2021 ABRIL, MEDITACIÓN
EUCARISTICA
COMO LAS AGUILAS
Las águilas viven 70 años, pero a los 40 años tienen
que tomar una difícil decisión, sus uñas se vuelven tan largas y flexibles que
no puede sujetar a las presas de las cuales se alimenta. El pico, alargado y
puntiagudo, se curva demasiado apuntando contra el pecho y ya no le sirve.
Sus alas están envejecidas y pesadas en función del
gran tamaño de sus plumas, y para entonces, volar se le hace muy difícil.
Tiene dos alternativas: abandonarse y morir, o
enfrentarse a un doloroso proceso de renovación, que consiste en volar a un
nido en las montañas cerca de una pared, ya que está seguro.
El águila comienza a golpear con su pico en la pared
con mucha fuerza hasta conseguir arrancárselo. Después esperará el crecimiento
de un nuevo pico, con el que se desprenderá una a una sus viejas uñas. Cuando
las nuevas garras comienzan a nacer, comenzará a desgarrarse sus desgastadas
plumas.
Y después de todos esos largos y dolorosos cinco
meses de heridas, cicatrizaciones y crecimiento, logra realizar su famoso vuelo
de renovación, renacimiento y festejo para vivir otros treinta años más...
En nuestra
vida para continuar un vuelo de victoria, vivir una vida pascual, muchas veces
tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación.
Debemos
desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos cuyo peso nos impiden avanzar.
Solamente libres del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una
renovación siempre nos trae.
Resucitar, renovarse
por dentro implica poner orden en el mundo mental, sentimental, afectivo,
visceral, desechando los recuerdos de acontecimientos frustrantes o dolorosos
para quedarnos solo con la experiencia de lo que aprendimos. Y vigorizar
nuestros criterios y valores que son irrenunciables y dejar a un lado lo
secundario y lo que puede entorpecer nuestros caminos de esperanza y alegría
total.
Para poner en
orden, para renovarnos y alzar vuelo, hay que conocernos, saber quiénes somos, cuáles
son nuestras potencialidades y a donde queremos llegar. Así pues, aquí delante
de Jesús sacramentado queremos entrar en lo más profundo de nuestro ser donde
Él nos espera y dialogar y reforzar nuestro amor y devoción al único que puede
descubrir quiénes somos de verdad.
No hay
necesidad de adaptarse al problema; existe la posibilidad de librarse de él.
Pero el camino es un poco difícil, el camino es un desafío. Es una elección
tuya.
Sigamos la
ruta de las águilas. Siempre hacia arriba, siempre hacia delante...
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