La entrada en la vida
sábado, 28 de septiembre de 2024
miércoles, 25 de septiembre de 2024
2024 septiembre. MEDITACIÓN EUCARISTICA:
A
través de la lluvia
Jesús
de nuevo aquí contigo, contigo para sentirnos vivos y sabedores que tu nos amas
y nunca nos abandonas. Nuestras vidas están completamente en tus manos y de
ellas queremos aprender a vivir, vivir con intensidad y con emoción dándole sentido
en todas las circunstancias, positivas o negativas, a lo que nos van sucediendo
a lo largo la existencia. Cada día mas convencidos que la vida nos enseña y que
tú eres el maestro. Escuchemos esta bonita historia
A
través de la lluvia: Había pasado todo el día con su mamá, en un gran
almacén. Esa bella pelirroja, con cara pecosa, clara imagen de la inocencia, no
debe de haber tenido más de 6 años.
Todos
nos quedamos frente a la puerta, resguardados de la lluvia. Esperábamos,
algunos con paciencia y otros irritados, porque la naturaleza les estaba
estropeando su prisa rutinaria.
Siempre
me ha gustado mucho la lluvia. Me pierdo ante la vista de los cielos, lavando
la suciedad y el polvo de este mundo. Al mismo tiempo, los recuerdos de mi
infancia corriendo bajo la lluvia son bienvenidos, como una forma de aliviar
todas mis preocupaciones.
La
voz de esta chiquita era muy dulce, y rompió mi trance hipnótico con esta
inocente frase:
-
Mamá, corramos a través de la lluvia. ¿Qué? - dijo su mamá.
-
Sí, mamá... corramos a través de la lluvia.
-
No, mi amor... esperemos a que baje la lluvia - contestó la mamá pacientemente.
La niña esperó otro minuto, y repitió:
-
Mamá, corramos a través de la lluvia. Y la mamá le dijo:
-
Pero si lo hacemos, nos empaparemos...
No,
mamá, no nos mojaremos. Eso no fue lo que le dijiste esta mañana a papá... Tal
fue la respuesta de la niña, mientras tiraba del brazo de su madre.
-
¿Esta mañana?, ¿cuándo dije que podemos correr a través de la lluvia y no
mojarnos?
-
¿Ya no lo recuerdas? Cuando hablabas con papá acerca de su cáncer, le dijiste que,
si Dios nos hace pasar a través de esto, puede hacernos pasar a través de
cualquier cosa.
Todos
nos quedamos en absoluto silencio. Juro que no se escuchaba nada más que la
lluvia. Todos estábamos parados, silenciosamente. Nadie entró ni salió del
almacén en los siguientes minutos. La mamá se detuvo a pensar por un momento
qué debería responder.
Este
era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que
la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día
florecieran en una inquebrantable fe.
-
Amor, tienes toda la razón. Corramos a través de la lluvia. Y si Dios permite
que nos empapemos, puede ser que Él sepa que necesitamos una lavadita. Y
salieron corriendo...
Todos
nos quedamos viéndolas, riéndonos mientras corrían por el estacionamiento,
pisando todos los charcos. Por supuesto que se empaparon, pero no fueron las
únicas... Las siguieron unos cuantos, que reían como niños, mientras corrían
hacia sus coches. Sí, es cierto, yo también corrí. Y sí, también me empapé...
seguro que Dios pensó que necesitaba una lavadita.
Señor
Jesús delante de ti queremos pedirte que de vez en cuando nos des una lavadita,
seguro que la necesitamos y estamos convencidos que es lo mejor para nosotros.
Las
circunstancias o las personas pueden quitarnos nuestras posesiones materiales;
pueden llevarse nuestro dinero y pueden llevarse nuestra salud. Pero nada ni
nadie puede quitarnos nuestras más valiosas posesiones: los recuerdos. Así que
no olvidemos de tomarnos nuestro tiempo para tener la oportunidad de llenarnos
de recuerdos cada día. Cada recuerdo es un ladrillo que construye nuestra vida.
