miércoles, 26 de agosto de 2020



 

2020 NECESIDAD DE MUCHA FUERZA

ADORACIÓN EUCARÍSTICA

 

De nuevo nos encontramos delante de Jesús sacramentado y queremos pasar un momento de meditación y contemplación. Pero sabemos y descubrimos cada vez más, que la verdadera contemplación no depende de nosotros.

No somos nosotros la aurora; nosotros somos la tierra en espera del amanecer. La aurora es nuestro Dios, que pasa luego a ser alba, y más tarde el mediodía.

Nosotros somos la tierra que espera la luz, somos negra pizarra que aguarda el yeso blanco de un pintor que camina hacia nosotros con la tiza en la mano.

Siéntate y procura quedar inmóvil; siéntate y trata de esperar. Él viene siempre a tu encuentro. Deja a tus espaldas el tiempo y el espacio, el número, el concepto, la razón y la cultura, y mira hacia delante. Mira más allá de ti, más allá de tu incapacidad y de tus limitaciones, de tus problemas y espera. Dejemos que nuestro corazón, probado por el dolor y la oscuridad, por la prueba y el sufrimiento, no tenga esperanzas vanas. Deja que las lágrimas inunden la sequedad de tu fe. Resiste. No pienses en otra cosa: Dios está frente a ti. Dios viene a tu encuentro.

Contemplar no significa mirar, sino ser mirado. Sentirse mirado y amado a la vez por este Dios que nos ama y que no quiere y que pretende reforzar nuestra vida y nuestro testimonio. Dios está ahí, en Jesús sacramentado, y te mira.

Y cuando Él te mira te ama, y amándote te da lo que buscas: a sí mismo. ¡No podría haber otro don para quien ha buscado tanto! Nuestro corazón es insaciable. Sólo Dios nos basta.

Sí, Dios está ante ti y te mira. Y su mirar es creador, capaz de cosas imposibles.

Y al igual que en el Génesis dio existencia al cosmos con sólo mirar al caos y planear sobre las aguas corrientes, así mirándote y sonriéndote lleva a cabo la plenitud de la creación, que es el amor.

Sí, recupera el ánimo: Dios te ama.

Hoy necesitamos mucha energía y fuerza para ser testigos de Jesús en nuestro mundo secularizado, Requiere hombres y mujeres de Fe.

En esta experiencia de comunicación con Dios nos viene la intuición y el valor de poner en práctica de una manera creativa nuestras opciones. Queremos ser dóciles al Espíritu, que es don, fruto de humilde escucha de ese Espíritu.

Vivir nuestra Fe y nuestra Esperanza a la intemperie, expuestos a la prueba de la increencia y de la injusticia. La Fe no es algo adquirido de una vez, Puede debilitarse y hasta perderse, Necesita ser renovada, alimentada, fortalecida constantemente. La oración nos da nuestra propia medida y se revela únicamente a los pequeños.

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