2023 ADORACIÓN EUCARISTICA:
Carpintería el Siete
Señor Jesús en
esta tarde queremos meditar sobre la generosidad, tú fuiste el primero en
entregarnos tu propia vida para que nosotros tuviéramos más vida y ésta en
abundancia. Escuchemos esta impresionante historia.
CARPINTERÍA “EL SIETE”: Era una pequeña casucha, casi una
chabola en las afueras de la ciudad. Un pequeño taller al lado con unas pocas
máquinas y herramientas. Sin embargo, Joaquín no se quejaba, en estos dos años
el taller de carpintería “El 7” se había hecho conocer en el pueblo y él ganaba
suficiente dinero como para no tener que recurrir a sus magros ahorros.
Esa mañana, como todas, se levantó a las seis y
media para ver salir el sol. No obstante, no llegó al lago. En el camino, a
unos 200 metros de su casa, casi tropezó con el cuerpo herido y maltrecho de un
joven. Con rapidez, apoyó su oído contra el pecho del joven, y débilmente su
corazón luchaba por mantener lo que quedaba de vida en ese cuerpo sucio,
maloliente a sangre, mugre y alcohol.
Al llegar a la casa tendió el cuerpo sobre su cama,
cortó las raídas ropas y lo lavó cuidadosamente. El muchacho, tenía heridas
cortantes en las manos y la espalda, y su pierna derecha estaba fracturada.
Durante los siguientes dos días, toda la vida de Joaquín se centró en la salud
de su obligado huésped: curó y vendó las heridas, entablilló su pierna y
alimentó al joven con pequeñas cucharadas de caldo de pollo. Cuando el joven
despertó, Joaquín estaba a su lado mirándolo con ternura y ansiedad. ¿Cómo
estás? –preguntó Joaquín.
- Bien... creo, el joven miraba su cuerpo aseado y
curado, ¿me has curado? ¿Por qué?
- Porque estabas herido.
- ¿Sólo por eso?
- No, también porque necesito un ayudante. Y ambos
rieron con ganas. Bien comido, bien dormido y sin beber alcohol, Manuel, que
así se llamaba el joven, se fortaleció enseguida. Joaquín intentaba enseñarle
el oficio y Manuel intentaba rehuir del trabajo todo lo que podía. Una y otra
vez Joaquín inculcaba en aquella cabeza deteriorada por la vida transcurrida,
las ventajas del buen trabajo, del buen nombre y de la vida buena. Pero Manuel no
estaba muy interesado en aprender y se olvidaba de cumplir con la tarea que
Joaquín le había encomendado.
Pasaron meses. Manuel estaba curado. Joaquín lo
acogió en su modesta casa a cambio de la promesa del joven de dedicarse al
trabajo. Una noche, mientras Joaquín dormía, Manuel decidió que seis meses de
abstinencia eran bastante y creyó que una copa en el pueblo no le haría daño.
Por si Joaquín se despertaba en la noche, cerró la puerta de su habitación
desde adentro y salió por la ventana dejando la vela encendida para dar la
impresión de que se encontraba allí.
A la primera copa siguió la segunda, y a esta la
tercera, y la cuarta, y otras muchas... Pasaron los bomberos por la puerta de la
taberna haciendo sonar la sirena. Manuel no asoció este hecho con lo ocurrido
hasta que, de madrugada, tambaleándose hasta su casa, vio la muchedumbre. Sólo
alguna pared, las máquinas y unas pocas herramientas se salvaron del incendio.
Todo lo demás quedó destruido por el fuego. De Joaquín sólo se encontraron
cuatro o cinco huesos chamuscados, que enterraron en el cementerio bajo una
lápida donde Manuel escribió: “Lo haré, Joaquín. lo haré”.
Con mucho trabajo, Manuel, reconstruyó la
carpintería. Él era vago, pero hábil y lo que aprendió de Joaquín alcanzó para
llevar adelante el negocio. Siempre sentía que, desde algún lugar, Joaquín lo
miraba y alentaba. Manuel lo recordaba en cada logro: su casamiento, el
nacimiento de su primer hijo, la compra de su primer auto...
A quinientos kilómetros de allí Joaquín, vivito y
coleando, se preguntaba si era lícito mentir, engañar y prenderle fuego a esa
casa sólo para salvar a un joven. Se contestó que sí. Su nueva carpintería era
un poco más modesta que la anterior, pero ya era conocida en el pueblo... se
llamaba, CARPINTERÍA “EL 8”.
Señor Jesús, muchas
veces se hace difícil poder ayudar a un ser querido. No obstante, si hay alguna
dificultad que vale la pena enfrentar, es la de estar para otro. Esto no es un
“deber moral”, sino una elección de vida que cada debe hacer. El ser humano
libre y consciente de sí mismo es generoso, solidario, amable y capaz de
disfrutar por igual del dar y del recibir.
Por lo tanto,
cada vez que nos encontremos con aquellos que viven mirándose al ombligo, no
los odiemos; ya bastante lio deben tener con ellos mismos. Cada vez que
descubramos estas actitudes mezquinas, ruines o pequeñas, aprovecha para ayudar
y ser generoso.
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