2023 AÑO A BAUTISMO DEL SEÑOR
Celebramos el bautismo
del Señor y con esta fiesta terminamos el tiempo de Navidad. A partir de esta
manifestación pública Jesús empieza su ministerio de anunciar el reino de Dios.
Animado por el Espíritu, No volverá a Nazaret, sino que comenzará una vida
nueva, totalmente entregada al servicio de su misión evangelizadora.
La escena del bautismo
de Jesús en el Jordán se centra en lo que sucede inmediatamente después: el
cielo se abre, se resquebraja, se rasga ante la urgencia de Dios de manifestar
su gran amor. El cielo no está vacío ni mudo, porque surgen palabras supremas:
tú eres mi hijo, el amado, en ti he puesto mi complacencia. Palabras que queman
y arden: hijo, amor, alegría. Resumen de todo el evangelio.
Hijo es la primera palabra. Dios engendra hijos. Y los engendrados tienen el
cromosoma del padre en sus células; hay ADN divino en nosotros.
Amado es la segunda palabra. Antes de actuar, antes de cada despertar, tu
nombre para Dios es "amado". Un amor inmerecido, que te anticipa, que
te envuelve desde el principio, a pesar de todo.
La tercera palabra: mi complacencia. Un término inusual pero hermoso, que en su raíz
literal debería traducirse: en ti me complazco, es bueno estar contigo. Tú,
hijo mío, me gustas.
El bautismo de Jesús
nos ayuda a conmemorar nuestro propio bautismo, a revitalizarlo, porque
rompiéndose el cielo se ha desvelado que él y por consecuencia nosotros, somos
hijos amados y predilectos de Dios. Algunos que se dicen cristianos lo sienten
como una carga de leyes impuestas que les ha complicado la vida y no lo ven
como un don para amar y servir a los demás; otros hacen más hincapié en ser
buenos que en hacer el bien, dedicándose a la dimensión personal del bautismo,
rebajando de la dimensión social.
El bautismo en la
iglesia comenzó siendo la culminación de un proceso de conversión, en el que se
llegaba a tomar la decisión de abrazar la fe cristiana, de estar abierto al
Espíritu de Dios, participando de la comunidad cristiana. Hoy una gran mayoría
hemos sido bautizados sin ninguna decisión por nuestra parte y no estar tan
seguros de que hayamos hecho nuestra ratificación y tengamos conciencia viva de
lo que significa nuestro bautismo y sus consecuencias.
El bautismo nos capacita
para ser hijos de Dios y así poder amar, querer, sentir, ser justos, como el
Padre. Esta habilitación es para siempre desde nuestro bautismo, pero se va
desarrollando y actualizando en cada momento en las realidades concretas con
que nos encontramos.
Nuestra tarea es pasar
del bautismo como rito al bautismo de la vida: ya no hay barreras entre lo
divino y lo humano. La vida y la misión nuestra son las de Jesús.
La palabra bautismo
significa inmersión, sumergir. Yo sumergido en Dios y Dios sumergido en mí; yo
en su vida, Él en mi vida. Estamos inmersos en Dios, dentro de Dios como dentro
del aire que respiramos, dentro de la luz que besa nuestros ojos: estamos
sumergidos en un océano de amor y no nos damos cuenta.
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