2020
NECESIDAD DE MUCHA FUERZA
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
De nuevo nos encontramos delante de Jesús
sacramentado y queremos pasar un momento de meditación y contemplación. Pero
sabemos y descubrimos cada vez más, que la verdadera contemplación no depende
de nosotros.
No somos nosotros la aurora; nosotros somos la
tierra en espera del amanecer. La aurora es nuestro Dios, que pasa luego a ser
alba, y más tarde el mediodía.
Nosotros somos la tierra que espera la luz, somos
negra pizarra que aguarda el yeso blanco de un pintor que camina hacia nosotros
con la tiza en la mano.
Siéntate y procura quedar inmóvil; siéntate y trata
de esperar. Él viene siempre a tu encuentro. Deja a tus espaldas el tiempo y el
espacio, el número, el concepto, la razón y la cultura, y mira hacia delante.
Mira más allá de ti, más allá de tu incapacidad y de tus limitaciones, de tus
problemas y espera. Dejemos que nuestro corazón, probado por el dolor y la
oscuridad, por la prueba y el sufrimiento, no tenga esperanzas vanas. Deja que
las lágrimas inunden la sequedad de tu fe. Resiste. No pienses en otra cosa:
Dios está frente a ti. Dios viene a tu encuentro.
Contemplar no significa mirar, sino ser mirado. Sentirse
mirado y amado a la vez por este Dios que nos ama y que no quiere y que pretende
reforzar nuestra vida y nuestro testimonio. Dios está ahí, en Jesús
sacramentado, y te mira.
Y cuando Él te mira te ama, y amándote te da lo que
buscas: a sí mismo. ¡No podría haber otro don para quien ha buscado tanto! Nuestro
corazón es insaciable. Sólo Dios nos basta.
Sí, Dios está ante ti y te mira. Y su mirar es
creador, capaz de cosas imposibles.
Y al igual que en el Génesis dio existencia al
cosmos con sólo mirar al caos y planear sobre las aguas corrientes, así
mirándote y sonriéndote lleva a cabo la plenitud de la creación, que es el
amor.
Sí, recupera el ánimo: Dios te ama.
Hoy necesitamos mucha energía y fuerza para ser
testigos de Jesús en nuestro mundo secularizado, Requiere hombres y mujeres de Fe.
En esta experiencia de comunicación con Dios nos
viene la intuición y el valor de poner en práctica de una manera creativa
nuestras opciones. Queremos ser dóciles al Espíritu, que es don, fruto de
humilde escucha de ese Espíritu.
Vivir nuestra Fe y nuestra Esperanza a la
intemperie, expuestos a la prueba de la increencia y de la injusticia. La Fe no
es algo adquirido de una vez, Puede debilitarse y hasta perderse, Necesita ser
renovada, alimentada, fortalecida constantemente. La oración nos da nuestra
propia medida y se revela únicamente a los pequeños.
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