2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XII
Tres veces Jesús les
dice a los discípulos que no tengan miedo. El miedo es algo normal. Es la
reacción frente a una amenaza o a un riesgo. El miedo nos ayuda a protegernos y
nos abre a la prudencia. Pero a veces los miedos pueden producirnos pánico,
pero sobre todo nos paralizan, nos encierran, nos hacer vivir con tristeza.
Jesús nos invita a
afrontar los miedos de nuestra vida. El miedo y el odio destruye. El amor
construye. No tengamos miedo a ser vulnerables: a la frustración, a la
enfermedad, al sufrimiento, al dolor o a la muerte. Todos somos frágiles y allí
está la posibilidad de reconocernos humanos.
En esas realidades es
donde más claramente percibimos que Dios
nunca nos deja solos, que siempre está con nosotros en el camino de la
vida, que nos toma de su mano:
Pero nos ayuda la buena
noticia: "No temas: vales más que muchos gorriones Tienes tu nido en las
manos de Dios". Vales: ¡qué bello es este verbo! Para Dios, yo valgo.
Valemos más que muchos gorriones, más que todas las flores del campo; valemos
para Él más de lo que me atrevía a esperar. Atrás queda el miedo a no contar, a
tener que demostrar siempre algo. "No temáis" que valemos más. Por
cómo eres. Pues vosotros hasta los cabellos de la cabeza tenéis contados.
La insignificancia del pelo: Alguien nos ama, fragmento a fragmento, fibra a
fibra, célula a célula. Para quien ama, nada de lo amado es insignificante,
ningún detalle carece de emoción.
Que hermoso es este
Dios que hace por nosotros lo impensable, lo que nadie ha hecho nunca, lo que
nadie hará jamás. "temed al que puede llevar a la perdición
alma y cuerpo en la “gehenna. ¿Puede morir el alma? Sí, es la muerte
lenta de los que se pasan el día quejándose, se hacen esclavos de la costumbre,
no arriesgan y no cambian.... "Muere
lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no escucha música, muere
lentamente quien no encuentra gracia en sí mismo" (Martha Medeiros).
En conclusión, experimentemos
a Dios solo como amor. Todo lo que nace de él es amor. De él solo nos llega
vida, paz y bien. Yo me puedo apartar de él y olvidar su amor, pero él no
cambia. El cambio se produce solo en mí. Él nunca deja de amarme.
Dios nos ama incondicionalmente,
tal como somos. No tenemos que ganarnos su amor. No tenemos que conquistar su
corazón. No tenemos que cambiar ni ser mejores para ser amados por él. Más
bien, sabiendo que nos ama así, podemos cambiar, crecer y ser buenos.
No olvidemos que nunca
estaremos solos. Todos «vivimos, nos movemos y existimos» en Dios. Él será siempre
esa presencia comprensiva y exigente que necesitamos, esa mano fuerte que nos
sostendrá en la debilidad, esa luz que nos guiará por sus caminos. Él nos
invitará siempre a caminar diciendo «sí» a la vida. Un día, cuando termine
nuestra peregrinación por este mundo, conoceremos junto a Dios la paz y el
descanso, la vida y la libertad.
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