Dentro de unos
días celebraremos la fiesta del Sagrado corazón de Jesús. Una fiesta muy
significativa dentro del universo de la fe. Pues celebramos ese corazón roto y
coronado de espinas que Jesús entregó por cada uno de nosotros.
La devoción al
Sagrado Corazón siempre ha estado íntimamente ligada a la Eucarística. La Misa
es la expresión plena del amor de Su Corazón por Su Padre y por nosotros. La
Liturgia Eucarística hace presente sin cesar el deseo de Cristo al compartir su
vida: "Este es mi cuerpo entregado y esta es mi sangre derramada por
vosotros"
El Sagrado
Corazón es símbolo de la vida interior de Jesús en su totalidad. Nos recuerda
Su invitación a que vayamos a Él y acojamos su yugo suave y su carga ligera. En
la Eucaristía vamos a Jesús, a Su Corazón manso y humilde. "Venid a mí
todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso”.
Que hermosos
sería un retorno sereno y armonioso al Corazón de Jesús. Sería una tarea
urgente e importante entrarnos en el Corazón de Jesús. Jesús sacramentado en
esta tarde te pedimos que nos acojas dentro de tu corazón lleno de amor y
derrama todos tus dones sobre nosotros y sobre el mundo entero. Oigamos esta
bonita reflexión
La arboleda: Cerca de un arroyo de aguas
cristalinas, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos
gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes,
pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíces. En cambio, un
laurel dijo:
- Yo voy a invertir mi savia en tener una buena
raíz; así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten.
Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser
bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de
admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así todo el tiempo,
mirándose y riéndose de los demás.
El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se
reían de él, señoreando sus flores y perfumes, meneando el abundante follaje.
- ¡Laurel!, le decían, ¿para qué quieres tanta raíz?
Mira, a todos nosotros nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza.
¡Deja de pensar en los demás! ¡Preocúpate sólo de ti!
Pero el laurel estaba convencido de lo contrario;
deseaba amar a los demás y por eso tenía raíces fuertes.
Un buen día se desató una terrible tormenta y
sacudió y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un
ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados que por más que gritaban no
pudieron evitar que el viento los derribara. En cambio, el pequeño laurel, como
tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas.
Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene
firmes en los momentos difíciles no son las apariencias, sino lo que está
oculto en las raíces dentro de tu corazón…, allí…, en tu alma… Y es ¡EL AMOR!
Que importante
es el amor que tú nos enseñas a vivir y a desarrollar. A veces creemos que las
cosas ocultas, sencillas y simples no tienen valor y sin embargo Jesús las
ensalza continuamente en el evangelio. Es el valor de lo oculto, de lo pequeño.
(Mt. 6, 1-18 y Lc 21, 1-4)
Este cuento
nos ha enseñado que la fe está en la raíz de nuestra existencia como luz para
caminar y fortaleza para resistir, como certeza interior de la compañía del
Viviente.
La verdadera
devoción al Sagrado Corazón de Jesús representa y recuerda Su amor por
nosotros. Significa devoción al amor de Jesucristo por nosotros en la medida en
que este amor nos es recordado y representado por Su Corazón de carne.
Jesús te
pedimos en esta tarde que nos hagas amar cada día más como tú nos amas. Que
amemos con sinceridad y con verdad a todas las personas que tú nos pones en
nuestro camino. Que seamos portadores de tu gran inmenso amor para con todos y
que tu corazón palpite dentro del nuestro. Queremos confiar en ti y ponemos
toda nuestra vida en tus manos de hermano y guía de nuestras vidas. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario