miércoles, 23 de diciembre de 2020

2020 DE RODILLAS ANTE EL NIÑO DIOS

Aquí estamos Señor Jesús delante de tu sacramento. Estamos preparados para celebrar la Navidad, tu nacimiento y presencia permanente en medio de nosotros. Nuestro corazón está de rodillas ante el misterio del Nacimiento para adorar tu divina presencia.

De rodillas ante la dulzura del Niño Dios.

De rodillas ante la fragilidad humana del Dios hecho hombre envuelto en pañales.

De rodillas ante el Dios Amor que ama hasta el extremo para enseñarnos a amar.

De rodillas con sencilla humildad y profunda alegría para tomar a este Niño Dios entre nuestros brazos, besarle y susurrarle palabras de amor, de agradecimiento, de entrega y de mucho cariño.

De rodillas para decirle que ante su presencia ¡qué importan los problemas, las dificultades, los sufrimientos, los agobios por las incertidumbres que nos invaden, por el desasosiego de lo perentorio, por la preocupación de lo inmediato.

De rodillas para dejar de pensar en nosotros mismos y en nuestras circunstancias y verte a Ti para comprender que nuestra vida plena consiste en amar al prójimo.

De rodillas ante el Niño a punto de nacer, para que cuando nos levantemos de la adoración nos pongamos en camino, con el corazón abierto, enraizado en el misterio del amor divino, y ser testigos del amor, de la esperanza, de la caridad y de la misericordia. Para construir en nuestra vida el misterio de Belén ese que hace nos desprendamos de nuestras incertidumbres y nos llena de confianza y, sobre todo, nos invita a proclamar que Dios ha nacido y está presente en el mundo.

De rodillas, para que seamos capaces de mirar con ternura en este día la sencillez del pesebre de Belén donde José, María y Jesús acogen nuestra fragilidad y nos la llenan de humildad, amor y esperanza.

¡Gloria Dios en el cielo y en la tierra, paz a los hombres que ama el Señor! ¡Cristo nace en Belén, pero, sobre todo, nace en la pequeñez de nuestro pobre corazón!

¡Niño Dios, con emoción profunda y gozo inmenso nos postramos de rodillas ante Ti que eres la Palabra hecha carne! ¡Nos postramos para decirte que te queremos, que eres todo para nuestro corazón! ¡Nos ponemos de rodillas para olvidarnos de nosotros mismos y aprender de Ti a amar y entregarnos a los demás!

¡Niño Dios, viendo tu fragilidad envuelta en pañales, ponemos ante tu humilde cuna todos nuestros anhelos y nuestras preocupaciones como regalo de Navidad para que lo acojas todo con amor!

¡Niño Dios, viéndote a ti desvalido y desnudo, junto a María y José, sentimos que solo podemos vivir de la confianza, del amor y de la fe, sirviendo al prójimo por amor a Ti y a los demás!

¡Pedimos la pureza de María para vivir con integridad! ¡Pedimos la confianza de san José para vivir con esperanza!

¡Niño Dios, tú que nos has dado la vida para disfrutarla con sencillez concédenos la gracia de vivirla acorde con tu ejemplo! ¡Te damos gracias, Niño Dios, porque nos enseñas que quien se entrega con alegría te recibe a Ti, que quien da con amor, ¡se acerca más a Ti!

Niño Dios, de rodillas solo te pedimos que nazcas en nuestro pobre corazón y nos permitas tomarte entre nuestros frágiles brazos, como lo hicieron María y José, en aquella noche en que las estrellas iluminaron el firmamento y la tierra por la bondad, la misericordia y el amor de Dios

 

 

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