jesús, a Su Corazón manso y humilde. "Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso”.

Que hermosos sería un retorno sereno y armonioso al Corazón de Jesús. Sería una tarea urgente e importante entrarnos en el Corazón de Jesús. Jesús sacramentado en esta tarde te pedimos que nos acojas dentro de tu corazón lleno de amor y derrama todos tus dones sobre nosotros y sobre el mundo entero. Oigamos esta bonita reflexión

La arboleda: Cerca de un arroyo de aguas cristalinas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíces. En cambio, un laurel dijo:

- Yo voy a invertir mi savia en tener una buena raíz; así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten.

Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás.

El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje.

- ¡Laurel!, le decían, ¿para qué quieres tanta raíz? Mira, a todos nosotros nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate sólo de ti!

Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes.

Un buen día se desató una terrible tormenta y sacudió y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los derribara. En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas.

Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces dentro de tu corazón…, allí…, en tu alma… Y es ¡EL AMOR!

Que importante es el amor que tú nos enseñas a vivir y a desarrollar. A veces creemos que las cosas ocultas, sencillas y simples no tienen valor y sin embargo Jesús las ensalza continuamente en el evangelio. Es el valor de lo oculto, de lo pequeño. (Mt. 6, 1-18 y Lc 21, 1-4)

Este cuento nos ha enseñado que la fe está en la raíz de nuestra existencia como luz para caminar y fortaleza para resistir, como certeza interior de la compañía del Viviente.

La verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús representa y recuerda Su amor por nosotros. Significa devoción al amor de Jesucristo por nosotros en la medida en que este amor nos es recordado y representado por Su Corazón de carne.

Jesús te pedimos en esta tarde que nos hagas amar cada día más como tú nos amas. Que amemos con sinceridad y con verdad a todas las personas que tú nos pones en nuestro camino. Que seamos portadores de tu gran inmenso amor para con todos y que tu corazón palpite dentro del nuestro. Queremos confiar en ti y ponemos toda nuestra vida en tus manos de hermano y guía de nuestras vidas. Amén.

domingo, 19 de junio de 2022


 

2022 AÑO C SOLEMNIDAD DEL CORPUS CRISTI

DIA DE CARIDAD: DE LA ADORACIÓN AL COMPROMISO

Hay una preocupación de los apóstoles por la multitud, comparten su hambre, pero no ven ninguna solución: que cada uno vaya a resolver sus problemas, como pueda, donde pueda. Pero Jesús nunca despidió a nadie. Al contrario, quiere hacer de ese lugar abandonado un hogar cálido con pan y cariño. Jesús cambia repentinamente la historia: Dadles vosotros de comer. Un verbo simple, escueto y concreto: dar. El verbo amar se traduce siempre por dar (tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo (Jn 3,16), no hay mayor amor que dar la vida por los amigos (Jn 15,13).

Imposible: sólo cinco panes y dos peces. Un pan por cada mil personas. Pero el Señor quiere que su valor y el milagro de dar arraiguen en sus discípulos. Hay suficiente pan en la tierra para el hambre de todos, pero no para la codicia de unos pocos. Sin embargo, el dador nunca se vuelve pobre. La vida vive cuando se da. La sorpresa es que ese pequeño pan compartido entre todos, que pasa de mano en mano, se convierte en suficiente, se multiplica en pan inacabado. La sorpresa está en compartir lo poco que tengo, sea como sea: dos peces, un vaso de agua fresca, aceite y vino en mis heridas, un poco de tiempo y un poco de corazón, una caricia amorosa.

También en el día del Corpus celebramos el día de la caridad: Ojalá pongamos en practica el lema de este año “De la adoración al compromiso”, que nuestra cercanía con el santísimo sacramento nos lleve a acércanos a todos los seres humanos mas desfavorecidos y necesitados. Porque la eucaristía es:

1. Un don, signo privilegiado del amor verdadero que se entrega como el gran regalo de Dios.

2. Es alimento para la vida. Es sacramento de amor, el amor ofrece razones y medios para sostener la vida. No alimenta el cuerpo sino el espíritu, el ánimo, la esperanza.

3. Es recuerdo. Nuestra experiencia nos dice que para que el amor no se enfríe ni decaiga es preciso recordar el pasado, pasar por el filtro del corazón. Haced esto en memoria mía.

4. Es presencia. El amor se vive en un presente que quisiéramos detener para siempre.

5. Es promesa. El amor no solo mira al pasado ni se estanca en el presente, sino que vuelve la mirada hacia el futuro. Quien ama de verdad siempre tiene una promesa que ofrecer.

