2022 julio MEDITACION EUCARISTICA:
LA ANCIANA MENDIGA
Nos hemos reunido delante de
Jesús eucaristía para pasar un momento de meditación, de silencio y
contemplación. Estos ratos pasados contigo Señor nos ayudan a ser más
consientes, nos animan para que retomemos el camino de la vida con más vigor y
energía. Necesitamos notar y sentir que tú nos acompañas por la vida y que
contigo podremos afrontar todos los problemas y dificultades que nos depara la
vida. Pero necesitamos fe y confianza. Creer de verdad que tú eres el Dios con
nosotros, que no se aparta jamás de nuestro lado. Oigamos esta edificante
historia. LA ANCIANA MENDIGA, (o el
poder de la fe): Hacía
mucho tiempo que la ermita del santo Cristo de la fe, muchas personas iban a su
templo para dejar sus ofrendas. Pero vivía por entonces una anciana mendiga que
no tenía nada para llevar. Y lo cierto es que deseaba tanto poder hacer una
ofrenda que decidió pedir limosna un día y sacrificar su comida a cambio de
unas pocas monedas. Con ellas compró una pequeña lámpara de aceite. El dinero
no le daba para nada más.
Ilusionada,
llegó al templo y encendió su lamparita. La colocó junto al resto, todas más
grandes, y dijo en voz alta:
-
Perdona, Señor, por no poder traerte nada más. Es todo lo que tengo, pero deseo
que esta pequeña luz pueda ser bendecida con el don de la sabiduría para poder
hacer felices a otros e iluminar su camino.
Durante
esa noche, todas las lámparas se fueron apagando. Todas, menos una, la de la
anciana. Uno de los jóvenes ermitaños, al ver a la mañana siguiente que estaba
encendida, quiso apagarla. Pensó que no había razón para que estuviera
encendida durante el día. Pero por más que intentó apagarla, no lo consiguió.
Ni soplando, ni apretando la mecha… La llama volvía a surgir de nuevo. Entonces
se acercó el Maestro del convento y le dijo:
-
¿Qué haces? – Intento apagar esta lámpara, pero no lo consigo…
-
No lo lograrás nunca. Ni aunque derrames sobre ella toda el agua del océano, ni
aunque traigas hasta aquí el agua de todos los lagos. No podrás apagarla jamás.
- Pero… ¿por qué? preguntó extrañado el
discípulo.
-
Porque esta lámpara fue encendida con el poder del amor, con la devoción y la
ilusión, con la intención de hacer felices a otros.
Cada vez que intentamos
proporcionar felicidad a otros, nos proporcionamos felicidad a nosotros mismos»
Que importante es el valor de la
generosidad, hacerlo todo con amor y confianza, la fe mueve montañas, nos abre
miles posibilidades para progresar en nuestra vida y hacer un poco mejores a
los que nos rodean.
Señor Jesús también nos damos
cuenta de la importancia de la devoción e ilusión que depositamos en nuestros
deseos y actos. Siempre y cuando sean actos y deseos para favorecer que en el
mundo haya más bondad, más justicia, más generosidad. Es lo que tú nos dijiste
tantas veces y que nosotros nos cuesta entender: todo lo que hacemos en favor
de los demás volverá a nosotros con creces. Todo lo que das de corazón te será
devuelto. De ahí que aquel que busque la felicidad de los otros, será feliz.
Como si fuera un bumerán, según
sean nuestras acciones, así será lo que recibamos. Esta historia de la anciana
mendiga nos dice que para lograr la felicidad y paz interior debemos buscar la
felicidad de otros, mientras que, si se busca molestar o agraviar a otros,
recibiremos lo mismo y nunca podremos ser felices ni encontraremos la paz.
Tantas veces nos damos cuenta que
los actos en sí no son importantes. Lo que da importancia a nuestros actos es
la ilusión y devoción con la que se planean y ejecutan. Por sí solo un regalo
no tiene valor. Lo que le da valor es la ilusión con la que se da y se recibe.
Lo que realmente da importancia a
nuestros actos es la fe y la ilusión con la que se llevan a cabo.
Por mucho que deseemos algo, no
se cumplirá si no nos ponemos manos a la obra. Los deseos y las metas deben
buscarse mediante actitudes, comportamientos y acciones. No solo por desear
algo se cumplirá. Los deseos no se cumplen sin más. Necesitan de nuestro
esfuerzo y sacrificio. Amén.
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