2022 SEPTIEMBRE, ADORACÓN
EUCARISTICA:
La zanahoria, el huevo y el café
Nos colocamos
de nuevos delante de ti Jesús eucaristía en esta tarde donde queremos aprender
de ti tu capacidad de aguante y de acoplarte a la realidad existente. Tantas
veces nos revelamos contras los acontecimientos que nos desbordan y que no
podemos controlar. Pero sabemos bien que no depende de las circunstancias sino
de la actitud que tomamos ante ellas. Los problemas son dificultades
momentáneas que tenemos que intentar solucionar y no dejar que se enquisten y
desorienten nuestra vida.
Esta historia
es muy ilustrativa para comprender que la vida debe ser vivida con intensidad y
aprovechando todas las ocasiones y optando por todas las posibilidades de
reconstrucción que tenemos los humanos ante las adversidades:
LA ZANAHORIA, EL HUEVO Y EL CAFÉ
Una hija se quejaba con su padre acerca de su vida y
lo difíciles que le resultaban las cosas. No sabía cómo hacer para seguir
adelante y creía que se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía
que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de
trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto
el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra
colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir
palabra.
La hija esperó impacientemente, preguntándose qué
estaría haciendo su padre. A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó
las zanahorias y las colocó en un tazón. Sacó los huevos y los colocó en otro
plato. Finalmente, coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su
hija le dijo:
- “Querida, ¿qué ves?”
- “Zanahorias, huevos y café” fue su respuesta.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las
zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara
un huevo y lo rompiera. Luego de sacarle la cáscara, observó el huevo duro.
Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico
aroma. Humildemente la hija preguntó:
“¿Qué significa esto, padre?”
Él le explicó que los tres elementos habían
enfrentado la misma adversidad: agua hirviendo, pero habían reaccionado en
forma diferente. La zanahoria llegó al agua fuerte, dura; pero después de pasar
por el agua hirviendo se había vuelto débil, fácil de deshacer. El huevo había
llegado al agua frágil, su cáscara fina protegía su interior líquido; pero
después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido. Los granos
de café sin embargo eran únicos; después de estar en agua hirviendo, habían
cambiado al agua.
“- ¿Cuál eres tú?”, le preguntó a su hija. Cuando la
adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes? ¿Eres una zanahoria que parece
fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan, te vuelves débil y
pierdes tu fortaleza? ¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?
¿Poseías un espíritu fluido, pero después de una muerte, una separación, o un
despido te has vuelto duro y rígido? Por fuera te ves igual, pero ¿eres amargado
y áspero, con un espíritu y un corazón endurecido?
¿O eres como un grano de café? El café cambia al
agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al punto
de ebullición el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café,
cuando las cosas se ponen peor tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu
alrededor mejoren.
Señor Jesús
haznos fuertes ante las adversidades y que sepamos dar sabor y color a todo lo
que acontece a nuestro alrededor. Acompáñanos siempre y que nunca nos sintamos
desamparados y abandonados por tú mano generosa. Amén.
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