6. Es sacrificio. Sacrificarse por la persona amada es el mayor signo del amor verdadero. No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. 

La eucaristía produce más amor: es fuente de esa capacidad de darse a los demás con humildad y generosidad. Ella es un gran estímulo para amar a Cristo, a Dios y a los hermanos. 

La participación en el sacramento del amor, no nos deja vivir después en el egoísmo y en la indiferencia. Celebrar la eucaristía nos lleva a hacernos eucaristía en la vida diaria. La fiesta del Corpus nos exhorta a entregarnos con sinceridad y eficacia a los hermanos y hermanas. Son muchos los que necesitan una mano compasiva, robusta y delicada.

sábado, 18 de junio de 2022


 DOMINGO 19 de JUNIO

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI
Procesión desde la Parroquia de la Asunción
a la Parroquia de S. Antonio
HORARIO: 8'40h
ITINERARIO: Calle la Mar -
Calle Cándida Carbonell -
Plza. del Convent

2022 SOLEMNIDAD 

DEL SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana. Esto se confirma en el artículo 11 de Lumen Gentium. Se dice que la fuente significa que de allí brotan todas las gracias de la vida cristiana, se dice que es cumbre porque todos los aspectos de la vida cristiana conducen a ella. Entonces, si la Eucaristía es la fuente y la cumbre de nuestra vida, es conveniente y adecuado que nuestra vida sea una vida eucarística.

La Eucaristía se vive como una forma de ceremonia espiritual. Lo que se quiere decir en la celebración de la Eucaristía no es solo si estoy en lo correcto o no en el sistema físico de movimiento, sino que hay una comprensión mucho más profunda del movimiento interior.

En la Eucaristía encontramos verdaderamente a Señor que se manifiesta en el cuerpo y la sangre de Cristo. Sólo en la Eucaristía el pan y el vino se transforman en el cuerpo y la sangre del Señor. Es el cuerpo y la sangre del Señor lo que recibimos en la Eucaristía, que se complace en estar presente en nosotros de una manera tan sencilla que podemos aceptarlo fácilmente. La Eucaristía nos anima: incluso en el camino más accidentado no estamos solos, el Señor no se olvida de nosotros y cada vez que vamos a él nos conforta con amor.

Uno de los frutos de nuestra vida eucarística está relacionado con el compartir la comida y la bebida. Los cinco panes y los dos peces que parecían insuficientes, finalmente se compartieron y se multiplicaron. Eso es lo que hace que sucedan los milagros. Si no hay una dimensión de compartir, el milagro especial no sucede. Solo cuando somos capaces de compartir lo que tenemos, se come hasta saciarse e incluso hay sobras en abundancia.

Para nosotros, la celebración de la Eucaristía siempre terminará después de la bendición final. Pero al final siempre dice el sacerdote: podéis ir en paz. Somos enviados. Así, después de la celebración de la Eucaristía, tenemos el deber de hacer de la Eucaristía parte de toda nuestra vida. Somos enviados para estar presentes en medio del mundo y hacer que el mundo esté más dispuesto a compartir. Compartir cinco panes y dos peces es cosa pequeña y trivial, pero cuando va acompañada de acción de gracias y en el nombre del Señor, hace que una pequeña cosa sea extraordinaria.

Compartir alimentos y bebidas con quienes nos rodean, especialmente aquellos que están en extrema necesidad, es uno de los mensajes de la Eucaristía. La distribución desigual de alimentos y bebidas es un grave problema de pobreza. Mucha gente no puede comer no porque falta alimentos, sino por la distribución desigual de los mismos.

Así, lo más práctico que podemos hacer es comer nuestra comida con gratitud; terminar la comida que compramos o tomamos cuando comemos; no desperdiciar los restos de comida; comer lo que necesitamos, no solo lo que nuestra boca quiere. El resto, construyamos el espíritu para compartir los cinco panes y los dos peces con el mayor número de personas posible.

 

miércoles, 15 de junio de 2022


 

2022 JUNIO MEDITACIÓN EUCARISTICA, 

EL PAN

Aquí estamos querido Jesús en el santísimo sacramento del altar, junto a ti en esta tarde. Cercana ya la fiesta del Corpus, de tu cuerpo y sangre, queremos meditar esta historia sobre el pan.

