miércoles, 4 de septiembre de 2024


 

2024 septiembre Adoración eucarística

EL REY Y EL BIEN

 

En esta tarde Señor Jesús sacramentado, presente en el altar, queremos meditar la providencia divina y como estamos rodeados de un amor inmenso: el Amor del Padre y tú como nuestro hermano mayor que nos enseñas el camino de la cercanía con Dios y contigo. Siempre añoramos esa presencia misericordiosa que nos acaricia y nos acompaña con delicadeza por el camino de la vida. Tantas veces nos dijiste que el Padre es el que maneja los hilos de la historia colectiva y personal, aunque aparentemente parece que vencen las fuerzas del mal y de la desorientación.

Enséñanos siempre a saber valorar lo que tenemos y lo que hacemos, como dones tuyos y que tenemos que cuidar y desarrollar al máximo. Pero sobre todo enséñanos a tener una mirada positiva y enriquecedora sobre los acontecimientos que jalonan nuestras vidas

EL REY Y EL BIEN: Érase una vez un rey que, oyendo de la existencia de un sabio, lo mandó traer para que fuera su consejero. Comenzó el rey a llevarlo siempre a su lado para consultarle sobre cada acontecimiento de importancia en el reino. El consejo principal del sabio era siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien". No pasó mucho tiempo antes que el rey se cansara de oír la misma cosa una y otra vez.

El rey amaba cazar. Un día mientras cazaba, el rey se dio un tiro en un pie. Presa de su dolor, se volvió hacia su consejero - siempre a su lado - para pedirle su opinión. Y el consejero respondió como siempre "Todo lo que pasa es siempre para bien".

Se sumó su coraje a su dolor, y el rey ordenó la prisión para el consejero.

Esa noche, el rey bajó a la prisión para ver al consejero, y le preguntó que sentía acerca de estar en la cárcel.

- El consejero respondió como siempre: "Todo lo que pasa es siempre para bien". Esto sólo enfureció más al rey y dejó al sabio en la prisión.

Un mes más tarde, salió el rey otra vez a cazar. Pero se fue demasiado adelante de sus acompañantes y fue capturado por una tribu hostil. Los nativos lo llevaron a su pueblo para ser sacrificado para los dioses. Por sus tradiciones, solamente ofrendas perfectas son aceptables a los dioses y el rey parecía un espécimen excepcional. Pero al siguiente día, cuando llegaron los nativos para llevarlo al sacrificio, al inspeccionarlo descubrieron la cicatriz en su pie y tuvieron que rechazarlo para el sacrificio. Lo soltaron y se fue como una flecha para su reino, dándose cuenta de lo que le decía su consejero: "Todo es siempre para bien."

El rey llegó a liberar al consejero quien, al escuchar sus aventuras, le señaló que bien que lo había encarcelado porque ya que siempre estaba a su lado y no tenía imperfecciones, lo hubieran sacrificado a él en vez del rey.

Señor Jesús nos damos cuenta de que no existen coincidencias, accidentes o suerte (buena o mala). Todo lo que pasa tiene un propósito y siempre sucede para el bien de todos los involucrados. Como dice un refrán popular: "Lo que no me mata, me hace más fuerte". Cuantas veces hemos oído de nuestros mayores: "No hay mal que por bien no venga". Ojalá pudiéramos tener paciencia para descubrir el sentido final de los acontecimientos y de las cosas, o al menos no juzgarlos antes de tiempo. Sabemos que al final de los tiempos tu nos descubrirás el sentido de todas las cosas, nuestra historia personal y colectiva.

Ayúdanos a saber enfocar bien la vida. La cuestión es de enfoque: o nos enfocamos en lo "malo" que nos pasa, o nos abrimos a lo "bueno" que puede traer consigo.

Tú nos dijiste que las cosas no suceden por casualidad. Que todo está en armonía con el creador. Hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados. Las cosas malas les suceden a las gentes buenas, pero Dios usa esas cosas malas para un bien último y duradero, aunque muchas veces nos cueste verlo. Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan para bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Amén.

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