Ojalá
que, de vez en cuando, nos tomemos un tiempo para correr a través de la lluvia:
¡Tomemos nuestro tiempo para vivir! Con tu ayuda Señor Jesús, amigo de los hombres,
seguro que lo conseguiremos y nos sentiremos cada vez más felices. Ayúdanos a
contagiar esta felicidad de vivir a todos los que nos rodean y a nuestro mundo
en general. Amén
domingo, 22 de septiembre de 2024
sábado, 21 de septiembre de 2024
Quien quiera ser el primero, que sea el
último de todos y el servidor de todos Señor Jesús, ayúdame a hacer un chequeo
profundo de mi vida.
No porque un día respondí a tu llamada, tomé
una decisión… ya vale para siempre.
Tú me invitas a actualizar mis
proyectos, Tú me propones a que permanentemente me revise.
Y lo que es más importante a que compare
mi vida con la tuya.
Hoy me dices que lo tuyo es servir.
Tú, Señor Jesús, nunca buscaste tu
propio bien, siempre buscaste la voluntad de Dios y con ella el bien de las
personas.
Tú predicas con el ejemplo, lo que Tú
vives eso es lo que propones como estilo de vida.
Gracias, Señor Jesús, por tu coherencia.
También dentro de la Iglesia, hace falta
que nos adecuemos a tu manera de ser, no estamos del todo convertidos.
Ahora también hace falta mucha dosis de
servicio en todos los estamentos de la vida eclesial.
¡Qué bueno es mirarte y contemplarte, seguir
tus pasos, trabajar por parecernos a Ti!
Gracias, Señor Jesús, por tantas
personas que, de una forma anónima, sin dar importancia, en el mundo y en el
interior de la Iglesia, viven para servir, hacen de su vida un acto de servicio
a la humanidad.
Perdón Señor Jesús, porque a veces, unos
y otros, caemos en el orgullo, en la pretensión de ser más, de mandar, de estar
por encima de los demás, de ser más importantes.
Como Tú, Señor Jesús, bien sabes, nos
cuesta servir.
Ayúdanos a servir como Tú serviste.
Amén
2024
TIEMPO ORDINARIO XXV
Jesús, camino de Jerusalén, les indica el
destino que le espera. Su entrega al proyecto de Dios no terminará en el éxito
triunfal que imaginan sus discípulos. Al final habrá resurrección, pero, aunque
parezca increíble, Jesús será crucificado.
Sin embargo, los discípulos no le
entienden. Les da miedo hasta preguntarle. Ellos siguen pensando que Jesús les
aportará gloria, poder y honor. No piensan en otra cosa. Al llegar a Cafarnaúm,
Jesús les hace una sola pregunta: ¿De qué discutíais por el camino?
Por el camino discutían quien era el más
importante. Imaginad la decepción de Jesús que les habla de su destino final
sufriente y ellos ignorándolo se preocupan del poder y la gloria humana.
Jesús se sienta y los llama. Lo que va a
decir no ha de ser olvidado: Quien quiera ser el primero, que sea el último
de todos y el servidor de todos. En su movimiento no hay que mirar tanto a
los que ocupan los primeros puestos y tienen renombre, títulos y honores. Importantes
son los que se dedican sin ambiciones y con total libertad a servir, colaborar
y contribuir al proyecto de Jesús. No lo hemos de olvidar: lo importante no es
quedar bien, sino hacer el bien siguiendo a Jesús.
El Señor Jesús nos muestra su pedagogía
recordándonos que no es el poder, la fama, la gloria, el dinero, el éxito, lo
que llena el corazón del ser humano. Les hace una reflexión y les muestra un
gesto. Solamente sirviendo a los demás, el corazón del hombre llega a la
plenitud. Para ser primero hay que ser últimos y servidores de todos.
Colocar a un niño, los más pequeños y
vulnerables, los que no cuentan, a los que nadie echa cuentas, y ponerlo como
modelo de cómo han de ser las personas: sencillas, sinceras, espontáneas,
vulnerables.
