2024
septiembre ADORACIÓN EUCARISTICA:
El
viaje de la mariposa
Querido
Jesús nos encontramos de nuevo ante ti para pasar unos momentos contigo para
reafirmar nuestra amistad y cariño. Cuantas veces nos sentimos como cansados,
apocados sin fuerzas para caminar. Pero tu Señor nos animas a soñar, a vivir
ilusionados por un futuro mejor para todos. Tenemos que tener la paciencia necesaria
para esperar el momento oportuno. No adelantemos acontecimientos ni
precipitemos situaciones. Escuchemos esta historia
El
viaje de la mariposa:
Había una vez en un frondoso bosque, una pequeña oruga llamada Lila que se
distinguía del resto. Mientras sus compañeras se conformaban con masticar hojas
frescas, Lila pasaba horas contemplando el cielo, admirando a las aves y soñando
con volar.
Su
cuerpo verde y suave contrastaba con sus grandes ojos llenos de anhelo y su
espíritu curioso.
Una
mañana de primavera, con el sol acariciando suavemente el dosel del bosque,
Lila decidió emprender un viaje para descubrir cómo podría surcar los cielos.
En
su camino, Lila conoció a una variedad de criaturas, cada una maestra de su
propio dominio. Primero, encontró a Bruno, el oso, de pelaje marrón y mirada
afable, quien le enseñó cómo usar su fuerza para protegerse de los peligros del
bosque. Bruno era un ser bondadoso, siempre dispuesto a ayudar a los más
pequeños. Lila, aunque pequeña, aprendió la valentía y la firmeza, sintiendo
cómo su corazón se fortalecía.
Después,
se cruzó con Salto, el conejo, conocido por su velocidad y energía inagotable.
Con sus patas traseras poderosas y sus ojos vivaces, Salto compartió con Lila
el secreto de sus rápidas escapadas, y aunque Lila no podía correr, su agilidad
mejoró considerablemente. Salto le enseñó a no subestimar la rapidez del
pensamiento y la importancia de estar siempre alerta.
Más
adelante, Lila se topó con Zorro, el más astuto de todos los animales del
bosque. De pelaje rojo y ojos penetrantes, Zorro le enseñó a Lila cómo ser
perspicaz y cautelosa, habilidades que le serían esenciales en su camino. Bajo
la tutela de Zorro, Lila desarrolló una aguda percepción del entorno y aprendió
a confiar en su intuición.
Aunque
cada lección la hacía más fuerte, rápida y astuta, Lila todavía no podía volar.
Su corazón se llenaba de desesperanza hasta que, un día, mientras descansaba en
la rama de un anciano roble, se encontró con Alma, una mariposa de alas
irisadas que danzaba en el viento. Alma, al ver la tristeza en los ojos de
Lila, descendió y le contó su secreto.
-
Yo también fui oruga, como tú, dijo Alma con voz suave. El vuelo no es sólo
cuestión de aprender o imitar; es un acto de transformación personal y
profunda.
Inspirada
por las palabras de Alma, Lila se envolvió en sí misma, formando una crisálida,
protegiéndose contra el mundo exterior mientras se gestaba su metamorfosis. El
tiempo pasó, lento pero inexorable, y dentro de su capullo, Lila cambió.
Cuando
finalmente emergió, no era la oruga que había sido, sino una mariposa
espléndida, con alas que reflejaban el azul del cielo y el verde del bosque que
tanto había explorado.
Al
extenderlas por primera vez, Lila sintió el aire acariciar su ser, y con un
aleteo tímido, se elevó hacia el cielo, realizando el sueño que había
alimentado durante toda su vida. Así, Lila voló alto y lejos, explorando nuevos
horizontes y llevando consigo las lecciones aprendidas en su viaje.
Cada
batida de sus alas era un testimonio de su coraje, curiosidad y la
transformación que la permitió alcanzar las estrellas.
Gracias
Jesús porque nos ofreces la oportunidad de soñar alto y de desarrollar todas
las capacidades y virtudes que tu nos ofreciste desde nuestra creación. Somos conscientes
que la verdadera transformación viene del interior y requiere paciencia,
valentía y la disposición a aprender de cada experiencia en el camino. Ayúdanos
a tener la valentía necesaria para enfrentar todas las dificultades y problemáticas
de la vida. Amén.
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