MAJORALESES I MAJORALS 2021
MARE DE DEU DELS DESAMPARATS
SALUDA
Son tiempos
difíciles y complicados los que estamos viviendo, pero afortunadamente
empezamos a ver una luz frente a nosotros, una luz que nos muestra el camino
para el abrazo entre todos. Hagamos que este tiempo de restricciones sea, en
lugar de un escollo, una oportunidad para vivir esta celebración de un modo
distinto, con recogimiento, buscando en nuestro corazón lo mejor de nosotros y poder ofrecerlo a todos aquellos que comparten
nuestras vidas.
Visca la Mare
de Déu.
Vivim temps
difícils i complicats, peró afortunadament comencem a vorer una llum davant
nostre, una llum que ens mostra el camí per a poder arribar a una gran abraçada
entre tots. Fem que aquest temps de restriccions siga, en lloc d’un escull, una
gran oportunitat per a viure esta celebració d’una manera diferent, amb
recolliment, cercant en el nostre cor el millor de nosaltres, i així poder
oferir-ho a tots amb els qui compartim les nostres vides.
Visca la
Mare de Déu
ADORACIÓN EUCARISTICA:
NO TIENES
QUE PAGAR NADA
Delante de ti
Señor Jesús, arrodillados o sentados, estamos en esta tarde para pasar unos
momentos contigo. Para agradecerte todo el bien que nos haces y porque en este
tiempo de pascua seguimos recordando tu gran amor y como el amor es más fuerte
que la misma muerte. Cuantas veces estamos sumergidos en la noche del dolor y
del sufrimiento, en la incomprensión y en la necesidad de sentir que alguien
nos ama por lo que somos y no tanto por lo que tenemos o hacemos por él.
Pascua nos
rejuvenece, nos fortifica, nos empuja siempre más adelante, sin miedos ni
temores, arriesgando todo lo que sea necesario para disfrutar de lo conseguido
por el Señor. Él ha pagado todas nuestras deudas, todas nuestras faltas de amor
con su propio amor, y nos ha conseguido la vida plena y abundante a costa de su
propia vida. Me viene a la memoria aquella historia que escuché:
No tienes que pagar nada
Estando un señor en el supermercado con todo el
protocolo sanitario a seguir, se escuchó un fuerte golpe y ruidos como que se
habían roto varias cosas al caer al suelo.
Con curiosidad caminó hacia el sonido y vio a
algunas personas hablando y mirando hacia atrás y señalando hasta el final del
pasillo.
Caminó por ese pasillo, y vio que una joven había
golpeado un estante con su carrito y muchas cosas se cayeron al suelo y por
ende, estaban rotas. Ella estaba arrodillada en el suelo con una enorme
vergüenza, tratando de limpiar desesperada.
Sintió mucha pena, ver que muchos estaban ahí parados
con el móvil grabando, mirándola sin hacer nada para poder ayudarla...
Así que fue, me agachó a su lado y le dijo que no se
preocupara y empezó a ayudarla a recoger las cosas rotas.
Después de un ratito, el gerente del supermercado
llegó al lugar, también se agachó a su lado y dijo a la joven:
“Estate tranquila, deja todo como está, nosotros
vamos a limpiar esto”.
La joven súper colorada y con mucha vergüenza le
dijo:
“Necesito pagar por todo esto primero”.
El gerente sonrió, la ayudó a ponerse de pie y le
dijo:
“Tenemos seguro para todo esto, no tienes que pagar
nada” ...
Cerremos los ojos e
imaginemos a Dios haciendo lo mismo por cada uno de nosotros, recogiendo los
pedazos de tu corazón roto de todos los golpes que la vida nos ha dado o tal
vez de las malas decisiones que tomamos en un momento determinado que nos han
dejado heridas...
No importa, no nos
preocupes porque Dios sanará todas nuestras heridas. ¡Él quiere curarnos! ¡Él
quiere cuidar nuestra alma!
Nosotros también
tenemos un seguro ante Dios y se llama ¡GRACIA! Que significa favor inmerecido.
Algo que se da gratuitamente, sin que nosotros hayamos intervenido en su
conquista o en su compra. Simplemente se da por el gusto de dar, de hacer
felices a los demás. Aunque no lo merezcamos
¡Sólo su GRACIA nos
sostiene! No tenemos que pagar nada por los estropicios que causamos, hay
alguien que se encarga.
Jesús en esta tarde
hemos aprendido a confiar en ti, a dejarnos guiar y sostener por tu gracia, por
tus dones que continuamente recibimos de ti. Nunca dejes de manifestarte, de
estar presente en nuestra vida, pero sobre todo nunca nos dejes de tu mano.
Sostennos siempre. Amén.
Yo soy el buen Pastor
es un título muy original que Jesús se dio a sí mismo. Sin embargo, esta
imagen, tan querida y consoladora, no tiene nada de romántica: Jesús es el
auténtico pastor, el verdadero, fuerte, que no huye a diferencia de los asalariados,
él tiene el coraje de luchar y defender su rebaño de los lobos.
La palabra griega kalos
(buen), describe lo que es noble, sano, bueno y bello, en contraste con
lo malo y desagradable. La persona que es hermosa interiormente, es hermosa al exterior.
Entendemos que la belleza del pastor no radica en su apariencia exterior, sino
que su encanto y su fuerza de atracción que provienen de su valentía y
generosidad. También cada gesto de amor es hermoso.
Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. Ofrecer
la vida es mucho más que cuidar el rebaño. Jesús no vino para traer un sistema
de pensamiento o reglas, sino para traer más vida; para ofrecer aumento,
crecimiento, florecimiento de la vida en todas sus formas.
Con las palabras: ofrezco
mi vida, Jesús no tiene la intención de morir el viernes santo. Él da
vida continuamente, sin cesar; es la actividad propia y perenne de un Dios, que
como las madres dan la vida siempre, como la vid que no cesa de llevar la savia
de las raíces a las ramas, como el manantial que da agua viva. Savia divina que
nos hace vivir, que respiramos en cada aliento.
Jesús contrasta la figura
del verdadero pastor con el del asalariado, que ve venir al lobo, abandona las
ovejas y huye porque no le importan las ovejas.
Por otro lado, toda
oveja es importante para el buen pastor y todas las criaturas están en el
corazón de Dios. Todas. Y es como si nos repitiera a cada uno de nosotros: eres
importante para mí. Y me ocuparé de tu felicidad.
Hay lobos, sí, pero no
ganarán. Quizás sean más numerosos que las ovejas, pero no son más fuertes. Las
ovejas no están solas, llevan un pedazo de Dios dentro de ellas, y son fuertes y
viven en la fuerza y en la vida del buen pastor.
El agua que no corre se estanca, se pudre y huele
mal, pero también se pudre y huele mal toda vida que no fluye (Pablo D’Ors). La vida fluye desde el buen pastor a
sus ovejas, y de oveja a oveja.
Todos los que tienen
responsabilidad sobre los demás son pastores, pero tienen que ser pastores “con olor a oveja y sonrisa de padre”
(papa Francisco); «oler a oveja» al estilo del pastor bueno del evangelio es
mostrar la humanidad que nos habita.
El pastor es el que
cuida. La cultura del cuidado, estar con él, con el otro, estar atentos y
escuchar todos sus lenguajes. Solo así podremos cuidarlo. Escuchar requiere un diálogo que
consiga un acercamiento al otro. Aceptar
lo diferente como diferente, de acogerlo y dejarnos enriquecer con ello.
Los peores rivales del diálogo son el individualismo, la envidia, los celos, el
resentimiento, el miedo, la arrogancia. Recemos por toda vocación, que todas
luchen y trabajen por el Reino y por el único rebaño del Buen pastor. Amén
MEDITACIÓN EUCARISTICA,
El gol más importante
En esta tarde estamos aquí Jesús
eucaristía, cerca de ti para sentir tu vida resucitada, nueva y renovada para
vibrar contigo y asumir tu presencia continuamente en nuestra vida. Necesitamos
tanto de ti, de saber que nunca nos abandonas y que siempre estás de nuestro
lado y nos observas y nos miras con cariño y misericordia. Hoy queremos sentir
tu pascua y vivirla delante de ti y delante de los hermanos, con especial
esfuerzo de florecer tantos rincones muertos de nuestro corazón y reverdecer de
nuevo y solidarizarnos con todos los hombres y mujeres que necesitan de nuestro
testimonio y ayuda.
