2022 AÑO C SOLEMNIDAD DEL CORPUS
CRISTI
DIA DE CARIDAD: DE LA ADORACIÓN
AL COMPROMISO
Hay
una preocupación de los apóstoles por la multitud, comparten su hambre, pero no
ven ninguna solución: que cada uno vaya a resolver sus problemas, como pueda,
donde pueda. Pero Jesús nunca despidió a nadie. Al contrario, quiere hacer de
ese lugar abandonado un hogar cálido con pan y cariño. Jesús cambia repentinamente
la historia: Dadles vosotros de comer. Un verbo simple, escueto y concreto:
dar. El verbo amar se traduce siempre por dar (tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo (Jn 3,16), no hay mayor
amor que dar la vida por los amigos (Jn 15,13).
Imposible:
sólo cinco panes y dos peces. Un pan por cada mil personas. Pero el Señor
quiere que su valor y el milagro de dar arraiguen en sus discípulos. Hay
suficiente pan en la tierra para el hambre de todos, pero no para la codicia de
unos pocos. Sin embargo, el dador nunca se vuelve pobre. La vida vive cuando se
da. La sorpresa es que ese pequeño pan compartido entre todos, que pasa de mano
en mano, se convierte en suficiente, se multiplica en pan inacabado. La
sorpresa está en compartir lo poco que tengo, sea como sea: dos peces, un vaso
de agua fresca, aceite y vino en mis heridas, un poco de tiempo y un poco de
corazón, una caricia amorosa.
También
en el día del Corpus celebramos el día de la caridad: Ojalá pongamos en
practica el lema de este año “De la
adoración al compromiso”, que nuestra cercanía con el santísimo sacramento
nos lleve a acércanos a todos los seres humanos mas desfavorecidos y
necesitados. Porque la eucaristía es:
1.
Un don, signo privilegiado del amor verdadero que se entrega como el gran
regalo de Dios.
2.
Es alimento para la vida. Es sacramento de amor, el amor ofrece razones y
medios para sostener la vida. No alimenta el cuerpo sino el espíritu, el ánimo,
la esperanza.
3.
Es recuerdo. Nuestra experiencia nos dice que para que el amor no se enfríe ni
decaiga es preciso recordar el pasado, pasar por el filtro del corazón. Haced
esto en memoria mía.
4.
Es presencia. El amor se vive en un presente que quisiéramos detener para
siempre.
5.
Es promesa. El amor no solo mira al pasado ni se estanca en el presente, sino
que vuelve la mirada hacia el futuro. Quien ama de verdad siempre tiene una
promesa que ofrecer.
6.
Es sacrificio. Sacrificarse por la persona amada es el mayor signo del amor
verdadero. No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos.
La
eucaristía produce más amor: es fuente de esa capacidad de darse a los demás
con humildad y generosidad. Ella es un gran estímulo para amar a Cristo, a Dios
y a los hermanos.
La
participación en el sacramento del amor, no nos deja vivir después en el
egoísmo y en la indiferencia. Celebrar la eucaristía nos lleva a hacernos eucaristía
en la vida diaria. La fiesta del Corpus nos exhorta a entregarnos con
sinceridad y eficacia a los hermanos y hermanas. Son muchos los que necesitan
una mano compasiva, robusta y delicada.
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