2021 AÑO B VIGILIA PASCUAL
Tres mujeres, de madrugada, van a embalsamar
el cuerpo de Jesús, según su costumbre y con lo poco que tienen. Sienten
una experiencia profunda de amor por el maestro; lo aman hasta muerto y
descubren que el tiempo del amor es más largo que el tiempo de la vida. Se
encuentran con la gran sorpresa de que la piedra estaba corrida.
Dios da su generosa y sorpresiva respuesta,
resucitando a su Hijo. El amor es más fuerte que la muerte y por ello la vida
de Jesús, el Hijo amado, no se ve truncada para siempre. Pascua es la noticia
de que el Padre no quiere la muerte de Jesús, como no quiere la de ninguno de
nosotros. El Padre apuesta siempre por la vida y nos libera de las ataduras de
la muerte.
Por eso, la liturgia de la Vigilia Pascual
que celebramos esta noche está llena de símbolos de vida: la luz, la Palabra de
Dios que hace surgir la vida y la conserva con amor y con sentido, el revuelo
de las campanas acompañado el canto de gloria, el agua que limpia, refresca y
regenera por doquier, la celebración eucarística que es encuentro y comida
gozosa con el Resucitado, todo nos introduce en el misterio de Dios, el amigo de la vida.
La Pascua es la fiesta de los sepulcros
abiertos, las piedras quitadas de la boca del corazón. La Pascua provoca asombro,
desorientación, miedo, pero decisión por la alegría, ellas entran frágiles e
indomables, encontrándose con una sorpresa mayor: un joven mensajero: “Jesús, a
quien viste crucificado, ha resucitado”. Deberían haberse regocijado, en
lugar de eso, guardan silencio. El joven insiste: "No está
aquí". Él es el viviente, un Dios para sorprenderse en la
vida. Vive, pero hay que buscarlo fuera de los cementerios, de los
sepulcros, Él está vivo en las calles, en las casas, en todas partes, excepto
entre las cosas muertas.
Y luego otra sorpresa: la inmensa confianza
del Señor que les pide "Id a decir a los discípulos", son dos
imperativos propios de la misión. El Señor os precede en Galilea: avanza a
la cabeza de la larga caravana de la humanidad en su camino hacia la
vida; preceder significa caminar al frente, para abrir la inmensa
migración a la tierra prometida.
El evangelio pascual nos dice que Cristo nos
devela un secreto: Es que hay un movimiento de amor dentro de la vida que nunca
nos permite quedarnos quietos, todo vuelve a poner en movimiento: después de
cada muerte, después de cada revés; que mil cerezos y mil almendros
obstinadamente siguen floreciendo. Un movimiento de vida y amor que nunca
termina, que ninguna violencia humana puede detener jamás, un flujo vital
dentro de todo lo que vive, y que revela el nombre último de Dios:
Resurrección, El Viviente, El que vive siempre.
Feliz pascua de resurrección queridos
hermanos.
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