sábado, 31 de mayo de 2025
ACCIÓN DE GRACIAS
HACED DISCÍPULOS
Haced discípulos
míos, no maestros; haced personas, no esclavos; haced caminantes, no gente
asentada; haced servidores, no jefes.
Haced hermanos.
Haced creyentes, no
gente creída; haced buscadores de verdad, no amos de certezas; haced
ciudadanos, no extranjeros.
Haced hermanos.
Haced poetas, no
pragmáticos; haced gente de sueños y memoria, no de títulos, arcas y mapas; haced
personas arriesgadas, no espectadores.
Haced hermanos.
Haced profetas, no
cortesanos; haced gente inquieta, no satisfecha; haced gente evangélica, no
agorera.
Haced hermanos.
Haced sembradores,
no coleccionistas; haced artistas, no soldados; haced testigos, no
inquisidores; haced amigos de camino, no enemigos.
Haced hermanos.
Haced personas de
encuentro, con entrañas y ternura, con promesas y esperanzas, con presencia y
paciencia, con misión y envío.
Haced hermanos.
Haced discípulos
míos; dadles todo lo que os he dado; descargad vuestras espaldas y sentíos
hermanos.
Amén.
2025
CICLO C TIEMPO DE PASCUA.
ASCENSIÓN
DEL SEÑOR
La experiencia de la Resurrección de
Jesús posibilita a los discípulos seguir adelante. La certeza de que, al ser
resucitado, Él no se aleja, no abandona, sino que ya ha cumplido su misión:
bajó a nosotros, se abajó hasta las profundidades de la tierra para que
pudiéramos recibir la vida, y para siempre. La Ascensión no es algo diferente a
la Resurrección, sino que es una dimensión más de esa experiencia de vida nueva
de quien se había entregado por amor y ahora se encuentra de otro modo entre
nosotros.
Según el sugestivo relato de Lucas,
Jesús vuelve a su Padre bendiciendo a sus discípulos. Es su
último gesto. Jesús deja tras de sí su bendición.
La bendición es una práctica arraigada
en casi todas las culturas como el mejor deseo que podemos despertar hacia
otros. El judaísmo, el islam y el cristianismo le han dado siempre gran
importancia. Y, aunque en nuestros días ha quedado reducida a un ritual casi en
desuso, no son pocos los que subrayan su hondo contenido y la necesidad de
recuperarla.
Bendecir es, antes que nada, desear el
bien a las personas que vamos encontrando en nuestro camino. Querer el bien de
manera incondicional y sin reservas. Querer la salud, el bienestar, la
alegría... todo lo que puede ayudarles a vivir con dignidad. Cuanto más
deseamos el bien para todos, más posible es su manifestación.
Bendecir es aprender a vivir desde una
actitud básica de amor a la vida y a las personas. El que dice bien de los
demás vacía su corazón de otras actitudes poco sanas como la agresividad, el
miedo, la hostilidad o la indiferencia. No es posible bendecir y al mismo
tiempo vivir condenando, rechazando, odiando.
El que bendice no hace sino evocar,
desear y pedir la presencia bondadosa del Creador, fuente de todo bien. Solo se
puede bendecir en actitud agradecida a Dios. Siempre hace bien al que la recibe
y al que la practica. Quien bendice a otros se bendice a sí mismo. La bendición
queda resonando en su interior como plegaria silenciosa que va transformando su
corazón, haciéndolo más bueno y noble.
Ahora Jesús nos dejó la tarea de ser sus
testigos, como signos de amor y de cuidado, de conexión íntima con los demás.
Ahora es el tiempo de ser testigos de él, vivir “a su modo”, de dar testimonio
personal de Cristo, de su persona, su vida, muerte y resurrección por amor al
Padre y a la humanidad. Toca ser evangelios vivos.
