2021 AÑO B VIERNES SANTO
Jesús aparece
afrontando su Pasión con libertad soberana. Yo doy la vida. Nadie me la quita;
Jesús tiene conciencia de su misión, y ante ella demuestra una libertad
asombrosa. El amor verdadero nace de la
libertad y da la libertad. Se deja atar por los soldados, para que dejen
libres a los discípulos. Gracias a Él nosotros somos liberados de todas
nuestras esclavitudes, internas y externas.
Pilato presenta a Jesús como el “Hombre de la Verdad”, que no es una doctrina teórica, sino una gracia
que transforma. Su reino se basa en la
verdad. Los que son de la verdad
escuchan su voz.
La Iglesia no es guardiana
de la verdad, sino testigo. Lo primero ante
Dios es ser honestos. En el fondo de todo ser humano hay una búsqueda de
verdad y difícilmente se construirá nada
humano sobre la mentira.
Sintió el rechazo del
sanedrín, del pueblo exacerbado, pero lo que más le dolería sería la negación
de Pedro.
En su Cruz Jesús ha asumido nuestra cruz y ha transformado un instrumento de dolor en
un signo de amor. La cruz se ha
transformado para los cristianos en signo de ese amor. El sufrimiento sigue siendo malo, pero precisamente
por eso se convierte en la experiencia humana más realista y sólida para vivir
las dos actitudes que Jesús vive en la cruz: la comunión total con el Padre y
su amor solidario hacia el ser humano.
En la cruz se expresa la Pasión de Dios por la
humanidad. Padre e Hijo se unen en un Amor Crucificado.
Tengo sed.
La sed de Jesús nos recuerda la
necesidad de Dios. No sólo el hombre tiene sed de Dios, sino que Dios muestra en Jesús su sed del hombre.
En la cruz, Jesús es
glorificado entregando su Amor apasionado, como Libertad, Verdad, Solidaridad y
Comunión. Entregó totalmente la vida, y su Espíritu, como fuente de vida.
Junto a la cruz de Jesús aparece su Madre y en el
discípulo a quien amaba. Al pie de la cruz nace la nueva familia de
Jesús. El discípulo acoge a la Madre de Jesús como algo suyo. Al pie de la
cruz, asistimos al nacimiento de la
Iglesia. Somos una familia nacida del
costado que nos amó hasta la muerte y muerte de cruz. Somos una familia que
trabaja por un reino de amor apasionado.
Este Dios crucificado
por mí, no permite una fe egoísta.
Más bien nos pone mirando al sufrimiento de tantos crucificados por las injusticias
y las desgracias.
Quien sigue a Jesús
crucificado acepta el sufrimiento como experiencia transformadora. No
busca el dolor, sino que lo soporta y lo combate. No sólo combate el dolor,
sino que lo trasforma. El cristiano sabe que la fe en Jesucristo la vive también como una Pasión paradójica: la del
Sufrimiento y la del Amor. Siempre
habrá sufrimiento, pero el amor le puede dar sentido y significado. Mirando la
cruz de Jesús que pequeñitas son realmente las nuestras
María, madre nuestra
déjanos estar contigo al pie de todas las cruces del mundo. Déjanos entender
que dar la vida, día a día, es la única forma segura de tenerla en abundancia.
Santa Madre, que las
llagas de tu hijo queden grabadas en nuestro corazón. Déjanos llevar la cruz de
tu hijo, participar de sus sufrimientos, adorar sus santas llagas. herir
nuestro corazón con sus heridas, sostenernos en su cruz, embriagarnos con su
sangre. Que alcancemos la gloriosa meta de la mano de María, nuestra Madre.
Amén.
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