SÁBADO SANTO
LA HORA DE LA MADRE- NTRA.SRA. DE LA SOLEDAD
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El sí de María
Bajo la cruz, María vuelve a pronunciar –en el silencio de
su corazón- su sí incondicional. El dolor de María no es desesperado, pero sin
embargo es desgarrador, porque es el dolor más puro de una madre. Pasa el
sábado, ese día interminable en el que espera que todo se cumpla. Esta fuerza
en la fe, esta esperanza segura, ciertamente no podía calmar su dolor. Tuvo que
presenciar la agonía de su Hijo y su muerte. Lo acunó en sus brazos por última
vez antes de dejar que se lo llevarán para enterrarlo. Tuvo que aceptar la
separación y el vacío que cayó sobre ella. Es imposible comprender cuántos
pensamientos “guardaba en su corazón” en medio del ruido de los lamentos de las
piadosas mujeres y de los Apóstoles perdidos “Solo, aunque no en soledad y
abandono: Cristo antes de morir pensó en su Madre y en todos los hombres. Y
antes de expirar, desde la cruz, confía su Madre a Juan”.
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