Quien acoge a un niño, ¡me acoge a mí! Y
esto significa que, como todo niño, Dios debe ser protegido, cuidado, ayudado,
acogido, porque quien acoge a un niño me acoge a mí, acoge al Padre.
Sólo tendremos futuro cuando sepamos acoger
a los desesperados, a los pequeños, se considere acoger o rechazar a Dios
mismo. Si queremos un mundo verdaderamente humano y fraterno no hay otro camino
que partir de los más necesitados. Esto es la fe, que se apoya en la justicia.
Los más vulnerables y pobres saben vivir
como los lirios del campo y las aves del cielo. Intentémoslo también nosotros:
cuando nos sintamos sin apoyo y sin esperanza, recordemos a ese niño abrazado,
y también nosotros, como él, sentiremos la tibia maravilla de los brazos de
Dios.
El que me acoge a mí, no me acoge a mí,
sino al que me ha enviado: No es sólo su palabra, es que su vida es testimonio
de la Promesa del Amor de Dios. Dios vive en nosotros y se nota en nuestras actuaciones,
comportamientos y gestos.
miércoles, 18 de septiembre de 2024
2024
septiembre ADORACIÓN EUCARISTICA:
El
viaje de la mariposa
Querido
Jesús nos encontramos de nuevo ante ti para pasar unos momentos contigo para
reafirmar nuestra amistad y cariño. Cuantas veces nos sentimos como cansados,
apocados sin fuerzas para caminar. Pero tu Señor nos animas a soñar, a vivir
ilusionados por un futuro mejor para todos. Tenemos que tener la paciencia necesaria
para esperar el momento oportuno. No adelantemos acontecimientos ni
precipitemos situaciones. Escuchemos esta historia
El
viaje de la mariposa:
Había una vez en un frondoso bosque, una pequeña oruga llamada Lila que se
distinguía del resto. Mientras sus compañeras se conformaban con masticar hojas
frescas, Lila pasaba horas contemplando el cielo, admirando a las aves y soñando
con volar.
Su
cuerpo verde y suave contrastaba con sus grandes ojos llenos de anhelo y su
espíritu curioso.
Una
mañana de primavera, con el sol acariciando suavemente el dosel del bosque,
Lila decidió emprender un viaje para descubrir cómo podría surcar los cielos.
En
su camino, Lila conoció a una variedad de criaturas, cada una maestra de su
propio dominio. Primero, encontró a Bruno, el oso, de pelaje marrón y mirada
afable, quien le enseñó cómo usar su fuerza para protegerse de los peligros del
bosque. Bruno era un ser bondadoso, siempre dispuesto a ayudar a los más
pequeños. Lila, aunque pequeña, aprendió la valentía y la firmeza, sintiendo
cómo su corazón se fortalecía.
Después,
se cruzó con Salto, el conejo, conocido por su velocidad y energía inagotable.
Con sus patas traseras poderosas y sus ojos vivaces, Salto compartió con Lila
el secreto de sus rápidas escapadas, y aunque Lila no podía correr, su agilidad
mejoró considerablemente. Salto le enseñó a no subestimar la rapidez del
pensamiento y la importancia de estar siempre alerta.
Más
adelante, Lila se topó con Zorro, el más astuto de todos los animales del
bosque. De pelaje rojo y ojos penetrantes, Zorro le enseñó a Lila cómo ser
perspicaz y cautelosa, habilidades que le serían esenciales en su camino. Bajo
la tutela de Zorro, Lila desarrolló una aguda percepción del entorno y aprendió
a confiar en su intuición.
Aunque
cada lección la hacía más fuerte, rápida y astuta, Lila todavía no podía volar.
Su corazón se llenaba de desesperanza hasta que, un día, mientras descansaba en
la rama de un anciano roble, se encontró con Alma, una mariposa de alas
irisadas que danzaba en el viento. Alma, al ver la tristeza en los ojos de
Lila, descendió y le contó su secreto.
