MEDITACIÓN
EUCARISTICA
Dos
cuervos en el desierto
Querido
Jesús en esta tarde nos acercamos a ti y estar unos momentos contigo para
respirar hondo y aprender un poco más sobre como perseverar contigo a pesar de
las circunstancias de la vida. Tu siempre estás a nuestro lado.
En
la vida nos enfrentamos a desafíos que parecen imposibles de superar. Hay
momentos en los que todo a nuestro alrededor nos invita a rendirnos, a pensar
que ya no hay salida. Pero es precisamente en esas situaciones donde la
presencia de Jesús se hace más real y poderosa.
Él
no solo nos da fuerzas para resistir, sino que también nos inspira a mirar las
cosas desde otra perspectiva. Nos recuerda que la perseverancia no es una
simple terquedad, sino una expresión de fe. Y la creatividad no es solo
inventiva humana, sino también una chispa divina que Él enciende en nosotros
para encontrar caminos donde parece que no los hay. Escuchemos
Dos
cuervos en el desierto: Era un mediodía caluroso y seco. Dos cuervos
caminaban por un campo desierto, con las alas algo caídas y el pico
entreabierto. El sol caía con fuerza sobre ellos, y el calor empezaba a hacer
mella en su ánimo.
-
No puedo más…dijo el primer cuervo, jadeando mientras avanzaba. Te juro que me
estoy deshidratando. Si no bebo algo pronto…
-
¡Mira allá! interrumpió el segundo cuervo con entusiasmo. ¡Una jarra! Tal vez
tenga agua.
Con
las pocas fuerzas que les quedaban, batieron las alas y volaron hasta el lugar.
Se posaron en el borde de la jarra, emocionados. En efecto, había agua… pero
estaba demasiado baja.
-
No alcanzo a beber nada, dijo el primer cuervo, estirando el pico sin éxito.
-
Yo tampoco… añadió el segundo, suspirando. Qué frustración.
-
Supongo que no hay nada que hacer… dijo el primero, ya resignado. Nos tocó
rendirnos.
-
¡Espera! exclamó su compañero, sacudiendo las plumas. No nos rindamos tan
fácil. Tiene que haber una forma. Vamos a pensar.
Ambos
guardaron silencio unos segundos, tratando de encontrar una solución. Entonces,
el segundo cuervo levantó la cabeza, con una chispa de idea en los ojos.
-
¡Ya sé! dijo emocionado. ¡Traigamos piedras!
-
¿Piedras?
-
Sí. Si tiramos piedras dentro de la jarra, el agua subirá y podremos
alcanzarla.
Sin
perder más tiempo, comenzaron a buscar pequeñas piedras cerca del lugar.
Volaban, recogían una y la dejaban caer dentro de la jarra.
-
¡Funcionó! gritó el primero al ver que el agua subía un poco.
-
¡Vamos por más! respondió el otro cuervo.
Y
así lo hicieron. Una a una, lanzaron más piedras dentro de la jarra. El nivel
del agua subía lentamente, pero con cada esfuerzo se acercaban más a su
objetivo. Finalmente, después de varios intentos, el agua llegó a la altura
necesaria. Ambos cuervos pudieron beber al fin. Se miraron en silencio,
aliviados y orgullosos de no haberse rendido.
A
veces, cuando las soluciones parecen imposibles y el cansancio nos gana,
rendirse puede parecer la única opción. Pero como los cuervos de esta historia,
siempre existe una alternativa si nos damos un momento para pensar con calma y
actuar con ingenio. La perseverancia y la creatividad, incluso en las
situaciones más difíciles, pueden abrir el camino hacia lo que parecía
inalcanzable. No se trata solo de tener fuerza, sino de saber usar la cabeza y
no rendirse antes de intentarlo todo.
Señor
Jesús contigo queremos aprender que los límites no siempre significan el final,
sino una oportunidad para crecer, para confiar más, para intentar de nuevo con
inteligencia y esperanza. Tú nos enseñas que no hay esfuerzo perdido cuando lo
damos todo con amor, fe y humildad.
Así
pues no nos rindamos nunca. Ora, piensa, crea, intenta… y vuelve a intentarlo.
Porque con Jesús, hasta lo inalcanzable se vuelve posible. Amén.
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