Tarea nada fácil en medio de este mundo
en el que parece que la injusticia, el egoísmo y la codicia están teniendo la
última palabra. Estamos siendo testigos del tremendo sufrimiento y dolor que
esto está causando a tantos miles de hermanos y hermanas en guerras
prolongadas, en fronteras cerradas, en pobreza y desolación. Es aquí, en medio
de nuestra realidad cotidiana, en la que somos llamados a dar un testimonio de
Esperanza y de Amor sin medida. Fortalezcámonos en la alegría y la valentía
pascuales. Él no nos deja solos.
miércoles, 28 de mayo de 2025
MEDITACIÓN
EUCARISTICA
Dos
cuervos en el desierto
Querido
Jesús en esta tarde nos acercamos a ti y estar unos momentos contigo para
respirar hondo y aprender un poco más sobre como perseverar contigo a pesar de
las circunstancias de la vida. Tu siempre estás a nuestro lado.
En
la vida nos enfrentamos a desafíos que parecen imposibles de superar. Hay
momentos en los que todo a nuestro alrededor nos invita a rendirnos, a pensar
que ya no hay salida. Pero es precisamente en esas situaciones donde la
presencia de Jesús se hace más real y poderosa.
Él
no solo nos da fuerzas para resistir, sino que también nos inspira a mirar las
cosas desde otra perspectiva. Nos recuerda que la perseverancia no es una
simple terquedad, sino una expresión de fe. Y la creatividad no es solo
inventiva humana, sino también una chispa divina que Él enciende en nosotros
para encontrar caminos donde parece que no los hay. Escuchemos
Dos
cuervos en el desierto: Era un mediodía caluroso y seco. Dos cuervos
caminaban por un campo desierto, con las alas algo caídas y el pico
entreabierto. El sol caía con fuerza sobre ellos, y el calor empezaba a hacer
mella en su ánimo.
-
No puedo más…dijo el primer cuervo, jadeando mientras avanzaba. Te juro que me
estoy deshidratando. Si no bebo algo pronto…
-
¡Mira allá! interrumpió el segundo cuervo con entusiasmo. ¡Una jarra! Tal vez
tenga agua.
Con
las pocas fuerzas que les quedaban, batieron las alas y volaron hasta el lugar.
Se posaron en el borde de la jarra, emocionados. En efecto, había agua… pero
estaba demasiado baja.
-
No alcanzo a beber nada, dijo el primer cuervo, estirando el pico sin éxito.
-
Yo tampoco… añadió el segundo, suspirando. Qué frustración.
-
Supongo que no hay nada que hacer… dijo el primero, ya resignado. Nos tocó
rendirnos.
-
¡Espera! exclamó su compañero, sacudiendo las plumas. No nos rindamos tan
fácil. Tiene que haber una forma. Vamos a pensar.
Ambos
guardaron silencio unos segundos, tratando de encontrar una solución. Entonces,
el segundo cuervo levantó la cabeza, con una chispa de idea en los ojos.
-
¡Ya sé! dijo emocionado. ¡Traigamos piedras!
-
¿Piedras?
-
Sí. Si tiramos piedras dentro de la jarra, el agua subirá y podremos
alcanzarla.
Sin
perder más tiempo, comenzaron a buscar pequeñas piedras cerca del lugar.
Volaban, recogían una y la dejaban caer dentro de la jarra.
-
¡Funcionó! gritó el primero al ver que el agua subía un poco.
-
¡Vamos por más! respondió el otro cuervo.
Y
así lo hicieron. Una a una, lanzaron más piedras dentro de la jarra. El nivel
del agua subía lentamente, pero con cada esfuerzo se acercaban más a su
objetivo. Finalmente, después de varios intentos, el agua llegó a la altura
necesaria. Ambos cuervos pudieron beber al fin. Se miraron en silencio,
aliviados y orgullosos de no haberse rendido.