Esta historia nos ayudará a sabernos
permanente delante de ti y que tú nos acompañas a pesar de todas las
circunstancias de la vida:
El
gol más importante
Miguel
era un muchacho a quien le gustaba mucho el fútbol. De hecho, pertenecía a un
club muy popular en su barrio. Siempre que su equipo jugaba se veía al padre de
Miguel en las tribunas, alentando al equipo de su hijo.
Sin
embargo, había un detalle: el entrenador nunca consideraba a Miguel como
titular y las pocas veces que lo hacía saltar al campo, él jugaba con desgana y
mal. A pesar de eso, Miguel siempre iba acompañado de su padre a los partidos y
siempre se veía a su padre como el más entusiasta de los hinchas.
Sucedió
que un día antes del partido más importante de esa temporada, el padre de
Miguel cayó enfermo y no pudo asistir. El entrenador recibió una llamada y se
dirigió hacia Miguel triste. Necesito hablar contigo un momento, le dijo. Tu
padre entró en coma cerebral y me acaban de decir que ha muerto en brazos de tu
madre.
Al
escuchar esto Miguel se puso a llorar desconsoladamente.
Tienes
que ser fuerte muchacho, le decía el entrenador.
De
pronto, retirando las manos del rostro, con voz serena y lágrimas en los ojos,
pero con una gran determinación, Miguel le dijo al entrenador:
-
Quiero jugar este partido. Quiero que me deje jugar, aunque sea unos minutos.
Esa
tarde Miguel no falló un pase. Fue una muralla infranqueable. Tan bien jugó que
el entrenador lo mantuvo en el campo todo el partido. Incluso marcó el gol que
dio la victoria a su equipo.
Las
tribunas enloquecieron coreando su nombre. Fue sin duda, el partido de su vida.
Al final del encuentro, y ya cuando todos los jugadores se habían retirado a
celebrar el triunfo, el entrenador encontró a Miguel en el campo mirando hacia
la tribuna en donde tantas veces se había sentado su padre para animar a su
equipo. Al acercársele, notó que el muchacho, aunque con lágrimas en los ojos,
miraba hacia la tribuna fijamente,
Hoy
has jugado como nunca te he visto jugar, ¿por qué quisiste jugar esta tarde,
Miguel?
Miguel
miró al entrenador y le dijo:
-
Mire, muchas veces usted vio a mi padre sentado en la tribuna ¿verdad?
-
Sí, siempre venía para animar al equipo, aunque supiera que tú no ibas a jugar.
-
No señor -le interrumpió Miguel- Mi padre no sabía que yo no jugaba. Mi padre
era ciego, señor. Por eso cuando me tocaba jugar, yo no jugaba bien porque
sabía que él, a pesar de estar en la tribuna, no me veía. Sin embargo, esta
tarde yo sí sabía que él me estaba mirando desde el cielo, por eso, yo me
esforcé mucho para que él me viera jugar bien.
Gracias
por haber permitido que mi padre me viera jugar al fútbol por primera vez…
Desde
ese día, Miguel no dejó nunca de jugar un partido y siempre que convertía un
gol, se acercaba a la tribuna donde se sentaba su padre, mirando y levantando
las manos hacia el cielo.
Ojalá sintiéramos que en el partido de
la vida nuestro Padre Dios está siempre mirándonos y acariciándonos con su
ternura y con su misericordia. Ojalá fuéramos capaces de mirar a las personas
no con los ojos, sino mirarlas con el corazón. Es una cuestión importante en la
vida ¡No defraudes a nuestro Dios ni a lo hermanos, jugando a ser una persona
mediocre y desganada!