2021
AÑO B DOMINGO DE PASCUA
La mañana de la Pascua fue una mañana de sorpresas
para los amigos de Jesús. Anoche, Marcos nos hablaba de un grupo de mujeres
preocupadas por quién les ayudaría a mover la losa que cubría el cuerpo del
Señor. Pero la losa estaba ya corrida. Y un joven les anunciaba que había
resucitado.
Hoy son Pedro y Juan que van corriendo hasta el
sepulcro y lo ven tal como las mujeres habían dicho. Comprobaron que sucedió lo
que el propio Jesús les había anunciado: que resucitaría de entre los muertos.
Juan vio y creyó. Los relatos de la tumba vacía son una forma muy bella de
expresar que, de ahora en adelante la única reliquia de Jesús es la comunidad
cristiana.
Una comunidad que no nació de una ilusión colectiva,
sino de la experiencia compartida de que Jesús ha resucitado. Fue una
experiencia que tuvo su proceso. No excluyó el miedo de las mujeres, las dudas
de Tomás o el desánimo de los de Emaús. Él sigue caminando con ellos, comiendo
con ellos, regalándoles su presencia y su palabra y convocándoles a su misión,
la de anunciar que la muerte no ha interrumpido la historia, sino que la ha
transformado.
María Magdalena expresa su desconcierto; Se han llevado del sepulcro al Señor y no
sabemos dónde lo han puesto. Los cristianos sabemos “donde le han puesto”: donde
dos tres se reúnen en su nombre ahí está Él. Jesús está donde hay vida y
ganas de vivir y compromisos para que vivamos todos.
La Pascua que repetimos no es sólo un rito anual con
el que romper la monotonía de lo cotidiano. Es rememorar los orígenes de
nuestra fe desde la experiencia de que, como Él, hemos pasado de la muerte a la
vida porque amamos a los hermanos.
Jesús
resucitado, tenía razón.
- Es verdad cuanto nos ha dicho de Dios. Ahora sabemos que es un Padre
fiel, digno de toda confianza. Un Dios que nos ama más allá de la muerte.
Sabemos que no nos defraudará.
- Ahora sabemos que Dios es amigo de la vida. Ahora empezamos a entender
mejor tu pasión por una vida más sana, justa y dichosa para todos. Ahora
comprendemos por qué anteponías la salud de los enfermos a cualquier ley o
tradición religiosa.
Celebramos la Pascua renovando la fe y el amor hacia
este Dios que no es un Dios de muertos, sino de vivos. Y volcando nuestro amor,
cuidado y compañía, hacia aquellos que aun sufriendo los vestigios de la muerte
aspiran a una vida en plenitud.
¡Feliz Pascua de Resurrección!
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