2023 ENERO MEDITACIÓN EUCARISTICA
¿QUIÉN PREPARA TU PARACAÍDAS?
Jesús aquí
estamos de nuevo para contemplarte en el Santísimo sacramento del altar,
reunidos a tu alrededor como una verdadera familia. Nos sentimos dichosos d
poder contar contigo, con tu amistad verdadera, con tu amor, con tu
misericordia. Agradecemos de corazón tu asistencia y te pedimos que nunca nos
sintamos lejos de ti.
Ayúdanos a
valorar y apreciar tu presencia a través de tantas cosas que nos hablan de ti.
En primer lugar, del sacramento, de tu palabra, de tantos gestos generosos que
nos envuelven día tras día. Y hoy queremos agradecer las personas que a veces
sin conocerlas, hacen de nuestros días más agradables y mucho más felices de lo
que podríamos percibir. Escuchemos esta bonita historia.
¿QUIÉN
PREPARA TU PARACAÍDAS?
Esta
es la breve historia de un piloto de un bombardero norteamericano durante la
guerra de Vietnam. Después de muchas misiones de combate, su avión fue
derribado por un misil. El piloto se lanzó en paracaídas, fue capturado y
llevado a una prisión vietnamita. Seis años después regresó a Estados Unidos y
empezó a dar conferencias relatando su odisea y lo que aprendió en la prisión.
Un
día estaba sentado en un restaurante en Kansas City y un hombre que estaba
también sentado comiendo en el restaurante dos mesas más allá, se le quedó
mirando fijamente: segundos después se levantó y se acercó a su mesa:
-
¡Tú eres Charles Plumb! ¡Eras piloto en Vietnam y te derribaron! ¿Verdad?
-
¿Cómo sabe eso? Le preguntó Plumb.
-
Porque yo era el soldado que preparaba tu paracaídas en el portaaviones “El
Halcón Kitty”. Dijo el hombre.
Plumb
casi se ahogó de sorpresa y gratitud.
-
Parece que le funcionó bien, ¿verdad?
-
Claro que funcionó. Si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría aquí. Plumb no
pudo dormir esa noche, preguntándose: ¡Cuántas veces lo vi en el portaaviones y
no le dije ni buenos días, porque yo era un arrogante piloto y él era un
humilde marinero!
Pensó
también en las horas que ese marinero pasaba en las entrañas del barco
enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida
de alguien que no conocía.
En la vida de
cada uno de nosotros hay muchas personas, con las cuales nos cruzamos a diario
o no, que hacen nuestra vida posible y más placentera. Personas de las cuales
dependemos de un modo u otro, y que incluso quizás ni conozcamos, pero sin las
cuales no podríamos realmente vivir.
¿Nos hemos
detenido alguna vez a pensar cuántas personas nos ayudan todos los días?
¿Cuántas personas que trabajan por la noche para que nosotros podamos tener pan
recién hecho todos los días? Médicos, enfermeras, taxistas, electricistas,
recogedores de basura y cientos más los tenemos siempre a nuestro servicio.
Todos formamos
un entramado que llamamos sociedad. En ella vivimos. De ella recibimos muchas
cosas, y a ella también nosotros aportamos nuestro granito de arena. A veces no
somos conscientes de toda esa ayuda que normalmente recibimos y que sólo
echamos de menos cuanto falta: una huelga de profesores o de médicos, una
huelga de basureros.
Deberíamos, al
menos, ser más agradecidos con aquéllos de los cuales recibimos ayuda directa
todos los días. ¿Qué sería de una familia si no hubiera alguien que se
sacrificara todos los días para poder traer la comida a casa?
Ahora, nuestro
piloto de avión nos pregunta a todos: ¿Quién preparó hoy tu paracaídas? A
veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de vista las
personas que nos “salvan” en el momento oportuno sin que se lo pidamos.
Aprovecha esta semana para descubrir y agradecer a todas aquéllos que
empaquetan tu paracaídas día a día. Y entre ellos, no olvides de modo muy
especial a Jesús y madre, que también es la nuestra. De El recibimos de todo,
la vida, la felicidad, el regalo de su presencia ¡cuántos regalos, desvelos,
caricias, besos! Y de nuestra madre del cielo que se ocupa de nosotros con
insistencia y con delicadeza. Amén