domingo, 20 de abril de 2025


 

2025 CICLO C

DOMINGO DE PASCUA, RESURRECCIÓN

 

Queridos hermanos Jesús ha resucitado, Dios lo levantó de la muerte, es la realidad que envuelven este luminoso día de Pascua de Resurrección.

El evangelio tiene como protagonistas a María Magdalena, Simón Pedro y el discípulo amado. Ni siquiera hay un ángel. El relato del evangelio de Juan se centra en las reacciones de estos personajes, muy distintas.

María reacciona de forma precipitada: le basta ver la losa quitada del sepulcro para concluir que alguien se ha llevado el cadáver; la resurrección ni siquiera se le pasa por la cabeza.

Simón Pedro actúa como un inspector de policía diligente: corre al sepulcro y no se limita, como María, a ver la losa corrida; entra, advierte que las vendas están en el suelo y que el sudario, en cambio, está enrollado en sitio aparte. Algo muy extraño. Pero no saca ninguna conclusión.

El discípulo amado también corre, más incluso que Simón Pedro, pero luego lo espera pacientemente. Y ve lo mismo que Pedro, pero concluye que Jesús ha resucitado.

El evangelio de san Juan ofrece hoy un mensaje espléndido: ante la resurrección de Jesús podemos pensar que es un fraude (María), no saber qué pensar (Pedro) o dar el salto misterioso de la fe (discípulo amado). Es el amor quien reconoce la resurrección de Jesús, el amado vive eternamente.

Seguir a Jesús Crucificado hasta compartir con él la resurrección es, en definitiva, aprender a dar la vida, el tiempo, nuestras fuerzas y, tal vez, nuestra salud por amor. No nos faltarán heridas, cansancio y fatigas. Pero un día, Dios enjugará las lágrimas de nuestros ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque todo este mundo viejo habrá pasado.

No olvidemos en el corazón de nuestra fe hay un Crucificado al que Dios le ha dado la razón. En el centro mismo de la Iglesia hay una víctima a la que Dios ha hecho justicia. Una vida crucificada, pero vivida con el espíritu de Jesús, no terminará en fracaso, sino en resurrección.

Todos estaríamos encantados de que se nos comunicara esa Vida, la misma Vida de Dios. El problema consiste en que no puede haber Vida, si antes no hay muerte. Es esa exigencia de muerte la que no estamos dispuestos a aceptar. Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto. Esa exigencia de ir más allá de la vida biológica, es lo que rezuma del mensaje de esta fiesta de Pascua.

Celebrar la Pascua es descubrir la Vida en nosotros y estar dispuestos a dar más valor a la Vida que se manifestó en Jesús que a la vida biológica tan apreciada.

Feliz pascua de resurrección para todos, feliz pascua florida llena de luz y color, aromas y perfumes que saben a fraternidad.

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