-
Yo también fui oruga, como tú, dijo Alma con voz suave. El vuelo no es sólo
cuestión de aprender o imitar; es un acto de transformación personal y
profunda.
Inspirada
por las palabras de Alma, Lila se envolvió en sí misma, formando una crisálida,
protegiéndose contra el mundo exterior mientras se gestaba su metamorfosis. El
tiempo pasó, lento pero inexorable, y dentro de su capullo, Lila cambió.
Cuando
finalmente emergió, no era la oruga que había sido, sino una mariposa
espléndida, con alas que reflejaban el azul del cielo y el verde del bosque que
tanto había explorado.
Al
extenderlas por primera vez, Lila sintió el aire acariciar su ser, y con un
aleteo tímido, se elevó hacia el cielo, realizando el sueño que había
alimentado durante toda su vida. Así, Lila voló alto y lejos, explorando nuevos
horizontes y llevando consigo las lecciones aprendidas en su viaje.
Cada
batida de sus alas era un testimonio de su coraje, curiosidad y la
transformación que la permitió alcanzar las estrellas.
Gracias
Jesús porque nos ofreces la oportunidad de soñar alto y de desarrollar todas
las capacidades y virtudes que tu nos ofreciste desde nuestra creación. Somos conscientes
que la verdadera transformación viene del interior y requiere paciencia,
valentía y la disposición a aprender de cada experiencia en el camino. Ayúdanos
a tener la valentía necesaria para enfrentar todas las dificultades y problemáticas
de la vida. Amén.
sábado, 14 de septiembre de 2024
¿QUÉ DIGO, SEÑOR?
¿Qué decir sobre Ti,
si, Tú sabes que yo sé muy poco?
¿Qué decir de tu
vida, si yo prefiero llevar la mía?
¿Qué decir de tus
Palabras, si estoy sordo a ellas?
¿Qué decir de tus
misterios, si no me los creo?
¿Qué decir de tu
Evangelio, si no me molesto en abrirlo?
¿QUÉ DIGO, SEÑOR,
SOBRE TI?
¿Qué decir de tu
historia, cuando prefiero cualquier otra novela?
¿Qué decir de tu
mensaje, cuando prefiero otras cuñas publicitarias?
¿Qué decir de tus
caminos, cuando elijo senderos menos comprometidos?
¿Qué decir de tus
enseñanzas, cuando soy tan poco aplicado contigo?
¿Qué decir de tus
miradas, cuando miro hacia otro lado?
¿QUÉ DIGO, SEÑOR,
SOBRE TI?
Ayúdame a no
perderme en medio del mundo.
A ponerte en el
centro de mí casa.
A dar razón de mí fe.
A buscarte, aunque
algunos se empeñen en despistarme.
A rezarte, aunque me
cueste centrarme en la oración.
A conocerte, aunque
me resulte difícil reconocerte.
¿QUÉ DIGO, SEÑOR,
SOBRE TI?
Ayúdame a gritar a
los cuatro vientos: ¡TU ERES EL SEÑOR!
Y, entonces,
significará una cosa: que te he encontrado, Señor.
Amén.
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXIV
En el evangelio de hoy, nuestra atención
queda prendida de una confesión: la de que Jesús es el Mesías, el salvador.
Pero un salvador, un mesías cargado de dolor y sufrimientos. Estamos ante una
invitación al conocimiento de Cristo Redentor y al seguimiento del mismo, pero
tomando cada uno su cruz, lo que escandaliza a Pedro. Y es que en el anuncio de
la pasión Jesús ofrece las condiciones esenciales para seguirle.
Los discípulos no podían entender que
ese fuera el final de un Mesías poderoso y lleno de misericordia en quien
creían. De ahí que Pedro se pusiera a reprenderle y Jesús tuvo que reprimirle
porque su actitud era satánica e infiel. “Quítate de mi vista, Satanás, ¡Tú
piensas como los hombres, no como Dios!
