2023 JUNIO MEDITACIÓN EUCARISTICA:
EL DOMADOR DE FIERAS
Aquí estamos
Señor Jesús para descansar y tomar fuerzas para nuestra lucha diaria.
Necesitamos estos momentos de recomponer y de autocontrol para que nuestra vida
pueda ser una permanente propuesta de bienestar para todos los que nos rodean.
Escuchemos esta bonita y profunda historia.
El domador de fieras
Un viejo ermitaño, una de esas personas que por amor
a Dios se retiran a la soledad del desierto, del bosque o de las montañas para
dedicarse a la oración y a la penitencia, se quejaba a menudo de que tenía
demasiado trabajo.
Un día una de las personas que le visitó, le
preguntó:
- ¿Cómo es posible que tenga tanto trabajo si está
solo en medio de la nada?
El ermitaño contestó:
- Tengo que adiestrar a dos halcones, entrenar a dos
águilas, mantener quietos a dos conejos, vigilar una serpiente, cargar un asno
y domar un león.
El visitante miró alrededor esperando ver algunos
animales, pero no vio a ninguno.
- ¿Y dónde están todos estos animales? Preguntó.
Entonces el ermitaño le dio una explicación que
enseguida comprendió:
- Estos animales, están en nosotros: Los dos
halcones, que son mis ojos, se lanzan sobre toda presa, sea buena o mala. Las
dos águilas, que con sus garras hieren y destrozan, son mis manos y tengo que
entrenarlas para que se dediquen a servir a los demás y para que ayuden sin
herir. Los conejos, que son mis pies, siempre quieren ir a donde les plazca y
esquivar las cosas difíciles y tengo que enseñarles a estar quietos, aunque
haya sufrimientos o problemas. Aunque es más difícil vigilar a la serpiente,
que es mi lengua, porque, aunque se encuentra encerrada en una jaula de treinta
y dos barrotes, apenas se abre la puerta, siempre está lista para morder y
envenenar a todos. Si no la vigilo puede hacer mucho daño. El burro es muy
obstinado, nunca quiere cumplir con su deber. Es mi cuerpo que siempre está
cansado y al que le cuesta muchísimo asumir y llevar las cargas de cada día.
Necesito domar al león que llevo dentro y que es mi corazón. Él quiere ser el
rey, quiere ser siempre el primero, es muy vanidoso y orgulloso. Aunque al que
más miedo le tengo es al tigre; es mi carácter. A poco que me descuide ya está
atacando a alguien.
¿Te das ahora cuenta del gran trabajo que tengo?
Cada uno de
nosotros ha de procurar tener todas estas fieras, y probablemente alguna más,
bajo control. Nuestro amigo de la historia vivía en medio del desierto, pero
nosotros vivimos dentro de una familia, trabajamos con compañeros, jugamos con
amigos; en una palabra, hay muchas oportunidades para que las “fieras” que
llevamos dentro salgan y hagan daño. Hay personas que acuden al psicólogo para
que les ayude a dominarlas, lo cual no está mal, pero la psicología es
insuficiente si falta la clave: el amor.
Todos llevamos
dentro estas fieras. Esa parte de nosotros que reacciona de la forma más rápida
y violenta, sin pensar ni razonar, buscando la máxima defensa y el mayor daño. Nuestro
entorno no es hostil. No merece la muerte, no hay que elegir entre él o
nosotros. Ahora, quienes nos rodean son las personas que más queremos, nuestros
compañeros, o nuestros vecinos. Nadie a quien haya que hacer daño. Gente que
merece que pensemos antes de actuar.
Por eso la
fiera necesita un domador. Un tipo duro y valiente que la mantenga a raya: es
el autocontrol. El autocontrol es el único que puede evitar que nuestra propia
ira, nuestro impulso, arruine nuestros mejores planes. Son muchos y graves los
efectos que la falta de autocontrol está provocando en la sociedad.
Lo malo es que
entrenar y preparar un domador no es fácil. No se hace de la noche a la mañana.
No bastan dos consejos y un poco de ánimo para estar listo. Por eso Jesús hoy
te pedimos que nunca nos dejes de tu mano, que orientes nuestros pasos y que
nos concedas tu espíritu de serenidad, paciencia y amor.
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