Comenzó cuando el panadero tomó una buena cantidad de masa ya preparada y la separó. Yo formaba parte de aquella masa. Había comenzado a familiarizarme con el agua, la sal y la levadura que me hacía crecer. Aspiraba a ser un pan grande, tierno, esponjoso por dentro y crujiente por fuera. Cuando el panadero comenzó a separar aquella masa en porciones muy pequeñas, abrí lentamente los ojos y comencé a tomar conciencia de mi problema. De aquella masa comenzamos a aparecer cientos de pequeños panecillos.

No iba a convertirme en un pan grande, de esos que se comparten en la mesa familiar entre la alegría y sonrisas. Cuando percibí mi tamaño real, comprendí que tampoco servía para ser un bocadillo de esos que los niños y niñas llevan al colegio por la mañana, con todo el cariño y preocupación de una madre.

En aquel momento, poco antes de introducirme en el horno, asomó en mis labios una protesta. Yo aspiraba a ser un pan grande, cocido en el horno, con los granos perfectos para que la gente me eligiera a mí. El tiempo que pasé dentro del horno fue de sufrimiento y frustración: ¿para qué padecer aquellos calores tan insoportables, si mi vida iba a carecer de sentido?

Cuando estuve cocido y preparado, me metieron junto con cientos de hermanos míos en un saco. Todos teníamos una misma pregunta y una idéntica frustración. Ha sido en el viaje de la panadería hasta llegar aquí cuando alguien se ha encargado de desvelarnos el secreto.

En el saco de transporte había un pan grande, al que todos los pequeños mirábamos con envidia. Ha sido él quien nos ha desvelado el secreto. Ante nuestras protestas ha comenzado a decirnos: “Cesad en vuestras quejas. Escuchad y dad gracias por la suerte que os ha correspondido”.

¡De verdad crees que es una suerte nacer pequeño, canijo y enclenque? Pero el pan grande prosiguió: Esta tarde os convertiréis para un grupo de Amigos de Jesús en signo de vida y esperanza. Se hizo un silencio entre los panecillos. Ninguno de nosotros acertábamos a comprender qué significaban aquellas palabras.

Luego, como quien tiene autoridad, el pan grande comenzó a explicarnos el sentido de nuestra misión: “Esta tarde vais a convertiros en el símbolo de la eucaristía” Algunos panecillos preguntaron: “¿Cómo será esa transformación, si sólo somos insignificantes panecillos?”

Mirad, prosiguió el pan grande: “Estáis hechos de harina. La harina se forma con muchos granos de trigo molidos y unidos. Miles de pequeños gestos amasados por la fuerza de Jesús de Nazaret. Pero no sólo eso. Seréis también imagen de los hombres y mujeres que quieren ser granos molidos.

Granos de trigo molidos y unidos, convertidos, día a día, en pan para los hombres que por diversas circunstancias se han roto en pedazos. Nuestra vida comenzaba a tener sentido. Por vez primera se dibujó una sonrisa en nuestros labios de harina.

El pan grande siguió: Tenéis en vuestro cuerpo diminuto un poco de sal, ¿verdad? La sal es signo de fidelidad, de aquello que dura y permanece. Los panecillos no cabíamos de gozo. Aquellas palabras daban un sentido nuevo a nuestra vida.

El pan grande prosiguió: Aún queda algo más, aunque tal vez nunca lleguéis a entenderlo. Sois signo del sueño más grande que el pan haya tenido nunca. Sois el amor de Dios presente en medio de su pueblo. Un Dios que se hace Pan para ser comido.

Nos pusieron en unas cestitas, nos han repartido, y ahora estamos entre tus manos. Y aunque soy un pequeño pan, quiero compartir contigo el secreto de mi vida: Soy harina, signo de una vida amasada por Dios. Soy grano de trigo molido formando un único pan: signo de unidad. Soy un poco de sal, signo de una vida compartida. Y soy finalmente, signo de un Dios Eucaristía que se hace Pan y alimento. Si quieres que el panecillo que tienes entre tus manos adquiera todo su sentido alimenta y déjate alimentar para que la vida de Jesús dinamice y transforme nuestra vida en pan que se parte y reparte. Que Jesús te bendiga en esta tarde y que Él, que quiso darse en alimento, te contagie su locura. Amén.

domingo, 12 de junio de 2022













































 




CELEBRACIÓN FIESTA DE LA PARROQUIA

Misa solemne a las 11h, cantada por el Orfeó, y con la participación de todos los grupos parroquiales de nuestra parroquia.

Terminada la celebración de la eucaristía hemos compartido comida en el patio del Colegio de los Hermanos Maristas. Gracias a todos los que habéis hecho posible con vuestra colaboración  esta comida fraterna.