2023 SEPTIEMBRE. Adoración eucarística
LAS SEIS MADEJAS DE HILO
Una tarde más
Señor Jesús nos encontramos alrededor de tu altar. Tú sigues mostrándote como
lo que verdaderamente eres: pan de vida, alimento para nuestras vidas, fuerza y
vigor para nuestra alma. Tu nunca desistes de acompañarnos en todas las
circunstancias de la vida y nos muestras el camino a recorrer. Muchas veces no
somos conscientes de tu presencia y por eso nos vence la fragilidad y el
desánimo.
Aportemos cada
uno lo mejor que pueda y las cosas irán saliendo hacia adelante, no desistamos
nunca el Señor hace el camino con nosotros, aunque muchas veces no lo sintamos
cerca.
Escuchemos
está interesante historia de confianza y de aportación de lo que cada uno
buenamente pueda.
Las seis madejas de hilo: Hace ya muchos, pero que muchos
años, había un famoso rey que vivía en su castillo-palacio de Renania. De todos
era bien conocido por su avaricia y su mal carácter. En su deseo de aumentar
sus arcas y su poder, no hacía más que inventarse nuevos impuestos con los que oprimía y empobrecía a sus súbditos.
No hacía mucho tiempo que el rey había apresado y
encarcelado a Romualdo, a quien todo el pueblo veneraba y reverenciaba como a
hombre de Dios y profeta de su pueblo. En un edicto redactado en un pergamino y
hecho público en las plazas centrales y mercados de las villas de su reino,
hizo saber que no lo pondría en libertad hasta que el pueblo pagase una muy
elevada suma de dinero por su rescate. Esta era una manera un poco primitiva y
bastante salvaje de cobrar impuestos; pero el rey sabía que el pueblo veneraba
mucho al santo y acabaría pagando.
Después de varios meses recolectando dinero, ya
habían pagado mucho, pero la cantidad recaudada no llegaba aún a lo estipulado.
Una viejecita de un pueblo muy lejano se enteró
también de lo que sucedía y quiso contribuir en su pobreza. Era hilandera, y
todo su capital en aquel momento eran seis madejas recién hiladas. Las tomó y
se encaminó a palacio a entregarlas para el rescate.
Las personas, al verla pasar, se contaban unos a
otros su caso, y no podían menos de sonreírse ante la ingenuidad de su gesto y
la inutilidad de su esfuerzo.
- ¿Qué valen seis madejas de hilo en un rescate de
millones? Decían entre ellos.
Algunos incluso se lo decían a la viejecita en su
cara e intentaban disuadirla de su empeño. Pero ella seguía su camino y
contestaba:
- “No sé si pondrán en libertad a Romualdo o no. Lo
único que pretendo es que cuando Dios, en su juicio, me pregunte qué hice yo
cuando Romualdo estaba en la cárcel, no tenga yo que bajar los ojos
avergonzada”.
Y presentó su ofrenda.
El rey, a cuyos oídos había llegado ya su historia,
en un arranque de comprensión, que no tenía explicación humana alguna, liberó
al hombre de Dios.
Señor Jesús, ¡Cuántas
veces nos excusamos nosotros también ante los problemas de las personas que nos
rodean y no hacemos nada pensando que nuestro esfuerzo será inútil! ¡Y tú qué
sabes! Historias como esta han sido capaces de conmover, no sólo a reyes, sino
también al mismo Dios.
Acordémonos de
la ofrenda de la pobre viuda que depositó en el tesoro del templo (Lc 21: 1-4) Es
sensacional lo que Jesús dijo: todos los
demás han echado de lo que les sobraba; en cambio esta mujer en su indigencia,
ha dado todo, hasta lo que tenía para vivir.
Dios no se
fija tanto en la cantidad, sino en la calidad, en la totalidad. Dicho en otras
palabras, si las acciones y los comportamientos lo realizamos por amor a Él y a
los hermanos y hemos sido capaces de darlo todo, nunca nos quedaremos sin
recompensa. Tu haz el bien y no mires a quien. Esfuérzate, colabora y participa
en la vida colectiva con los demás. Y es que Dios se conmueve ante un corazón
que ama de verdad. Probablemente nosotros no podamos hacer nada si actuamos
usando solamente nuestras fuerzas; pero cuando Dios está a nuestro lado… nos
hacemos todopoderosos. Colabora, participa según tus dones y talentos, el Señor
añadirá el resto. Amén
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