sábado, 17 de junio de 2023


 

2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XI

Fiesta de la parroquia

Se presentan, con cierta solemnidad, los nombres de los doce apóstoles. Doce fueron los hijos de Jacob y las tribus de Israel. El número 12 es un símbolo, una forma de hablar del nuevo Pueblo de Dios y de la elección divina. Pero es importante no quedarse solo con los privilegios. La otra cara de la moneda, inseparable, es la misión. Elegidos para servir y no para ser servidos.

"Jesús, al ver a la multitud, sintió compasión de ella". Esta reacción de Jesús es lo más importante del Evangelio. El Maestro siente dolor por el dolor del mundo. Jesús es la compasión, el llanto de Dios hecho carne. Llorar es amar con los ojos (decía un teólogo). "La mies es abundante...". Lo que sus ojos miran son rebaños de ovejas extenuadas porque no tienen pastor. Su respuesta es llamar a los doce y se lo confía: han de preservar, custodiar, guardar la compasión, que no es sentimentalismo. Guardarla y sembrarla en el mundo, a través de seis acciones: predicar, curar, resucitar, sanar, liberar y dar. La misión es doble: predicar y curar la vida, o al menos cuidarla. Proclamar que Dios es así, cuida y cura. Dios está cerca de ti, con amor. Dios salva a través de las personas (R. Guardini).

"Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros”: Esos somos nosotros, no solamente los curas y religiosos, sino todos estamos llamados a anunciar la bondad de Dios y ayudar al hermano que más sufre. El Señor nos envía. La compasión de Dios rompe el esquema bueno/malo, lo merezca o no. Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis.

Esta es la belleza de Dios: Él no espera ser amado, mientras ama; no espera ser correspondido, mientras da. Jesús es la historia de este Dios sin precedentes, la pasión de la compasión, el anuncio de que sólo el amor incondicional puede generar amantes incondicionales.

San Antonio predicaba que el reino de Dios no es solo una salvación después de la muerte. Es una irrupción de gracia y de vida ya en nuestra existencia actual. Hoy más que nunca deberíamos seguir su ejemplo de poner nueva vida en la sociedad.

En este mundo donde el cansancio de la vida y el aburrimiento se apoderan de muchos. Donde hay hombres y mujeres que viven perdidos, sin poder encontrar un sentido a su vida. Hay personas que viven corriendo, sumergidas en una nerviosa e intensa actividad, vaciándose por dentro, sin saber exactamente lo que quieren. Nuestro patrón nos propone volver a reír y disfrutar de la vida, enfrentarse a cada día con alegría. Solo hay un camino: aprender a amar. Y aprender de nuevo cosas que exige el amor y que no están muy de moda: sencillez, acogida, amistad, solidaridad, atención gratuita al otro, fidelidad. Entre nosotros sigue faltando amor. Alguien lo tiene que despertar. A los hombres de hoy no los va a salvar ni el confort ni la electrónica, sino el amor. Si en nosotros hay capacidad de amar, la tenemos que contagiar. Se nos ha dado gratis y gratis lo tenemos que regalar de muchas maneras a quienes encontremos en nuestro camino.

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