A
veces, cuando las soluciones parecen imposibles y el cansancio nos gana,
rendirse puede parecer la única opción. Pero como los cuervos de esta historia,
siempre existe una alternativa si nos damos un momento para pensar con calma y
actuar con ingenio. La perseverancia y la creatividad, incluso en las
situaciones más difíciles, pueden abrir el camino hacia lo que parecía
inalcanzable. No se trata solo de tener fuerza, sino de saber usar la cabeza y
no rendirse antes de intentarlo todo.
Señor
Jesús contigo queremos aprender que los límites no siempre significan el final,
sino una oportunidad para crecer, para confiar más, para intentar de nuevo con
inteligencia y esperanza. Tú nos enseñas que no hay esfuerzo perdido cuando lo
damos todo con amor, fe y humildad.
Así
pues no nos rindamos nunca. Ora, piensa, crea, intenta… y vuelve a intentarlo.
Porque con Jesús, hasta lo inalcanzable se vuelve posible. Amén.
domingo, 25 de mayo de 2025
sábado, 24 de mayo de 2025
Hoy en la Eucaristía del Hospital de La Pedrera, como cierre
de la campaña del enfermo 2025, y coincidiendo con el VI domingo de Pascua,
hemos celebrado la Pascua del Enfermo con el lema “En esperanza fuimos
salvados”.
Este año 2025 la Campaña del Enfermo Ha estado marcada por
celebrarse en un año Jubilar y, como propuso el papa Francisco: “ser
peregrinos de esperanza, también con los enfermos”.
El próximo sábado se efectuará la Unción de Enfermos, para
los pacientes del Hospital de la Pedrera que la deseen recibir, en la
Eucaristía que se celebrará a las 12 horas.
RENOVACIÓN DE
LAS PROMESAS MATRIMONIALES
El domingo 1 de junio en la eucaristía de las 11 horas
Renovación de las promesas matrimoniales.
Los interesados en renovar sus promesas, rogamos pasen por la sacristía
para dar sus nombres así como los que celebren las bodas de plata o bien las
bodas de oro lo indiquen en la sacristía.
Sed felices en este tiempo, en esta
tierra y en estas circunstancias que os tocan vivir.
Sed felices, porque eso es lo más fuerte
para invertir las situaciones, aniquilar los odios y establecer la paz
duradera.
Sed felices, porque la miseria puede ser
vencida y el hambre dejar de ser pesadilla.
¡El reino germina cuando se comparte con
alegría!
Sed felices, porque la felicidad es lo
único que necesitan la justicia y la ternura para atravesar las noches oscuras y
crear una humanidad nueva.
Sed felices, pues para eso habéis nacido
y habéis recibido el Espíritu, y yo me he comprometido con vosotros hasta el
límite.
Sed felices ¡y que se note! Amén.
2025 CICLO C
TIEMPO DE PASCUA VI
El evangelio nos enseña tres verdades:
- Al que me ama, mi
Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. De esta
promesa de que Dios y Jesús habitarán en nosotros hablamos poco. Pero el
evangelio nos recuerda que se trata de una realidad que no debemos pasar por
alto. Cuantas personas queridas o acontecimientos que han sucedido, siguen
“vivos dentro de nosotros”. Una reflexión parecida deberíamos hacer sobre cómo
Dios está presente dentro de nosotros e influye de manera decisiva en nuestra
vida. Y todo eso lo deberíamos ver como una prueba del amor de Dios. Por otra
parte, decir que Dios viene a nosotros y habita en nosotros supone una novedad
capital con respecto al Antiguo Testamento. Dios no es ya un ser lejano, que
impone miedo y respeto, un Dios grandioso e inaccesible. Tampoco viene a
nosotros en una visita ocasional. Decide quedarse dentro de nosotros.
- A la presencia del Padre y de Jesús se
añade la del Espíritu, con la doble misión de enseñar cosas nuevas y recordar
las pasadas. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad os guiará hasta la
verdad plena. Parece casi herético decir que Jesús no nos transmite la
verdad plena. Pero así lo dice él. Y la historia de la Iglesia confirma que los
avances y los cambios, imposibles de fundamentar en los hombres que la dirigen,
se producen por la acción del Espíritu. El Espíritu Santo os recordará, os
enseñará, os volverá a traer al corazón, reavivará todas las cosas de Jesús. Grabará
en vuestros corazones gestos y palabras de Él, de cuando pasó y curó la vida.
