Que la llama no se apague
Delante de ti
Jesús eucaristía nos presentamos con un corazón abierto para disfrutar estos
momentos contigo. Momentos que nos edifican y nos plenifican, nos llenan de
todo lo que tú eres amor, luz, paz, serenidad. Tantas veces vamos buscando algo
de luz en nuestra vida y nos desviamos detrás de las luces efímeras que nos
presenta este mundo y esta sociedad.
Nosotros,
cristianos de hoy día, estamos rodeados de tantos problemas, atractivos,
preocupaciones, que con frecuencia cuesta mantener nuestra mente y nuestro
corazón orientados a las cosas que son realmente importantes y no ser atrapados
por las cosas del día a día.
La historia
que hoy presentamos a nuestra meditación, ofrece una solución que nos puede dar
una pista para cuando nosotros también queramos evitar ser atrapados por el
mundo actual y sus preocupaciones. Basta estar convencidos que la luz solo
viene de ti y de nuestro interior porque tú la pusiste ahí para que la
descubramos.
QUE LA LLAMA NO SE APAGUE: Cuentan que un rey muy rico de
la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de
profunda religiosidad, cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.
Ante esta situación y movido por la curiosidad, un
súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por
el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su
tiempo.
Inmediatamente después de los saludos que la
etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:
- “Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la
vida espiritual en medio de tanta riqueza?
El rey le dijo:
- Te lo revelaré, si recorres mi palacio para
comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se
apaga, te decapitaré.
Al término del paseo, el rey le preguntó:
- ¿Qué piensas de mis riquezas?
La persona respondió:
- No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se
apagara.
El rey le dijo: Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado
tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de
fuera.
Muchas veces
deseamos vivir como mejores cristianos y tener vida espiritual, pero sin
decidirnos a apartar la mirada de las cosas que nos rodean y deslumbran con su
aparente belleza. Procuremos «ver hacia adentro» y avivar nuestra llama
espiritual, pues solo vemos bien con los ojos del corazón. Esos ojos han sido
educados por el Creador para descubrir bellezas inalcanzables y extraordinarias:
- Al tener
nuestra mente y nuestro corazón puestos en el Señor, podemos aprender a
conocerle y amarle. Descubrir que él es la perla preciosa que vale la pena
vender todo lo que tenemos para estar cerca de él.
- Las
trivialidades y preocupaciones de la vida no podrán apartarnos del buen camino.
Porque ellas solo sirven para el bien y para que podamos alcanzar nuestro fin y
nuestro objetivo. Si colocamos a ellas como nuestra última finalidad nos
abocaremos al desastre y a la aniquilación.
- Crecerá
nuestro amor por la familia y nuestros semejantes, surgirá la necesidad del
cuidado de todas las criaturas y de todo lo creado.
- Viviremos
alegres en esta vida, preparándonos para alcanzar la felicidad eterna al lado
de nuestro Padre.
Todo hombre
tiene siempre un “tesoro” que intenta cuidar, proteger y acrecentar. Si su
tesoro es el dinero, ahí estará su corazón. Si su tesoro es el poder, en ello
pondrá todo su empeño. Pero cuando nuestro tesoro es Cristo, el esfuerzo que
hemos de realizar no ha de ser menor; es más, tendría que ser mayor pues el
tesoro tiene mucho más valor. Ayúdanos tu señor Jesús a colocarte en el centro
de nuestra vida y que tú seas la luz que nos guie siempre. Amén
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