sábado, 5 de abril de 2025

2025 CICLO C TIEMPO DE CUARESMA V

Este domingo es una invitación para reflexionar cómo estamos viviendo nuestra Cuaresma y qué hemos hecho de ella. Se nos recuerda, en este tiempo, que el rasgo distintivo de Dios es ser misericordioso.

En el evangelio de este domingo le presentan a una mujer sorprendida en adulterio, con intención de lapidarla. Nadie habla del varón. Es lo que ocurría siempre en aquella sociedad machista. Se condena a la mujer porque ha deshonrado a la familia y se disculpa con facilidad al varón.

Jesús no soporta esta hipocresía social y con sencillez y valentía admirables, pone verdad, justicia y compasión: El que esté sin pecado, que arroje la primera piedra. Los acusadores se retiran avergonzados. Nos centramos en tres aspectos:

- Primero la maldad del corazón: En Jesús encontramos la fuerza liberadora de Dios. Pero no todos los de su época lo supieron reconocer. Ellos no están pendientes de la sabiduría que trasmitían sus palabras, y de aprender de las mismas, los escribas y fariseos se cierran a ellas. Irónicamente, le llaman Maestro, con intención malsana: el narrador: Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. La situación es dramática, el mal, el pecado, nos endurece el corazón. La Cuaresma es el tiempo en que Dios nos lleva al desierto y nos habla al corazón para convertir nuestro corazón de piedra en un corazón de carne.

- Segundo El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra: Ante la exposición del caso por los acusadores, la severidad de la sentencia exigida a la mujer y no al hombre, la humillación a la que está siendo sometida la mujer, la tensión, Jesús mantiene la calma, se toma su tiempo en su reflexión al escribir en el suelo y mira más allá del propio acontecimiento. Sin duda alguna, el pecado de adulterio es grave, pero la misericordia abre un nuevo camino, una nueva oportunidad de vida para la pecadora.

Frente a la insistencia judía, Jesús apela a la conciencia de los acusadores: El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra. Esta frase ha calado en la sabiduría popular. Nos lleva a considerar la naturaleza de los juicios y la hipocresía con la que en muchas ocasiones coqueteamos en nuestras interacciones humanas. El juicio, en tal sentido, divide y lleva al resentimiento. Tratar de comprender, antes de enjuiciar, por su parte, conduce a la empatía, al perdón y a la reconciliación. La reacción de los interlocutores no se hace esperar: Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos.

- Tercero, Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más: Al igual que la mujer adúltera, Jesús nos mira con ojos de misericordia frente a nuestros pecados. Es muy llamativo que Jesús perdona a esta mujer sin ninguna exigencia o condición. Será el amor de sentirse perdonada y acogida por Dios la que le lleve a la auténtica conversión del corazón. Dios nos llena de oportunidades, abre siempre para nosotros un horizonte mayor. 

 

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