La auténtica espiritualidad cristiana podríamos
definirla por tres rasgos: conocer la realidad, cargar con la
realidad y cambiar la realidad. Dios nos llama a comprometernos, desde
nuestra fe, y con las obras a transformar este mundo. Porque la fe si no tiene obras,
por si sola está muerta. Tanto la carta de Santiago como el relato del
evangelio de hoy nos alertan contra la tentación de una espiritualidad
intimista, una mera adhesión intelectual a los dogmas, o a una privatización de
la fe. Y no, la fe es el encuentro personal con Jesús, vivido en comunidad, que
nos lleva a vivir en relación filial con el Dios del Reino y con los hombres, nuestros
hermanos.
Decía San Agustín: “el verdadero testigo
de la fe en Cristo no se contenta con predicarla, sino que percibe las
necesidades del prójimo y busca solucionarlas”.
«¿Quién decís que soy yo?». No sé
exactamente cómo contestaremos a esta pregunta de Jesús los cristianos de hoy,
pero:
- Jesús nos puede ayudar a conocernos
mejor. Su evangelio hace pensar y nos obliga a plantearnos las preguntas más
importantes y decisivas de la vida. Su manera de sentir y de vivir, su modo de
reaccionar ante el sufrimiento, su confianza indestructible en un Dios amigo de
la vida.
- Jesús nos puede enseñar sobre todo un
estilo nuevo de vida. Quien se acerca a él se invitado a vivir de una manera
diferente, arraigado en la verdad y con horizontes más digno y esperanzado.
- Jesús nos puede liberar de formas poco
sanas de vivir la religión: fanatismos ciegos, desviaciones legalistas. Puede,
sobre todo, introducir en nuestras vidas algo tan importante como la alegría de
vivir, la mirada compasiva hacia las personas, la creatividad de quien vive
amando.
- Jesús nos puede enseñar a vivir a Dios
como una presencia cercana y amistosa, fuente inagotable de vida y ternura.
Dejarnos conducir por él nos llevará a encontrarnos con un Dios diferente, más
grande y humano que todas nuestras teorías.
- Eso sí. Para encontrarnos con Jesús hemos
recuperar la libertad interior y estar dispuestos a «nacer de nuevo», dejando
atrás la observancia rutinaria y aburrida de una religión convencional.
Las personas pueden vivir en la indiferencia,
distraídas por la vida moderna, paralizadas por una religión vacía o seducidas
por el bienestar material, pero sin camino, sin verdad y sin vida.
miércoles, 11 de septiembre de 2024
2024 SEPTIEMBRE ADORACIÓN EUCARÍSTICA:
La
paradoja de Abilene
Buenas
tardes Jesús, nos acercamos a ti desde la convicción de que estás siempre con
nosotros y que nos acompañas en nuestra vida. Tú nos ayudas a que la vida
transcurra de una forma sencilla, honesta y coherente. Hoy te queremos pedir
que nos ayudes a mostrarnos coherentes con nosotros mismos y con los demás. Que
no digamos a todo si o no, sino que mostremos un espíritu crítico y libre tal
como tú nos lo enseñaste. A veces para sentirnos parte del grupo o de la
comunidad donde estamos aceptamos cualquier propuesta para no desagradar o para
no desentonar. Ayúdanos a ser cada día más auténticos y así seremos más
felices. Escuchemos esta historia:
La
paradoja de Abilene: por qué hacemos cosas qué no queremos
Durante
una calurosa mañana de verano, en Coleman (Texas), una familia compuesta por un
matrimonio y los suegros, están jugando al dominó
tranquilamente junto al porche. Beben limonada y no hacen más que dejar pasar
el tiempo de forma perezosa.
Su
casa se encuentra a unos 53 kilómetros de Abilene. Entonces, al suegro se le
ocurre algo:
-
Podríamos hacer algo más interesante. Por ejemplo, ir hasta Abilene y comer en
la cafetería del pueblo… Todos le miran un tanto sorprendidos.
El
yerno, aunque piensa que es una locura,
cree que debe quedar bien con su suegro: Claro, sí, ¿por qué no?
