2023
AÑO A TIEMPO DE CUARESMA I
Los evangelios sinópticos colocan el relato de las
tentaciones antes del comienzo de la misión de Jesús. Aunque las tentaciones
estuvieron presentes a lo largo de la vida de Jesús, como lo están en nuestra
propia vida. Hoy el evangelista Mateo describe la triple tentación de hambre
(con el pan), de poderes sobrenaturales (arrojarse del alero del templo) y de
dominio y poder sobre todos los reinos que le son puesto delante. Es
interesante que el tentador, prueba a Jesús utilizando pasajes de la Escritura.
Jesús ha ido al desierto llevado por el Espíritu,
pero es una decisión que Él asume como propia. Es lógico que en este tiempo
sienta hambre. La tentación es resolver un problema humano a través de algo
extraordinario como transformar las piedras en pan. Jesús puede dejar el
desierto e ir buscar pan, o sea resolver humanamente el problema. No vivirá
buscando su propio interés. No será un Mesías egoísta. Multiplicará panes
cuando vea pasar hambre a los pobres. Él se alimentará de la Palabra viva de
Dios. Hoy también podemos creer que el poder, el dinero o el saber van a
resolver nuestras necesidades mágicamente.
La segunda tentación que se produce en el Templo, es
más sutil porque pone el acento en sí mismo. Cuestiona nuestra propia
identidad: “si eres el hijo de Dios”. Jesús vence esta tentación clarificando
quien es. No será un Mesías triunfador. No pondrá a Dios al servicio de su
gloria. No hará «señales del cielo». Sólo signos para curar enfermos.
La tercera tentación sucede en una «montaña
altísima». Desde ella se divisan todos los reinos del mundo. Jesús afronta el
desafío de la ideología y la dominación invitando a reconocer que la salvación
es don de Dios. Jesús nos enseñó que el camino de la gracia se da a través de la
entrega y el amor como servicio, entregando la propia vida. Dios no lo llama a
dominar el mundo como el emperador de Roma, sino a servir a quienes viven
oprimidos. No será un Mesías dominador sino servidor. El reino de Dios no se
impone con poder, se ofrece con amor.
Consecuencias de todo ello es que siempre que la
Iglesia y los cristianos busca su propio interés olvidando el proyecto del
reino de Dios, se desvía de Jesús. Siempre que los cristianos anteponemos
nuestro bienestar a las necesidades de los últimos, nos alejamos de Jesús.
Siempre que la Iglesia pone a Dios al servicio de su
propia gloria y «desciende de lo alto» para mostrar su propia dignidad, se
desvía de Jesús. Cuando los seguidores de Jesús buscamos «quedar bien» más que
«hacer el bien» nos alejamos de él.
La Iglesia tiene que ahuyentar hoy todas las
tentaciones de poder, gloria o dominación, gritando con Jesús “Vete, Satanás”.
El poder mundano es una oferta diabólica. Cuando los cristianos lo buscamos nos
alejamos de Jesús. Es una tarea para esta cuaresma recorrer el mismo camino
junto a Jesús.
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