- El tercer elemento que hoy destacamos
es el don de la paz. Jesús al encontrarse con los suyos la primera palabra que
brota de su corazón es: ¡Paz a vosotros! El Papa León también lo
entendió bien, fijando su primer mensaje en este sueño de paz.
Pero Jesús da una certeza, no un deseo;
dice que la paz ya está aquí, está en las manos y en el corazón: Yo os doy mi
paz, pero no como la da el mundo. La paz desciende, la paz llueve sobre los
corazones de los hombres. Una paz que no se compra ni se vende; un don
que se convierte en conquista con paciente artesanía.
Para ello hay que rechazar los verbos
malditos de la guerra: tomar, saquear y apoderarse incluso de lo que no es
tuyo; alzarse, buscar prestigio y grandeza, ser el más grande; dominar, la
seducción y prostitución del poder.
A éstos, Jesús contrapone a lo largo de
su evangelio varios verbos benditos: dar, compartir, ser generosos, bajar, como
el buen samaritano y se inclina sobre el dolor; servir, verbo de valientes.
Morada. Espíritu. Paz. Palabras
impregnadas de ligereza y aliento ardiente. La paz sólo se hace plantando
pequeños oasis de alianza allí donde estamos llamados a vivir, cada uno con su
palmerita de paz plantada en el desierto de la historia.
miércoles, 21 de mayo de 2025
MEDITACIÓN
EUCARÍSTICA:
El
anciano relojero
Señor
Jesús aquí estamos de nuevo en tu presencia, una presencia que nos sosiega y
nos calma; una presencia necesaria para que los avatares de la vida y las preocupaciones
cotidianas no nos desmoronen ni nos dispersen. En ti encontramos el sentido de
las cosas y de la vida. Sin ti iríamos sin rumbo y todo el día estresados y
ajetreados. Enséñanos a vivir con plenitud nuestros momentos, pues son
importantes pues ya nunca volverán. La vida tenemos que vivirla en el aquí y
ahora, saboreando cada instante y sin que jamás se nos escape de las manos
tantas oportunidades y tantas ocasiones de ser felices.
El
anciano relojero y su nieta: Un anciano relojero recibía todos los
días a su nieta de ocho años en su pequeño taller de relojes. La niña observaba
fascinada cómo su abuelo trabajaba con precisión cada pieza, mientras le
preguntaba:
-
Abuelo, ¿por qué sigues haciendo relojes de arena cuando todos tienen relojes
digitales?
El
anciano sonrió, tomando un reloj de arena recién terminado entre sus manos.
-
Mira este reloj, Lucía. ¿Qué ves?
-
Arena que cae, respondió ella encogiéndose de hombros.
-
Exacto. Pero hay algo más. Observa cómo la arena nunca se apresura, nunca se
detiene. Simplemente fluye a su ritmo, siempre constante.
La
niña lo miró confundida.
-
Continuó el abuelo: Las personas hoy están obsesionadas con el tiempo que les
falta. Miran sus relojes digitales con ansiedad, contando minutos, segundos...
siempre corriendo, siempre estresados.
Giró
el reloj de arena.
-
Este reloj nos enseña algo diferente. Nos muestra que el tiempo no se recupera.
Cada grano que cae, como cada momento de nuestra vida, no regresa jamás. No
podemos pausarlo, ni acelerarlo.
Mientras
hablaba, señaló la arena que fluía lentamente.
-
El tiempo no es para medirlo con impaciencia, sino para vivirlo con atención.
No importa cuántos granos de arena te queden, sino qué haces mientras caen.
