sábado, 16 de septiembre de 2023


 

2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XXIV

 

Cuantas veces Jesús hablaba de cosas increíbles sobre el amor a los enemigos, la oración por los que nos persiguen, perdonar a quien nos hace daño. Seguramente les parece un mensaje extraordinario, pero poco realista.

Pedro se acerca ahora a Jesús con un planteamiento más práctico y concreto que les permita, al menos, resolver los problemas que surgen entre ellos: recelos, envidias, enfrentamientos, conflictos y rencillas. ¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Su propuesta es de una generosidad muy superior al clima que se respira en la sociedad judía. Va más allá incluso de lo que se practica entre los rabinos y los esenios que hablan como máximo de perdonar hasta cuatro veces.

La respuesta de Jesús nos pone en otra onda. En el perdón no hay límites: No te digo hasta siete veces sino hasta setenta veces siete. No tiene sentido llevar cuentas del perdón.

Desde hace unos cuantos años crece el malestar en el interior de la Iglesia provocando conflictos y enfrentamientos cada vez más desgarradores y dolorosos. La falta de respeto mutuo, los insultos y las calumnias son cada vez más frecuentes, incluso al Papa. Sectores que se dicen cristianos se sirven de internet para sembrar agresividad y odio destruyendo sin piedad el nombre y la trayectoria de otros creyentes.

Hoy más que nunca necesitamos urgentemente testigos de Jesús, que anuncien con palabra firme su Evangelio y que contagien con corazón humilde su paz. Creyentes que vivan perdonando y curando esta obcecación de la crítica y del no perdón.

Hay que volver a Jesús. En su Iglesia hacen falta hombres y mujeres que estén dispuestos a perdonar como él, introduciendo entre nosotros su gesto de perdón en toda su gratuidad y grandeza. Es lo que mejor hace brillar en la Iglesia el rostro de Cristo.

Muchas veces solemos decir aquello de “perdono, pero no olvido”. El perdón se hace más real y más puro cuando se desea para el otro todo lo mejor. El perdón, además de desatarnos de nuestros propios egoísmos, nos hace comprender, vivir, gustar y entender el gran amor que Dios siente por cada uno de nosotros. ¿Perdonas? Estás cerca de Dios. ¿No perdonas? Tu corazón no está totalmente ocupado por Dios.

A veces corremos el riesgo de creer, que Dios, entra en ese juego que nosotros mismos nos montamos. Como si se tratara de un partido de futbol donde, los hinchas de uno o de otro, pretenden que Dios les ayude frente, al contrario.

En este domingo, Jesús, nos propone a las claras que nos dejemos de evasivas y que practiquemos aquello que emana del corazón de Dios por los cuatro costados: yo os perdono… haced también vosotros lo mismo. Si muchas heridas permanecen abiertas y sangrando es en parte por la pobreza de nuestra fe.

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