lunes, 7 de diciembre de 2020


 2020 AÑO B SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA

Celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción, como un regalo de gracia. Las lecturas nos ayudan a comprender el significado del misterio de la Inmaculada Concepción de María.

El libro del Génesis Dios va en busca de Adán: ¿Dónde estás? Pero Adán es consciente de la caída y se esconde con miedo: Escuché tu voz en el jardín: tuve miedo, porque estoy desnudo, y me escondí. En su deseo de ser como Dios, el hombre se encontró desnudo, privado de la gloria original en la que fue creado. Dios no se resigna a perder a sus criaturas y al final hay una promesa: pondré enemistad entre tú y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Ella te aplastará la cabeza.

En el Evangelio el Ángel Gabriel es enviado a una casa, la de María. Aquí también encontramos una situación de diálogo, pero de un tono y fondo completamente diferentes. Adán se esconde de Dios, tiene miedo; en el Evangelio tenemos una situación de paz, con María abierta a un diálogo en el que es libre, en plena armonía con el plan de Dios que siente como suyo, totalmente disponible para declararse sierva del Señor.

El cristianismo no empieza en el templo, sino en una casa. La primera palabra del ángel, el primer buen anuncio que abre el Evangelio, es: Alégrate, alégrate, sé feliz. Ábrete a la alegría, como una puerta se abre al sol: Dios está aquí, y quiere abrazarte, en una promesa de felicidad.

Las palabras que siguen revelan la razón de la alegría: estás llena de gracia. Es un misterioso apelativo que ilumina su identidad. María está llena porque se vació de si y así puede aceptar la gracia, es decir, todo el amor, la bondad, el don de Dios, puede generar al Hijo del Altísimo, lleno de gracia y de verdad. María no está llena de gracia porque haya respondido "sí" a Dios, sino porque Dios le dijo primero "sí" a ella, sin condiciones. Y ella dice "sí" en nombre de cada uno de nosotros. Si soy amado depende de Dios, no depende de mí. Somos amados de Dios: buenos o menos buenos, justos o injustos, cada uno es amado para siempre. Pequeño o grande, todo constantemente lleno de cielo. El Señor está contigo.

Dios llama a María para que se convierta en colaboradora de la historia más grande. Darás a luz un hijo, que será hijo de la tierra e hijo del cielo, tu hijo e hijo del Altísimo. Se sentará en el trono de David para siempre. La primera palabra de María no es el "sí" que hubiéramos esperado, sino la suspensión de una pregunta: ¿Cómo sucederá esto? Madura e inteligente, quiere entender cómo se salvará la distancia entre ella y la propuesta de Dios. Hacerle preguntas a Dios no es carecer de fe, sino más bien querer crecer en conciencia.

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