Aquel
viernes, cuando Lucía llegó de la escuela, encontró a su madre llorando. El
abuelo había fallecido repentinamente. Entre sus pertenencias, había dejado una
cajita para ella. Dentro estaba el reloj de arena que habían observado juntos,
con una nota:
-
Querida Lucía:
Cuando
sientas que el mundo va demasiado rápido, observa este reloj. Te recordará tres
verdades:
1.
Como la arena, tus días son finitos.
2.
Cada grano es un momento que no volverá.
3.
La belleza está en fluir sin prisa ni pausa.
No
cuentes el tiempo. Haz que el tiempo cuente.
Con
amor, Abuelo.
Veinte
años después, Lucía, ahora era medico de un hospital importante, mantenía aquel
reloj en su consultorio. Cuando la presión la abrumaba, lo giraba y respiraba
al ritmo de la arena. A veces, lo mostraba a sus pacientes más angustiados,
compartiendo la sabiduría de su abuelo.
Jesús
ayúdanos a entender que todos somos relojes de arena. Y la verdadera riqueza no
está en tener más tiempo, sino en saber honrar cada grano que cae. Enséñanos a
aprovechar bien nuestro tiempo y todas las oportunidades que le acompañan. Es
una invitación a la presencia, a la conciencia plena, a vivir con intención.
Porque el tiempo, aunque parezca abundante, es finito, y lo que realmente
cuenta es cómo lo vivimos, no cuánto tenemos. Que no dejemos escapar tanta vida
y tantas ocasiones para ser felices y hacer felices a los demás. Que tu
presencia siempre nos acompañe y así poder disfrutar de ella y de todo lo bueno
que trae y nos ofreces siempre. Guíanos tu por el camino de la vida a veces tan
complicado y estresado, tan lleno de obstáculos y dificultades. Amén.
sábado, 17 de mayo de 2025
POR TI, SEÑOR
Amaremos, aun no siendo amados.
Y, en medida rebosante y sin cuenta, colmaremos
y calmaremos, los corazones que necesitan paz, las almas que se han tornado en
tibias, los pies que se resisten a caminar, los ojos que se han quedado en el
vacío.
POR TI, SEÑOR
Mantendremos, eternamente nuevo, el
mandamiento que Tú nos dejaste: amar, sin mirar a quién, amar, sin contar las
horas, amar, con corazón y desde el corazón, amar, buscando el bien del
contrario, amar, buscándote en el hermano.
POR TI, SEÑOR
Amarnos los unos a los otros, no excluyendo
a nuestros enemigos, Jesús seguirá, de verdad, presente entre nosotros.
Vayamos a hacer en la vida, el bello
mandamiento que hoy hemos escuchado.
Vayamos alegres a vivir y compartir el
amor que Dios nos da y cumplamos ese mandato que nos dejó, amarnos unos a
otros.
2025
CICLO C TIEMPO PASCUAL V
Jesús comparte con sus discípulos los
últimos momentos antes de volver al Padre y quiere dejar grabado para siempre
en sus corazones: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros
como yo os he amado. Es el peculiar modo con que él nos ha amado.
Desde el punto de vista humano podríamos
llamar amor simétrico: yo te amo y, en justa correspondencia,
pido que tú me ames. Por eso, el amor no puede funcionar si una de las partes
ama y la otra no.
Pero Jesús nos ha amado con un amor
asimétrico. Jesús ama cuando no podemos devolverle amor, cuando no
respondemos a su amor. Por eso, hay que preguntarse no solamente si amamos a
quienes nos aman, sino también si amamos a quien no nos devuelve amor. Hay que
ver cómo funcionamos en esas situaciones de asimetría porque ese es el tipo de
amor que pide el evangelio.
- Amar a quien está en debilidad: al
enfermo, al frágil, al necesitado de amparo, al desorientado. Si tienes
paciencia con él, si le escuchas atentamente, si le acompañas, todo sin esperar
nada a cambio.
- Integrar a quien viene de otras
culturas: si no le miras por encima del hombro, si no lo menosprecias, si lo
consideras en toda su dignidad. Eso es amar asimétricamente.
