2025
CICLO C
TIEMPO
ORDINARIO XVII
Señor enséñanos a orar, preguntan sus
discípulos y Jesús les dice cuando oréis decid: Padre nuestro … Del
Padrenuestro se ha dicho infinidad de cosas. Es la oración por excelencia. El
mejor regalo que nos ha dejado Jesús. La invocación más sublime a Dios. Y, sin
embargo, repetida una y otra vez por los cristianos puede convertirse en rezo
rutinario, palabras que se repiten mecánicamente sin elevar el corazón a Dios.
Este texto es sumamente importante para
nosotros porque nos sitúa en la verdadera oración. Jesús ha estado orando. Lo
que nos transmite es parte de su propia experiencia. Cuando Jesús venía de la
oración, ¡se le notaba! ¡Claro que se le notaba! El rostro de Jesús quedaba
transfigurado, mucho más que el de Moisés cuando descendía de la Montaña. Por
otra parte, cuando Jesús venía de orar, se derretía de ternura, de dulzura, de
amabilidad… Siempre, pero especialmente después de la oración. Y es entonces
cuando los discípulos, con una sana envidia, le piden: “Maestro, enséñanos a
orar” es decir,” Métenos en esa esfera de intimidad en que te metes tú”.
Cuando Él nos dice que debemos usar la
misma palabra, Abbá, que usaba él para referirse a Dios, la Comunidad Cristiana
ha quedado impresionada y no ha querido traducirla. Por eso ha pasado en la
misma versión original.
Jesús nos dice que debemos pedir,
llamar, buscar. Pero, ¿cómo debemos hacerlo? ¿Qué debemos pedir? Ante todo, lo que Jesús pedía en el Padre
nuestro. Lo más esencial, que le descubramos como nuestro “Papá” y nos sintamos
siempre queridos por Él. “Si Dios es
todopoderoso es también todo cariñoso. Si con sus manos sostiene el mundo, con
esas mismas manos me acoge y me protege. Cuando los humanos se lamentan
diciendo: nadie me quiere, el Padre responde: Yo te amo mucho.
Detengámonos un momento sobre esta
oración en la que se encierra toda la vida de Jesús.
Padre nuestro.
Es el primer grito que brota del corazón humano habitado no por el temor a
Dios, sino por una confianza plena en su amor creador. Un grito en plural al
que es Padre de todos.
Santificado sea tu Nombre.
Que el nombre de Dios, su misterio insondable, su amor y su fuerza salvadora se
manifiesten en toda su gloria y su poder, con el compromiso de colaborar.
Venga tu reino.
Que no reinen en el mundo la violencia y el odio destructor. Que reine Dios y
su justicia. Que se abran caminos a la paz, al perdón y a la verdadera
liberación.
Hágase tu voluntad.
Que no sea obstáculo, que mi vida sea búsqueda de esa voluntad de Dios.
Danos el pan de cada día.
El pan y todo lo que necesitamos para vivir de manera digna, no solo nosotros,
sino todos desde la voluntad de compartir más lo nuestro con los necesitados.
Perdónanos.
El mundo necesita el perdón de Dios. Los seres humanos solo podemos vivir
pidiendo perdón y perdonando. Renunciar a la venganza y abiertos al perdón nos
asemejamos a Dios Bueno.
No nos dejes caer en la tentación.
No se trata de las pequeñas tentaciones, sino de la gran tentación de abandonar
a Dios, olvidar el Evangelio de Jesús y seguir un camino errado.
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