Entonces
su mujer, por no llevar la contraria, añade: Buena idea, cariño…
Y
por supuesto, la madre, al ver que todos quieren ir, decide no ser la nota
discordante para no romper la armonía del grupo: ¡Iremos!
Así
que toda la familia se sube al coche, que no tiene aire acondicionado, y
conduce hasta Abilene a pesar del agobiante
calor.
Recorren
largos y polvorientos caminos y llegan acalorados al pueblo. Comen un menú
mediocre en la cafetería y regresan a Coleman por los mismos largos y
polvorientos caminos.
Al
llegar, todos se retiraron extenuados y acalorados, sin decir nada, pensando en
por qué habían hecho ese ridículo viaje que no querían hacer.
Está
claro que, según este relato de la historia escuchada, ninguno quería hacer ese
viaje, y sin embargo, todo se precipitó por dos causas: La falta de
comunicación y esa idea intrínseca que todos parecemos llevar dentro de no querer
defraudar al resto en un grupo.
¿Por
qué nos dejamos llevar? Cuando formamos parte de un grupo, todos queremos agradar a los
demás y evitar enfrentamientos. No queremos salir del grupo y
evitamos a toda costa llevar la contraria al resto. Por eso a menudo hacemos
cosas con las que no estamos de acuerdo. A veces por no llevar la contraria y
otras por el “qué dirán si me manifiesto en contra”. Unos por otros, al final,
todos terminan arrastrándose y haciendo algo que ninguno quería hacer. Parece
estúpido, pero sucede más veces de las que imaginamos.
Jesús
sacramentado en esta tarde queremos pedirte que nos ayudes a mantener la mente
lucida y clara, a que el ansia de agradar al resto no haga que mintamos: porque
es así, a veces mentimos con la única intención de intentar agradar al resto.
De hecho, el suegro, que sugiere la idea del viaje, después confiesa que no le
apetecía salir de allí, pero que solo intentaba agradar a los demás. El yerno
también dijo que no quería ir, pero que
mintió por no defraudar a su suegro y las mujeres más de lo mismo,
que decidieron hacer como que les parecía una gran idea por intentar agradar al
resto del grupo. Al final todos mintieron y tuvieron que soportar una mala
experiencia por culpa de su falta de personalidad a la hora de decir la verdad
y expresar de forma sincera sus opiniones.
Señor
ayúdanos a ser tolerantes, a buscar soluciones y a aceptar la crítica de alguno
de los compañeros. La postura crítica se necesita aunque sea dura y cree
enfrentamientos o deteriore un tanto la relación. Un grupo debe aprender a ser tolerante, a
buscar soluciones y a aceptar la crítica de alguno de sus miembros. Debe ser
capaz de escuchar y valorar la crítica y hacer todo lo posible porque esta
crítica no repercuta en la relación entre todos sus miembros. Es decir, debe
ser asertivo, y no complaciente y acomodado.
Nunca
desistas de nosotros Jesús y camina junto a nosotros, como individuos y como
comunidad. Amén
sábado, 7 de septiembre de 2024
Y nosotros, que somos los tuyos, deberíamos actuar como
Tú, para que todos se sintieran mejor a nuestro lado, generando encuentros e
igualdad alrededor.
Tú sanabas a la gente, levantabas a los caídos, y
utilizabas todas tus capacidades de amar.
Nosotros también podemos crear mejor vida alrededor y
llenar nuestros ambientes de calidad y cercanía.
Ábrenos los oídos, que a veces somos los sordos del
evangelio, que no te oímos bien y por eso no contamos, el bien que vas haciendo
en cada uno de nosotros, cuando te dejamos espacio en nuestra vida.
Otras veces estamos ciegos para ver los regalos
cotidianos, y las personas que pones a nuestro lado cada día.
Por eso no las disfrutamos suficiente, ni las cuidamos y
vamos por la vida sin contemplar su belleza.
