2024 septiembre. MEDITACIÓN EUCARISTICA:
A
través de la lluvia
Jesús
de nuevo aquí contigo, contigo para sentirnos vivos y sabedores que tu nos amas
y nunca nos abandonas. Nuestras vidas están completamente en tus manos y de
ellas queremos aprender a vivir, vivir con intensidad y con emoción dándole sentido
en todas las circunstancias, positivas o negativas, a lo que nos van sucediendo
a lo largo la existencia. Cada día mas convencidos que la vida nos enseña y que
tú eres el maestro. Escuchemos esta bonita historia
A
través de la lluvia: Había pasado todo el día con su mamá, en un gran
almacén. Esa bella pelirroja, con cara pecosa, clara imagen de la inocencia, no
debe de haber tenido más de 6 años.
Todos
nos quedamos frente a la puerta, resguardados de la lluvia. Esperábamos,
algunos con paciencia y otros irritados, porque la naturaleza les estaba
estropeando su prisa rutinaria.
Siempre
me ha gustado mucho la lluvia. Me pierdo ante la vista de los cielos, lavando
la suciedad y el polvo de este mundo. Al mismo tiempo, los recuerdos de mi
infancia corriendo bajo la lluvia son bienvenidos, como una forma de aliviar
todas mis preocupaciones.
La
voz de esta chiquita era muy dulce, y rompió mi trance hipnótico con esta
inocente frase:
-
Mamá, corramos a través de la lluvia. ¿Qué? - dijo su mamá.
-
Sí, mamá... corramos a través de la lluvia.
-
No, mi amor... esperemos a que baje la lluvia - contestó la mamá pacientemente.
La niña esperó otro minuto, y repitió:
-
Mamá, corramos a través de la lluvia. Y la mamá le dijo:
-
Pero si lo hacemos, nos empaparemos...
No,
mamá, no nos mojaremos. Eso no fue lo que le dijiste esta mañana a papá... Tal
fue la respuesta de la niña, mientras tiraba del brazo de su madre.
-
¿Esta mañana?, ¿cuándo dije que podemos correr a través de la lluvia y no
mojarnos?
-
¿Ya no lo recuerdas? Cuando hablabas con papá acerca de su cáncer, le dijiste que,
si Dios nos hace pasar a través de esto, puede hacernos pasar a través de
cualquier cosa.
Todos
nos quedamos en absoluto silencio. Juro que no se escuchaba nada más que la
lluvia. Todos estábamos parados, silenciosamente. Nadie entró ni salió del
almacén en los siguientes minutos. La mamá se detuvo a pensar por un momento
qué debería responder.
Este
era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que
la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día
florecieran en una inquebrantable fe.
-
Amor, tienes toda la razón. Corramos a través de la lluvia. Y si Dios permite
que nos empapemos, puede ser que Él sepa que necesitamos una lavadita. Y
salieron corriendo...
Todos
nos quedamos viéndolas, riéndonos mientras corrían por el estacionamiento,
pisando todos los charcos. Por supuesto que se empaparon, pero no fueron las
únicas... Las siguieron unos cuantos, que reían como niños, mientras corrían
hacia sus coches. Sí, es cierto, yo también corrí. Y sí, también me empapé...
seguro que Dios pensó que necesitaba una lavadita.
Señor
Jesús delante de ti queremos pedirte que de vez en cuando nos des una lavadita,
seguro que la necesitamos y estamos convencidos que es lo mejor para nosotros.
Las
circunstancias o las personas pueden quitarnos nuestras posesiones materiales;
pueden llevarse nuestro dinero y pueden llevarse nuestra salud. Pero nada ni
nadie puede quitarnos nuestras más valiosas posesiones: los recuerdos. Así que
no olvidemos de tomarnos nuestro tiempo para tener la oportunidad de llenarnos
de recuerdos cada día. Cada recuerdo es un ladrillo que construye nuestra vida.
Ojalá
que, de vez en cuando, nos tomemos un tiempo para correr a través de la lluvia:
¡Tomemos nuestro tiempo para vivir! Con tu ayuda Señor Jesús, amigo de los hombres,
seguro que lo conseguiremos y nos sentiremos cada vez más felices. Ayúdanos a
contagiar esta felicidad de vivir a todos los que nos rodean y a nuestro mundo
en general. Amén
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