- Participar en algún voluntariado también
es una forma óptima de amor asimétrico: dar parte del tiempo como ofrenda de
amor para construir una nueva sociedad sin pedir nada a cambio.
Una frase que decía el difunto papa
Francisco: “el verdadero amor a Dios se manifiesta en la humildad y la
alegría de ayudar sin esperar recompensas”. Ese es el amor asimétrico
que Jesús ha vivido y que nos propone. Reflexionemos, porque estos caminos son
la senda del evangelio.
Cuando falte Jesús, en su comunidad se
tendrán que querer como amigos, porque así los ha querido Jesús: Vosotros
sois mis amigos; ya no os llamo siervos, a vosotros os he llamado
amigos. La comunidad de Jesús será una comunidad de amistad y de
fraternidad.
La comunidad cristiana debe estar basada
en la amistad y en la fraternidad cristiana así enriqueceríamos y
transformaríamos la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo
que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el
apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro.
Se respetan las diferencias, pero se cuida la cercanía y la relación.
Entre amigos es más fácil sentirse
responsable y colaborar. Y no es tan difícil estar abiertos a los extraños y
diferentes, los que necesitan acogida y amistad. De una comunidad de amigos es
difícil marcharse. De una comunidad fría, rutinaria e indiferente, la gente se
va, y los que se quedan apenas lo sienten.
miércoles, 14 de mayo de 2025
2025
ADORACIÓN EUCARISTICA
VETE
DE CASA
De
nuevo aquí estamos delante de ti Jesús sacramentado, y venimos con un corazón
agradecido porque nos sentimos nuevos en este tiempo de Pascua, Tu nos enseñas
continuamente a valorar lo auténtico y verdadero y desechar lo superfluo y lo
banal, donde todo queda en la superficie, incluso en el amor y la amistad. Escuchemos
este maravilloso cueto donde se ve la cruda realidad.
Vete
de esta casa: Te
vas de esta casa. Y no quiero que regreses. Eso fue todo lo que escuchó. No
hubo discusión. No hubo gritos. Solo una frase seca y una puerta cerrándose. Era
su abuela. La misma que lo había criado desde niño hoy lo estaba echando como
si fuera un desconocido. El abuelo, al ver la escena, se quedó paralizado:
-
¿Qué estás haciendo? ¿Por qué lo echas así? ¡Es tu nieto!
Pero
ella no dijo una sola palabra más. Solo se dio la vuelta y desapareció en el
interior de la casa.
Él
no entendía. Los vecinos tampoco. Nadie lo entendía. El muchacho, sin rumbo,
comenzó a caminar. Llevaba la misma ropa con la que había salido de casa esa
tarde. Sin dinero. Sin celular. Sin llaves.
-
Primero fue con un amigo: ¿Tienes dónde quedarte? le preguntó.
-
No… me echaron.
-
Vaya qué pena. Pero mis papás no dejan que nadie se quede aquí. Y, sinceramente…
no puedo hacer nada por ti. Siguió caminando.
-
Otro amigo lo vio llegar: ¿Todo bien? ¿Pasó algo?
-
Me quedé sin casa. ¿Puedo quedarme contigo unos días?
-
¿Y qué vas a hacer tú aquí? ¿No tienes dinero? ¿No puedes pagar nada?
-
Entonces lo siento. En mi casa no se puede.
El
chico bajó la cabeza. Y se fue.
Buscó
a su novia. La abrazó y le explicó lo que había pasado. Ella se preocupó, fue a
hablar con sus padres… y regresó con la voz apagada.
-
Dicen que no puedes quedarte. Y yo… tampoco puedo hacer nada. Perdón, amor…
pero esto ya no va a funcionar. No así.
Y
se quedó solo. Totalmente solo. Se sentó en una banqueta y miró al cielo. Lo
había dado todo por las personas que hoy no le estaban dando nada. Pasaron
horas. Y cuando pensaba que nadie iba a buscarlo…Apareció su abuelo.
