MEDITACIÓN EUCARISTICA
En
esta tarde delante del Señor Sacramentado queremos ponernos en disposición de
escucharle, de mirarle, de sentirle, pero no solo como individuos sino como
comunidad. Estamos llamados a vivir la fraternidad universal, la filiación
divina de todos los humanos. Somos criaturas formadas a imagen y semejanza de
Dios.
Tu
Señor que vienes en este adviento quieres que todos te esperemos en nuestro
corazón, en los acontecimientos, en el prójimo. Que seamos más hermanos, más
humanos y sobretodo que busquemos ser testigos vivos de tu presencia y de tu
amor a todos tus hijos, sean quienes sean. Escuchemos esta historia
ARROZ EN EL INFIERNO Y EN EL
PARAÍSO
Después de una larga y honesta vida un chino murió y
fue destinado al paraíso. Como era un tipo muy curioso, pidió permiso para dar
primero un vistazo al infierno. Un ángel le acompañó y pudo así mirar desde la
ventana lo que sucedía allá dentro. Y se cayó de espaldas al ver un inmenso
salón lleno de luz y de mesas con todo tipo de comida. Mesas y mesas preparadas
con platos de arroz humeante y apetitoso. Pero los que estaban alrededor de
estas mesas, eran flacos, piel y huesos, pálidos y ojerosos.
- ¿Cómo es posible que sean así?, le preguntó al
ángel, ¿con tanto arroz que tienen delante?
- Mira bien le
contestó el ángel, "cuando llegan aquí reciben todos dos palitos de los
que se usan en china para comer. Pero tienen un metro de largo y, para llevar
la comida a la boca, los dos palitos largos un metro no le sirven por ser
demasiado largos. De manera que no pueden llevarse el arroz a la boca y sufren
un hambre tremenda con tanta comida delante.
El buen chino quedó horrorizado. Era verdaderamente
un terrible castigo que sufrían aquellos condenados que, por más que esfuerzos
que hacían, no podían probar ni siquiera un granito de arroz. No quiso ver nada
más y se fue al cielo.
Allí lo esperaba otra sorpresa. El paraíso parecía
la misma cosa que el infierno. Un inmenso salón lleno de gente alrededor de
mesas con arroz humeante y los convidados todos con dos palitos laaaaaaar....
gos un metro cada uno. Pero estaban todos alegres y gorditos, rozagantes de
salud.
- ¿Cómo puede ser esto? le preguntó el chino al
ángel.
- Y éste le sonrió diciendo: "Mira bien como se
ayudan el uno al otro. Aquí cada uno se preocupa de dar de comer al que está en
frente o al vecino de la derecha y de la izquierda. Y todos comen en abundancia
porque cada uno se preocupa por el otro.
Esta
parábola no pretende describir lo que pasa en el infierno o en el paraíso, sino
que imagina lo que sería este mundo si superando nuestro egoísmo
individualista, nos preocupáramos del bien de los demás. Y el paraíso se
encuentra donde existe un grupo de personas que se preocupan los unos por los
otros y viven como hermanos. Y el infierno se anticipa cuando nos encerramos en
nosotros mismos buscando únicamente nuestro interés.
Quién
sabe abrirse al amor tiene ya un pie en el paraíso. La muerte consistirá en
retirar el pie que está aquí para colocarlo donde está el otro, en el cielo. De
la misma manera, el egoísta tiene ya un pie en el infierno y su muerte, a menos
que no se arrepienta, consistirá en colocar el pie donde ya está el otro, en el
infierno.
Ayúdanos
tu Jesús eucaristía, en esta Navidad que se acerca, a compartir la vida con los
demás al igual que tú compartiste tu vida con nosotros y nos dejaste tu cuerpo
entregado en el pan y tu sangre derramada en la copa de vino. Amén
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