jueves, 17 de abril de 2025


 

2025 CICLO C

JUEVES SANTO

 

Queridos hermanos en este Jueves Santo el Señor nos invita a sentarnos a su mesa. Jesús elige una comida festiva para hablar de lo que es central en el Reino:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

La frase el teólogo Von Balthasar, “solo el amor es creíble”, tiene una profundidad impresionante. Habla de cómo el amor, cuando es verdadero y total, se convierte en la prueba más auténtica de lo que creemos y en lo que confiamos. No hay argumento más convincente que un acto de amor desinteresado. “Tanto amor… nos enamora, tanta entrega nos convence…” ese amor que no solo se dice, sino que se da, se entrega, se vive… ese es el que transforma.

Y Jesús se hace Eucaristía por amor, por pura entrega, bendición de Dios para la humanidad, amor entregado, partido y repartido para todos. Tomó el pan y, pronunciada la bendición, se lo dio… Por eso hoy es el Día del Amor Fraterno, porque la entrega de Jesús en la Eucaristía, en la cruz, manifiestan el amor incondicional de Dios a los hombres. Quien come su carne y bebe su sangre se hace uno con Él y con sus actitudes. No se puede recibir la Eucaristía sin estar dispuesto a encarnar en nosotros su generosidad, su desprendimiento, su capacidad de perdonar, su entrega total, su amor sin condiciones. La Eucaristía es el centro de la vida del cristiano.

Este amor se compromete hasta el extremo, lo vemos en el gesto desconcertante de Jesús, que rompe todos los esquemas, abre los ojos de esa nueva humanidad que está naciendo. Jesús se levanta de la mesa, se quita el manto, toma la toalla, lava y seca los pies de los discípulos, dialoga, explica lo que hace e invita a realizar lo que Él ha hecho. Ser discípulo de Jesús significa servir, estar dispuesto, preparado para ello. Jesús está en este mundo como el que sirve. No ha venido para ser servido, sino para dar la vida en rescate por todos. El que sigue a Jesús no es más que su Maestro. Debe dejarse servir por Él y debe hacer con los demás lo que Jesús hace con él.

Seguir a Jesús es adoptar sus mismas actitudes, más aún, es compartir con Él su propio destino. El tono de la Última Cena es un tono solemne porque flota en el ambiente la despedida.

Jesús en esta Última Cena promulga el mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros como yo os he amado. De este amor, como el de Jesús los cristianos debemos hacer la señal que nos distinga.

Que la participación en el Triduo Pascual nos ayude a descubrir lo que Jesús quiere de cada uno de nosotros, y nos dé fuerzas para saber estar cerca de los que nos necesitan, especialmente de los que sufren o están enfermos ya que en ellos se hace presente más fácilmente nuestro Dios. Terminamos pidiendo los unos, por los otros, especialmente por los que más lo necesitan.

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