-
Vamos a casa, dijo.
Él
no quería: ¿Para qué? ¿Para que me vuelvan a echar?
-
Por favor, confía. Solo ven. Subió al coche. Silencio total durante todo el
camino. Cuando llegaron, la abuela salió corriendo a abrazarlo. Él dio un paso
atrás.
Entonces,
el abuelo lo sentó y le habló con calma:
-
Tu abuela no lo hizo por crueldad. Lo hizo por amor. Quería que vieras con tus
propios ojos quiénes están contigo solo cuando tienes algo que ofrecer. Tú
creías que estabas rodeado de amigos. Pensabas que tenías una relación sólida. Pero
ella veía cosas que tú no querías ver. Personas que te usaban, que se
aprovechaban de ti, que solo estaban cuando tú dabas, pero no cuando
necesitabas. Y tenía que hacerte ver la verdad.
El
muchacho comenzó a llorar.
-
La abuela se acercó: Me partió el alma hacerlo, pero te amo demasiado como para
dejar que sigas creyendo en una mentira.
Él
la abrazó. Fuerte. Como cuando era pequeño. Y entendió algo que no se enseña
con palabras.
Señor
Jesús cuantas veces, quien más nos ama es quien se atreve a sacudirnos para
abrirnos los ojos. Porque cuando tenemos, todos se acercan. Pero cuando no tenemos
nada, descubres quiénes valen la pena, que razón tu parábola del hijo prodigo. Quiénes
te quieren, no por lo que das, sino por lo que eres. En los momentos difíciles,
cuando no tienes nada que ofrecer más que tu esencia, es cuando realmente se
revela quién está contigo por amor, lealtad y autenticidad. Las máscaras caen,
las intenciones se aclaran, y se quedan los que valoran tu ser, no tus
circunstancias. Y esa verdad, aunque duela, te hace más fuerte. Amén
sábado, 10 de mayo de 2025
El equipo de educadores/as hemos preparado la l Jornada de
puertas abiertas, el día 16 de mayo a las 18 horas y el día 17 de mayo a las 11
horas. La forma de desarrollar esta jornada será para todos los padres y madres
y los niños/as que nos quieran acompañar para poder conocernos. - habrá una
reunión de padres y madres donde explicaremos quiénes somos y qué hacemos en
Juniors San Antonio encarada a todos los padres y madres que quieran conocernos
y una actividad paralela a la misma hora que la reunión
de padres y madres, donde podrán conocer mediante juegos algunos de los valores
que trabajamos en Juniors.
Nos llamas por nuestro nombre y nos
reconoces por mil gestos y detalles que llevas grabados en tus pupilas.
Dispuesto a dar la cara y la vida por
nosotros, a pesar de nuestras tonterías, tus palabras son nuestra seguridad.
Tú eres el buen pastor.
Pastor enérgico que nos sacas del
aprisco y nos pones en camino contigo en búsqueda de otros pastos y fuentes.
Nos haces repudiar las doctrinas
enlatadas, los ritos repetidos y sin sentido; y nos dices: Id donde el corazón
os lleve.
Tú eres el buen pastor.
Andábamos despistados por ahí, cada uno
en su casa, para sí y a lo suyo, cuando Tú nos llamaste a tu comunidad.
En tu compañía, al caminar juntos, hemos
abierto los ojos y el corazón a nuevos y refrescantes horizontes.
Tú eres el buen pastor.
Contigo pasamos de la sumisión a la fe
gozosa y personal, del gregarismo a la comunión, del miedo a la libertad, del
individualismo a la solidaridad, del temor a la filiación.
Tú eres el buen pastor.
Contigo hemos roto el silencio y nos
atrevemos a levantar la voz, a la denuncia y a la contestación; y también al
canto y a la alabanza porque bulle la vida en nuestras entrañas y late de
esperanza nuestro corazón.
Tú eres el buen pastor.