2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXIV
Cuantas veces Jesús hablaba
de cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración por los que nos
persiguen, perdonar a quien nos hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario,
pero poco realista.
Pedro se acerca ahora a
Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos,
resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias,
enfrentamientos, conflictos y rencillas. ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta
siete veces? Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima
que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica
entre los rabinos y los esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro
veces.
La respuesta de Jesús nos pone en otra onda. En el perdón no hay límites:
No
te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete. No tiene
sentido llevar cuentas del perdón.
Desde hace unos cuantos
años crece el malestar en el interior de la Iglesia provocando conflictos y enfrentamientos
cada vez más desgarradores y dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos
y las calumnias son cada vez más frecuentes, incluso al Papa. Sectores que se
dicen cristianos se sirven de internet para sembrar agresividad y odio
destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.
Hoy más que nunca
necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su
Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan
perdonando y curando esta obcecación de la crítica y del no perdón.
Hay que volver a Jesús.
En su Iglesia hacen falta hombres y mujeres que estén dispuestos a perdonar
como él, introduciendo entre nosotros su gesto de perdón en toda su gratuidad y
grandeza. Es lo que mejor hace brillar en la Iglesia el rostro de Cristo.
Muchas veces solemos
decir aquello de “perdono, pero no olvido”. El perdón se hace más real y más
puro cuando se desea para el otro todo lo mejor. El perdón, además de
desatarnos de nuestros propios egoísmos, nos hace comprender, vivir, gustar y
entender el gran amor que Dios siente por cada uno de nosotros. ¿Perdonas?
Estás cerca de Dios. ¿No perdonas? Tu corazón no está totalmente ocupado por
Dios.
A veces corremos el
riesgo de creer, que Dios, entra en ese juego que nosotros mismos nos montamos.
Como si se tratara de un partido de futbol donde, los hinchas de uno o de otro,
pretenden que Dios les ayude frente, al contrario.
En este domingo, Jesús,
nos propone a las claras que nos dejemos de evasivas y que practiquemos aquello
que emana del corazón de Dios por los cuatro costados: yo os perdono… haced
también vosotros lo mismo. Si muchas heridas permanecen abiertas y sangrando es
en parte por la pobreza de nuestra fe.
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