Cámbianos el corazón, Jesús, para que actuemos como Tú, para
que sepamos oír, para que sepamos mirar para que no calle nuestra boca la
alegría que proporciona tu compañía y lo que facilita la vida tu Amistad.
Que contigo descarguemos las desesperanzas, ilusionemos
desencantos, compartamos bienestar, sanemos y fortalezcamos a los caídos y
sepamos ser amigos de verdad, como Tú, que acompañan la vida y la hacen más
fácil.
Amén
2024
CICLO B TIEMPO ORDINARIO XXIII
La liturgia de este día nos invita a
abrir los oídos para escuchar y acoger la Palabra; pero también a pronunciar
con los labios y con acciones la riqueza de nuestra fe. Este doble e
inseparable movimiento, de acogida interior y de anuncio a los demás, configura
nuestra vida como discípulos. ¡La Buena Noticia, recibida y contagiada a otros,
sigue teniendo fuerza y fuego!
A nuestro alrededor se multiplican las
malas noticias. No es nada nuevo, pero nos vamos acostumbrando a ello, y se
debilita la esperanza, la confianza en la humanidad y la certeza de que Dios lo
ha creado todo, y a todos, por amor. Se resquebraja la comunicación en todos
los ambientes, y crecen las sospechas, el individualismo y las relaciones desde
detrás de la pantalla. Por eso, necesitamos en este domingo escuchar a Jesús
pronunciar la palabra que nos sana: “Ábrete” y permitir que sea Él quien toque
nuestros oídos, sane nuestra lengua, y nos permita sentirnos personas y
creyentes en comunicación y diálogo con este mundo.
La soledad se ha convertido en una de
las plagas más graves de nuestra sociedad. Los hombres construyen puentes y
autopistas para comunicarse con más rapidez. Lanzan satélites para transmitir
toda clase de ondas entre los continentes. Se desarrolla la telefonía móvil y
la comunicación por Internet. Pero muchas personas están cada vez más solas.
El contacto humano se ha enfriado en
muchos ámbitos de nuestra sociedad. La gente no se siente apenas responsable de
los demás. Cada uno vive encerrado en su mundo. Hay quienes han perdido la
capacidad de llegar a un encuentro cálido, cordial, sincero. No son ya capaces
de acoger y amar sinceramente a nadie, y no se sienten comprendidos ni amados
por nadie. Se relacionan cada día con mucha gente, pero en realidad no se
encuentran con nadie.
Ese sordomudo tiene suerte, y no por la
curación, sino porque está rodeado de amigos que se preocupan por él: y le
llevan a Jesús. Y le rogaron que pusiera su mano sobre él. Pero Jesús hace
mucho más: se lo lleva aparte, lejos de la multitud: No importa si es santo o
pecador. Lo toca y coloca sus dedos sobre los oídos del sordo, como una
caricia. Es la ternura de los gestos.
Jesús obra la curación de los sentidos,
y para ello se sirve de todos ellos; manos, ojos, oídos, boca, para devolvernos
a la esencia de la vida, pues necesitamos los sentidos para percibir el mundo.
Mirando al cielo, dejó escapar un
suspiro y dijo: ¡Effetà! En arameo, su dialecto, su lengua materna. Ábrete,
como abrimos las ventanas al sol, una puerta a un invitado, los brazos al amor.
Una vida curada es la que se abre al mundo: e inmediatamente se abrieron sus
oídos, se soltó el nudo de su lengua y habló correctamente. En realidad, no se
trata del órgano físico del oído, en realidad está escrito que «los oídos» se
abrieron. Se abrió el entendimiento. Si no sabes escuchar, pierdes el habla. Y
sólo puede hablar quién sabe escuchar. Ojalá tengamos un corazón que escuche. Entonces
surgirán pensamientos y palabras que nos sacarán del aislamiento. Si abres tu
puerta, llega la vida.
miércoles, 4 de septiembre de 2024
2024
septiembre Adoración eucarística
EL
REY Y EL BIEN
En
esta tarde Señor Jesús sacramentado, presente en el altar, queremos meditar la
providencia divina y como estamos rodeados de un amor inmenso: el Amor del
Padre y tú como nuestro hermano mayor que nos enseñas el camino de la cercanía
con Dios y contigo. Siempre añoramos esa presencia misericordiosa que nos
acaricia y nos acompaña con delicadeza por el camino de la vida. Tantas veces
nos dijiste que el Padre es el que maneja los hilos de la historia colectiva y
personal, aunque aparentemente parece que vencen las fuerzas del mal y de la
desorientación.
