sábado, 19 de abril de 2025

2025 CICLO C

VIGILIA PASCUAL

 

La Vigilia Pascual es la liturgia más importante de todo el año. Las lecturas del AT nos deben introducir en la trayectoria de nuestra espiritualidad. La experiencia del pueblo judío no sirve para dar continuidad al Dios creador y libertador.

En esta vigilia celebramos la VIDA, es la experiencia pascual donde prevalecen los símbolos del fuego y del agua. Son elementos imprescindibles para la vida biológica.

Nuestra tarea consiste en descubrir esa posibilidad de vivir conscientemente esa Vida, dada, regalada por Jesús. Estamos participando de esa Vida y esa luz en la humanidad de Jesús. El desplegó durante su vida terrena, la misma Vida de Dios y nos abrió el camino de la plenitud. En todos y cada uno de nosotros está ya esa Vida.

Lo que celebramos esta noche es que Jesús, como hombre, alcanzó la plenitud de Vida. Posee la Vida definitiva que es la Vida de Dios. El evangelio, como conclusión de toda una historia de salvación que hemos recordado, lectura tras lectura, nos lanza en el mensaje del ángel una simple frase que nos hace sentir la plena alegría de lo que hoy vivimos: Jesús, el que ha muerto, ya no está aquí. ¡Ha resucitado! En esta noche santa, dejemos que la frase del ángel resuene en nosotros.

Ha resucitado es una llamada a no quedarnos parados ante la muerte, es una invitación a que podemos descubrir a ese Jesús que vive y nos anima a mantenernos firmes; a darnos cuenta de que nuestro esfuerzo llegará a dar fruto, y eso lo notamos cuando vemos a gente que todavía es capaz de hacer cosas por los demás, gente que es desprendida, que ayuda sin pedir nada a cambio, que da sin esperar recibir, gente que valora a las personas por encima de las cosas, que les importa más dar que tener.

En esta noche santa renovaremos con gozo nuestro bautismo, que fue el momento inicial de nuestro ser cristiano, el momento en el que entramos a formar parte de la Iglesia de Jesús.

Esta noche, también es el momento de mirarnos a nosotros mismos y ser capaces de ver por el suelo nuestras vendas y nuestros sudarios; restos que indican lo que aún nos tenía atados a la muerte: nuestros viejos hábitos, nuestras malas actitudes, nuestros tremendos egoísmos e incredulidades… y salir fuera de nuestro sepulcro y vivir resucitados, hombres y mujeres nuevos, capaces de andar por la vida de otra manera, cargados de fe, llenos de esperanza.

Tenemos que saber encontrarnos con ese Jesús vivo y resucitado, tenemos que saber descubrirlo, tenemos que atrevernos a buscarlo donde realmente se encuentra.

Las mujeres en el Evangelio que han preparado aromas y perfumes, durante toda la noche, no hay cuerpo, pero queda el perfume, el aroma de Jesús por su paso por la tierra, que pasó haciendo el bien. Con la alegría de la resurrección por bandera nos disponemos a cambiar aquello de nuestra vida que es necesario cambiar. Se lo pedimos al Señor. Feliz Pascua.

 

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