miércoles, 20 de julio de 2022


 

2022 JULIO MEDITACIÓN EUCARÍSTICA.

QUE LA LLAMA NO SE APAGUE

 

Señor Jesús en esta tarde en la que estamos delante de ti sacramentado, recocemos que hoy en día estamos rodeados de tantos problemas, atractivos, preocupaciones…, que con frecuencia cuesta mantener nuestra mente y nuestro corazón orientados a las cosas que son realmente importantes y no ser atrapados por las cosas del día a día.

Escuchamos este cuento que ofrece una solución que nos puede dar una pista para cuando nosotros también queramos evitar ser atrapados por el mundo actual y sus preocupaciones.

QUE LA LLAMA NO SE APAGUE: Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó: Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?

El rey le dijo: Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré.

Al término del paseo, el rey le preguntó: ¿Qué piensas de mis riquezas?

La persona respondió: No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara.

El rey le dijo: Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera.

Muchas veces deseamos vivir como mejores cristianos y tener vida espiritual, pero sin decidirnos a apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su aparente belleza. Deberíamos procurar “ver hacia adentro" y avivar nuestra llama espiritual, pues: Al tener nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a conocerle y amarle.

Las trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino. Crecerá nuestro amor por la familia y nuestros semejantes. Viviremos alegres en esta vida, preparándonos para alcanzar la felicidad eterna al lado de nuestro Padre.

Todo ser humano tiene siempre un "tesoro" que intenta cuidar, proteger y acrecentar. Si su tesoro es el dinero, ahí estará su corazón. Si su tesoro es el poder, en ello pondrá todo su empeño. Pero cuando nuestro tesoro es Cristo, el esfuerzo que hemos de realizar no ha de ser menor; es más, tendría que ser mayor pues el tesoro tiene mucho más valor.

Esta misma idea, pero todavía más profunda, aparece continuamente en las enseñanzas del Señor: "Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 5, 3). “Porque donde está tu tesoro allí estará tu corazón" (Mt 6, 21).

Debemos tener el corazón y la vida orientados hacia Dios. Estas palabras de Jesús son especialmente oportunas en una sociedad como la nuestra que se ha alejado de Dios pensando que es más libre. En realidad, termina siendo esclava de muchos señores. Es especialmente amarga la esclavitud de las riquezas, de los bienes, de las cosas. Jesús sabe que necesitamos bienes, pero si no tenemos la primacía del amor de Dios, nos convertimos en esclavos de los bienes.

Jesús afirma que nuestro tesoro está allí donde tenemos el corazón; si nuestro corazón está en Dios, nuestro tesoro será su Palabra capaz de modelar nuestras acciones y nuestros sentimientos, de forjar un estilo de vida, libre del afán de tener y acumular bienes que se destruyen con la herrumbre que corroe. Si el corazón está en las cosas que se corroen, la herrumbre corroe también el corazón, los sentimientos e incluso el mismo sentido de la vida.

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