Enséñanos
siempre a saber valorar lo que tenemos y lo que hacemos, como dones tuyos y que
tenemos que cuidar y desarrollar al máximo. Pero sobre todo enséñanos a tener
una mirada positiva y enriquecedora sobre los acontecimientos que jalonan
nuestras vidas
EL
REY Y EL BIEN:
Érase una vez un rey que, oyendo de la existencia de un sabio, lo mandó traer
para que fuera su consejero. Comenzó el rey a llevarlo siempre a su lado para consultarle
sobre cada acontecimiento de importancia en el reino. El consejo principal del
sabio era siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien". No pasó
mucho tiempo antes que el rey se cansara de oír la misma cosa una y otra vez.
El
rey amaba cazar. Un día mientras cazaba, el rey se dio un tiro en un pie. Presa
de su dolor, se volvió hacia su consejero - siempre a su lado - para pedirle su
opinión. Y el consejero respondió como siempre "Todo lo que pasa es
siempre para bien".
Se
sumó su coraje a su dolor, y el rey ordenó la prisión para el consejero.
Esa
noche, el rey bajó a la prisión para ver al consejero, y le preguntó que sentía
acerca de estar en la cárcel.
-
El consejero respondió como siempre: "Todo lo que pasa es siempre para
bien". Esto sólo enfureció más al rey y dejó al sabio en la prisión.
Un
mes más tarde, salió el rey otra vez a cazar. Pero se fue demasiado adelante de
sus acompañantes y fue capturado por una tribu hostil. Los nativos lo llevaron
a su pueblo para ser sacrificado para los dioses. Por sus tradiciones,
solamente ofrendas perfectas son aceptables a los dioses y el rey parecía un espécimen
excepcional. Pero al siguiente día, cuando llegaron los nativos para llevarlo
al sacrificio, al inspeccionarlo descubrieron la cicatriz en su pie y tuvieron
que rechazarlo para el sacrificio. Lo soltaron y se fue como una flecha para su
reino, dándose cuenta de lo que le decía su consejero: "Todo es siempre
para bien."
El
rey llegó a liberar al consejero quien, al escuchar sus aventuras, le señaló
que bien que lo había encarcelado porque ya que siempre estaba a su lado y no
tenía imperfecciones, lo hubieran sacrificado a él en vez del rey.
Señor
Jesús nos damos cuenta de que no existen coincidencias, accidentes o suerte
(buena o mala). Todo lo que pasa tiene un propósito y siempre sucede para el
bien de todos los involucrados. Como dice un refrán popular: "Lo que no me
mata, me hace más fuerte". Cuantas veces hemos oído de nuestros mayores:
"No hay mal que por bien no venga". Ojalá pudiéramos tener paciencia
para descubrir el sentido final de los acontecimientos y de las cosas, o al
menos no juzgarlos antes de tiempo. Sabemos que al final de los tiempos tu nos
descubrirás el sentido de todas las cosas, nuestra historia personal y
colectiva.
Ayúdanos
a saber enfocar bien la vida. La cuestión es de enfoque: o nos enfocamos en lo
"malo" que nos pasa, o nos abrimos a lo "bueno" que puede traer
consigo.
Tú
nos dijiste que las cosas no suceden por casualidad. Que todo está en armonía
con el creador. Hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Las cosas
malas les suceden a las gentes buenas, pero Dios usa esas cosas malas para un
bien último y duradero, aunque muchas veces nos cueste verlo. Sabemos que a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados. Amén.