2025 ADORACIÓN
EUCARÍSTICA:
EL PARAÍSO
Señor
Jesús, de nuevo en esta tarde queremos pasar contigo unos momentos de reflexión
y de adoración. Porque necesitamos sentirnos cerca de ti, saber que tú siempre
te haces próximo a nosotros y nos calientas el corazón. Tu presencia siempre es
reconfortante y nos animas a seguir luchando en la vida a pesar de todas las
circunstancias y acontecimientos.
Sobre
todo, luchar contra uno mismo, nuestro propio egoísmo y nuestras ansias de
poseer si medida. Tantas veces nosotros que lo podemos tener todo lo que podríamos
desear no nos sentimos completos o satisfechos, y eso nos lleva a querer lo que
otros tienen, ya sea en términos de reconocimiento, emociones, o incluso cosas
materiales. Quizá necesitamos que nos reconozcan por lo que tenemos y no por lo
que somos. Es curioso cómo a veces, a pesar de tener "todo", no
siempre se alcanza la verdadera satisfacción y felicidad. Escuchemos esta
interesante historia.
EL
PARAÍSO: Un
día, Dios miró al mundo y sintió una profunda misericordia. Decidido, levantó
su mano y durante la noche más oscura, convirtió el mundo entero en un paraíso.
Al
día siguiente, cuando sus hijos despertaron, se vieron diferentes. Ya no había
enfermedades, todos eran muy hermosos. Aún la persona que era más pobre, se
vestía de oro y tenía comida en abundancia.
Llenos
de felicidad, todos comenzaron a gritar felices por el mundo esto es un
paraíso. Fue unos días después que un hombre, mirando la casa de su vecino (en
realidad, un palacio) vio que éste tenía unas vacas en su jardín.
Entonces
decidió aprovechar un momento en que estaba fuera para tomar de la leche. El
vecino, sin embargo, llegó antes de que el hombre se fuera y quedó muy enojado.
Cosas
así comenzaron a suceder en todo el mundo. Y, un mes después de la creación del
paraíso, estalló una guerra entre dos ciudades. ¡Dios no lo podía creer!
Todos
tenían todo y aun así batallaban por cosas que realmente no necesitaban. Diez
años después, cuando el paraíso se había tornado en una mera historia o un
cuento narrado a los niños en la escuela, Dios nuevamente miró a su creación.
Suspiró hondo y pensó que la próxima vez va a crear el paraíso primero en los
corazones de los hombres.
Lo
externo... vendrá naturalmente.
Señor
Jesús ayúdanos a no convertir el paraíso en una zona de guerra, entre los unos
y los otros. Ya sucedió en el origen de la humanidad cuando Dios creó al hombre
y a la mujer y los puso en el jardín del Edén. Podían comer de todos los
arboles del paraíso, menos de uno. Quizá en el paraíso habría millones de
árboles, pero se encapricharon del único que les estaba prohibido. Así nos
sucede tantas veces a nosotros tenemos todo para disfrutar, pero nos apetece lo
que no es bueno para nosotros, lo prohibido, lo que no nos conviene.
Jesús
cuantas veces nos dijiste que lo que contamina al hombre no es lo que entra de
fuera sino lo que sale de dentro del corazón y de las entrañas Es un
descubrimiento profundo, porque muchas veces, en busca de lo externo, nos
olvidamos de lo que realmente importa: lo que somos por dentro. La verdadera
autenticidad no depende de las cosas que tenemos o de las imágenes que
proyectamos al mundo, sino de cómo nos sentimos con nosotros mismos y de cómo
nos relacionamos con nuestra esencia y con los demás.
Es
un proceso difícil para muchos, porque vivimos en una sociedad que pone mucho
énfasis en lo superficial, estamos inmensamente influenciados por lo que
aparece, por las modas del momento, por aquello que deslumbra, pero necesitamos
recuperar de nuevo la cordura y vivir con coherencia nuestra existencia.
Valorar lo que somos y los dones y talentos recibidos. Si llegamos a ese punto
de comprensión, es liberador. Jesús nos proporciona esa libertad interior, ese
bienestar del alma, esa paz del corazón, que solo él nos puede dar. Amén
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