domingo, 9 de julio de 2023

2023 AÑO A TIEMPO ORDINARIO XIV

El Evangelio de este domingo elogia a la gente sencilla. Esos que el mundo desprecia están mejor preparados para entender el mensaje de Jesús. Los sabios, que ya lo saben todo, se cierran a lo nuevo y a lo distinto, y eso les incapacita para captar la esencia de la vida. Jesús cataloga en dos grupos a la gente que se le acerca.

- El de los sabios y entendidos, que tienen una sabiduría humana, y por eso se escandalizan de Jesús o lo rechazan. Son especialmente los escribas, que dominan las Escrituras tras muchos años de estudio; también los fariseos, muy unidos a los escribas, que siguen sus enseñanzas y se consideran perfectos conocedores de la voluntad de Dios, y los que se consideran capacitados para criticar a Jesús.

- El de la gente sencilla, sin prejuicios, a la que Dios puede revelarle algo nuevo porque no creen saberlo todo. Pescadores, un recaudador de impuestos, prostitutas, enfermos… Esta gente acepta que Jesús es el Mesías, aunque no imponga la religión a sangre y fuego; acepta que es el enviado de Dios, aunque coma, beba y trate con gente de mala fama. Esto es un don de Dios. La capacidad de ver lo bueno, lo positivo, lo que construye. Los sabios y entendidos se quedan en disquisiciones, matices, análisis, y terminan sin aceptar a Jesús.

A lo largo de la Biblia, la preferencia de la pequeñez sale directamente del corazón de Dios y recorre nuestra historia: Dios apuesta por aquellos por los que el mundo no apuesta.

Jesús pensando en la gente sencilla que viven oprimidos por los poderosos y no encuentran alivio en la religión del templo. Su vida es dura, y la doctrina que les ofrecen los «entendidos» la hacen todavía más dura y difícil. Jesús les hace tres llamadas:

- La primera llamada: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Si se encuentran vitalmente con Jesús, experimentarán un alivio inmediato: «Yo os aliviaré».

- La segunda llamada Cargad con mi yugo... porque es llevadero y mi carga, ligera. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los «sabios y entendidos», pues no es ligero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exija menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir.

- La tercera llamada Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Hay que aprender a cumplir la ley y vivir la religión con su espíritu. Jesús no «complica» la vida, la hace más simple y humilde. No oprime, ayuda a vivir de manera más digna y humana. Es un «descanso» encontrarse con él. Ir a Jesús es ir a la escuela de la vida. Este hombre libre como el viento, a quien nadie pudo jamás comprar ni esclavizar es fuente de vida libre, enseña a vivir bien. Aprendamos del corazón de Dios. Dios mismo no es un concepto, sino el corazón dulce y fuerte de la vida. 

 

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